La generación del milenio o “los millenials” somos la generación que agrupa a jóvenes nacidos entre 1981 y 1995 que nos hicimos adultos en el cambio de milenio, los que hoy en día somos jóvenes adultos muy diferentes a los jóvenes de las generaciones que nos anteceden.
Según información del INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) en 1990, un total de 19 millones de mexicanos se ubicaban entre los 20 y 34 años, mientras que en el último censo, el de 2010 la población entre 20 y 34 años alcanza un total de 27 millones de personas. Con estas cifras, no cabe duda de que a día de hoy, en México, somos los jóvenes los que tenemos mayor participación, en lo político, lo cultural y lo social.
Millenials: una generación con sus luces y sus sombras
Y no, no es que seamos más rebeldes que los jóvenes de los 80’s o que tengamos más ideales que los que en su tiempo tuvo la generación de los 60’s; simplemente es que nacimos en una época con unas características diferentes, sobre todo por lo que refiere al entorno tecnológico y mediático. Fuimos bautizados por internet y todo lo que le rodea. Hoy estamos a un click (y una buena conexión a internet) de conocer todo el mundo.
Internet y redes sociales y los cambios en la comunicación
El surgimiento y auge de internet. así como los distintos avances tecnológicos relacionados, hacen que hablar de redes sociales, buscadores, aplicaciones y “la nube” sean términos cotidianos para los jóvenes de hoy en día, que sin duda usan diariamente expresiones como “lo googleas”, nos “whatsappeamos” o “me dejaste en visto”.
Internet ha permeado nuestro día a día, desde la forma en la que conseguimos trabajo (es común escuchar de ofertas de empleo en línea donde el único contacto se hace a través de intercambio de correos electrónicos), hasta cómo nos mantenemos comunicados con nuestros amigos (pues ya no pasamos horas pegados al teléfono fijo pues es más sencillo mandar un mensaje instantáneo con foto y video).
Internet también ha cambiado la forma en que consumimos. Actividades tan básicas como ir al supermercado han empezado a quedar anticuadas, puesto que ya no es necesario hacer filas ni pasar por el bullicio de la muchedumbre porque podemos realizar las compras desde el ordenador o la tablet. Hablar del impacto que ha generado internet en nuestra vida nos llevaría más de un artículo; sin embargo, podemos resaltar un aspecto que se ha transformado gracias a internet: la forma en la que “los millenials” establecemos relaciones sociales.
Antes de abordar este controvertido tema, tengo que aclarar que el sentimiento no se modifica, es decir, el amor es amor, la amistad es amistad e incluso el sentimiento de rechazo hacia una persona se mantiene a pesar de los avances tecnológicos. Sin embargo, lo que sí se modifican son los lugares, los procesos mediante los cuales establecemos relaciones personales e incluso la temporalidad con las que estas se establecen y la nueva dimensión que nace de este nuevo paradigma tecnológico y cultural.
Las redes sociales como escenarios
Hoy establecemos vínculos en las redes sociales, aplicaciones y mediante videoconferencia, pues es más sencillo tratar un tema de interés en un grupo de WhatsApp que reunir a los 25 contactos a quienes estás enviando el mensaje; además puedes mantenerte al tanto, quieras o no, de lo que hacen tus contactos sin la necesidad de hablar con ellos. Si necesitas realmente hablar con tu amiga que vive a varios kilómetros de tu ciudad, se puede resolver con un café por videoconferencia, incluso ya no es necesario imaginarte momentos, una foto en tu muro te puede acercar a la experiencia; y si esa es la intención de las redes sociales, mantenernos en contacto.
Esto significa que las redes sociales como escenario solo nos motivan a llevar nuestras relaciones personales a otro plano, solo para hacerlas más sencillas, aunque por el camino perdemos ciertas cotas de privacidad e intimidad. A través del intercambio de “inbox” o gracias a las videollamada en “Skype” gozamos de la posibilidad de conectar inmediatamente con amigos que viven muy lejos. La situación anterior se explica respondiendo una pregunta sencilla, la mayoría de nuestros contactos, por ejemplo en Facebook ¿Son personas que conocemos fuera de lo virtual?; nuestro mejor amigo, familiares incluso nuestra pareja.
En este punto las redes sociales cumplen su función, nos facilitan estar en contacto, la esencia de las relaciones es la misma, soy amigo de alguien, tengo una relación con alguien, me disgusta alguien, etc. Lo que cambia es que ahora lo llevamos al plano virtual para mantenernos más cerca.
Los alcances de las redes sociales
Las redes sociales (ya sea Facebook, Twitter, Instagram, Skype, WhatsApp o cualquier otra) como la hipótesis de “los 6 grados de separación” (retomada por Milgram en 1967) surgen con la idea de que estamos a unas cuantas personas de conocer a todo el mundo. Esto podría ejemplificarse mediante la idea de que cada persona tiene un conocido, y este conocido, a su vez, conoce a alguien que conoce a alguien que conoce a alguien que nos conoce. Una idea bien real que nos lleva a tomar conciencia de que el mundo es un pañuelo.
Si bien no estamos a seis personas de conocer a todos, gracias a las redes sociales estamos un poco más cerca, ya que podemos estar en contacto con conocidos de nuestros conocidos, pero además podemos conocer gente con nuestros mismos intereses aun sin saber cómo son, si le damos “like” a las mismas páginas ya estamos conectados. También es notoria la facilidad con la que podemos establecer contacto con personas que tal vez pensábamos que era imposible, solo estamos a un “follow” de distancia de nuestro escritor, cantante, comentarista, artista o persona favorita.
Las redes sociales nos catapultan al mundo, al grado de que podemos publicar una foto y en menos de dos segundos puede estarla “likeando” alguien al otro lado del planeta. Esto hace que sea común conocer costumbres culturales de otros países gracias a un vídeo que alguien compartió, o que cada vez sea más común que los jóvenes tengan relaciones amorosas a distancia.
Esta forma de establecer relaciones virtuales gracias al alcance de las redes sociales nos lleva a conocer los nuevos procesos mediante los cuales se desarrolla un vínculo, aunque sea por medio de un smartphone o un ordenador, y con las limitaciones que este soporte acarrea.
Las redes sociales y los nuevos procesos de interacción
Ahora es momento de pasar a la parte más interesante del artículo, analizando el impacto que ha tenido la vida virtual en nuestras vidas. Esta influencia no solo se ve reflejada en la forma en la que hablamos o en la que escribimos; sin duda ha trastocado la forma en la que nos relacionamos; pues podemos formar parte de diferentes grupos sin siquiera conocer a sus integrantes. Si tenemos un gusto en común ya estamos conectados, aunque no nos guste mucho la idea, y me refiero al típico: “No me conoces pero te agregué porque me gustó tu foto de perfil”.
¿Una herramienta para perder la vergüenza de conocer a otras personas?
Ya no es necesario todo el ritual de verse, charlar una vez, volver a salir, y darte cuenta de las cosas en común, pues con el perfil de este contacto ya tienes conocimiento de muchos aspectos relevantes de su vida. Esto hace que resulte más fácil saber si la persona te gusta o no antes de conocerla en persona, o por lo menos puedes valorar mejor si vale la pena intentar conocerla más.
Es más: ya no es necesario pensar “¿Le intereso como amigo o algo más?”, estás a un “match” de distancia de conocer a tu pareja ideal, y aunque suene a broma, esto se debe a la aparición de aplicaciones de este tipo, que en segundos te relacionan con una persona, ya sea porque le gustan las misma cosas que a ti, porque vivís cerca, o porque los dos buscáis una pareja. Incluso han aparecido apps que te ponen en contacto con las personas que están físicamente cerca… ¿quién dijo miedo?
Lo bueno y lo malo de las redes sociales
No me malinterpretéis: las redes sociales no son buenas ni malas por sí mismas. Solemos recrearnos hablando sobre sus defectos, pero tambièn tienen su parte positiva. Por ejemplo, te ahorran muchas citas horribles, porque antes de salir con una persona haces un repaso a su perfil y te das una idea de quién es; también te ofrece la posibilidad de conocer a muchas personas de diferentes lugares, o tan cerca de ti que sabías ni que existían.
Pero también cabe reflexionar sobre los problemas que las redes sociales ocasionan. Todos hemos notado como las fotos de perfil de algunos contactos no se corresponden mucho con su atractivo en la vida real. Otro pequeño problema es que tendemos a delegar algunas intencionalidades comunicativas positivas, como los halagos, en un simple like a una foto de perfil: es más cómodo. Ahora sabemos que le interesas a alguien si no te deja en “visto” en la conversación de WhatsApp, y que es más importante que tu pareja cambie su situación sentimental en Facebook de “soltera” a “en una relación” que recibir un ramo de rosas con dedicatoria.
Tinder: ¿la app definitiva para ligar?
Tinder, mi app favorita, y no, no porque la use, sino porque es el reflejo del impacto de las redes sociales en nuestras relaciones.
Iniciamos sesión con un perfil que construimos en base a nuestros gustos, indicando el lugar en que vivimos y añadiendo una descripción de uno mismo, teniendo en cuenta que no podemos tener una solo foto pues esta aplicación nos vincula a las fotos de Facebook, todas las fotos, las que subimos y en las que nos etiquetaron; (ojo, mucho ojo).
Después, la aplicación, gracias a un proceso “mágico”, nos pone en contacto con las personas que están cerca de nosotros, en el mismo país y región, así que puedes “ligar” en cualquier lugar. Esta app te permite descartar o “likear” a cualquier perfil que aparezca. Si eres exigente a la hora de encontrar pareja no tienes de qué preocuparte pues hay cientos de miles de perfiles, alguno puede gustarte. Llegamos a la parte fuerte del proceso, el "match”, que significa que le gustaste a un perfil que a ti también te gustó. Si consigues un “match” ya puedes empezar una conversación con el perfil y después de este punto todo depende de ti, y de esa persona con la que converses.
Tinder sería el amigo o amiga que te presenta a los que te gustan de la fiesta, pero sin tener que conseguir la invitación al guateque. Tiene otra ventaja: no tienes que elegir qué ropa ponerte y, más importante, puedes descubrir centenares de personas sin moverte del lugar en que te encuentras y de forma rápida.
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