Los 4 principales tipos de micromachismos

Estas pequeñas muestras de sexismo legitiman un trato desigual perjudicial para las mujeres.

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Etimológicamente, el concepto de patriarcado procede del griego, y significa "gobierno de los padres". Es una herencia cultural fuertemente arraigada en nuestra sociedad fundamentada por la diferenciación de género, y que describe una estructura en la que los varones tienen poder sobre las mujeres.

Esta estructura impuesta, totalmente desequilibrada a favor de los hombres, en la que se diferencian expectativas distintas para hombres y mujeres, se rige por unas reglas que vienen determinadas por los estereotipos de género que nos asignan antes de nacer en función de si somos niñas o niños. Veamos la relación que existe entre este concepto y el de los tipos de micromachismos.

El fundamento del patriarcado

El sustento de este sistema patriarcal lo encontramos en una sociedad disciplinaria en la que las personas se han visto enmarcadas en unas determinadas condiciones impuestas, afectando a todas las áreas del ámbito público y privado, al modo de relacionarse y produciendo un modelo que instala y perpetúa la violencia sobre las mujeres.

La distribución desigual del ejercicio del poder de dominio produce una asimetría relacional cuyo eje central es la opción de género (femenino o masculino) debido a que la cultura patriarcal ha legitimado la creencia de que el masculino es el único género con derecho al poder autoafimativo. Es decir, ser hombre supone tener derecho a ser individuo pleno con todos sus derechos y a ejercerlos.

El sistema patriarcal y la cultura androcéntrica niega ese derecho a las mujeres, quedando los hombres en una posición superior, ejerciendo poder de control y dominio sobre ellas como resultado de la ecuación protección a cambio de obediencia, una de las claves que queda claramente reflejada en el contrato de pareja tradicional.

Espacios público y doméstico

A ello cabe añadir la creencia implícita de la división de los espacios, el espacio doméstico y de cuidado asignado a las mujeres y el espacio público reservado para los hombres. Esta asimetría relacional continúa en nuestra cultura y se mantiene y perpetúa por diversas razones:

  • La división sexual del trabajo que aún adjudica de forma naturalizada y automática el espacio doméstico a la mujer.

  • La ausencia de recursos y la deslegitimación social del derecho de las mujeres a ejercer el poder autoafirmativo.

  • El uso por los varones del poder de macrodefinición y microdefinición de la realidad y del poder, es decir, la capacidad de orientar el contenido y el tipo de las interacciones sociales en función de los propios intereses, creencias y percepciones. Denominado por autores como Saltzman como poder de puntuación que sostiene la idea del “varón como autoridad que define lo correcto.”

  • El denominado “poder del amor”: la explotación de las capacidades femeninas de cuidado y de ayuda para criar seres humanos en las que nuestra cultura se encarga de hacer expertas a las mujeres.

Esta perpetuación se manifiesta de muy diversas formas visibles y explícitas (asesinatos, agresiones, violaciones) invisibles y explícitas (chantaje emocional, desvalorizaciones, culpabilización) e invisibles y sutiles (lenguaje y publicidad sexista, invisibilización y micromachismos).

Este artículo pretende visualizar los micromachismos existentes en la sociedad actual que, sustentados en los estereotipos de género, ayudan a perpetuar las relaciones desiguales.

Los tipos de micromachismos

En nuestra vida cotidiana nos encontramos cada día con situaciones tales como diferenciar entre señora y señorita, pedir la cuenta al camarero y que se la entregue al hombre, los piropos, las mujeres que pagan menos en las discotecas y frases como “compórtate como una señorita”, “¿y tú aún no tienes novio?”… Todas ellas constituyen tipos de micromachismos.

Los micromachismos son aquellas conductas sutiles y cotidianas que constituyen estrategias de control que atentan contra la autonomía personal de las mujeres, suelen ser invisibles e incluso pueden estar legitimadas por el entorno social.

Autores como Luis Bonino lo definen como prácticas de dominación y violencia masculina en la vida cotidiana que incluyen un amplio abanico de conductas interpersonales que tienen por objetivo:

  • Mantener el dominio y la supuesta superioridad sobre la mujer objeto de la conducta.

  • Recuperar o reafirmar dicho dominio ante una mujer que se "rebela".

  • Resistir el aumento de poder personal y/o interpersonal de una mujer con la que se vincula o bien aprovecharse de dicho poder.

Estas conductas son “micro-abusos” y son efectivas debido a que el orden social imperante las ratifica al ejercerse de forma reiterada hasta lograr una disminución importante de la autonomía de las mujeres y son tan sutiles que suelen pasar inadvertidas tanto para quien las padece como quien las observa.

Ejemplos de tipos de micromachismos

Luis Bonino estableció una tipología de los tipos de micromachismos clasificándolos en:

1. Micromachismos utilitarios

Son aquellos que fuerzan la disponibilidad femenina aprovechándose de diferentes aspectos domésticos y de cuidado del comportamiento femenino tradicional con el objetivo de beneficiarse de ellos. Se realizan especialmente en el ámbito doméstico.

Algunos ejemplos de estas conductas son: aprovechamiento y abuso de las capacidades “femeninas de servicio” (ellos como proveedores y ellas como cuidadoras), delegación del trabajo del cuidado de personas, no responsabilizarse sobre lo doméstico, no implicación y/o pseudo implicación, requerimientos abusivos solapados, negación de la reciprocidad y amiguismo paternal.

2. Micromachismos encubiertos o indirectos

Implican el abuso de la confianza y credibilidad femenina ocultando su objetivo. Algunas de estas conductas pueden llegar a ser más efectivas que el resto, ya que son tan sutiles que pasan especialmente desapercibidas. Estos tipos de actuaciones producen en las mujeres sentimientos de confusión, desvalimiento, culpa y dudas que favorecen la disminución de la autoestima.

Incluyen conductas tales como el paternalismo, manipulación emocional, dobles mensajes afectivo/agresivos, enfurruñamiento, abuso de confianza, la creación de falta de intimidad, silencio, puesta de límites, comunicación defensiva-ofensiva, engaños y mentiras, desautorización, desvalorización, microterrorismo misógino, autoindulgencia y autojustificación, comparación ventajosa y minusvaloración de los propios errores.

3. Micromachismos de crisis

Fuerzan la permanencia en el estatus desigualitario cuando éstos se desequilibran debido a un aumento de poder personal de la mujer o bien por la diminución del poder del hombre. Son conductas tales como el hipercontrol, el falso apoyo, la resistencia pasiva y el distanciamiento emocional, rehuir la crítica y la negociación, prometer y hacer méritos, victimismo y dar lástima.

4. Micromachismos coercitivos o directos

Implican la retención del poder, aquellos en los que se utiliza la fuerza física, económica o de su personalidad, para intentar convencer a las mujeres de que no tienen razón. Cumplen su objetivo, ya que provocan en la mujer un sentimiento de derrota posterior al comprobar la ineficacia, pérdida, o falta de fuerza y capacidad para defender las propias decisiones o razones. Son conductas tales comoel control del dinero o los sabotajes a la comunicación, el uso expansivo – abusivo del espacio y el tiempo para sí, insistencia abusiva y la imposición de intimidad.

Concluyendo

Los diferentes tipos de micromachismos producen múltiples efectos en la calidad de vida de las mujeres entre ellos el agotamiento emocional, bloqueo mental, limitación de la libertad, irritabilidad, baja autoestima e inseguridad.

Es necesario cambiar esta forma de dominio que continúa en nuestra sociedad actual, para ello es necesario que a nivel individual ambos géneros participen. Ambos deberían reconocer, identificar y ser conscientes de estos comportamientos y sus efectos, resistirse a ellos, modificarlos por comportamientos más igualitarios y ayudar a los que los ejercen a identificarlos y eliminarlos. Además es necesario que los profesionales de los distintos ámbitos de actuación (sanitario, educativo, terapéutico) sean conscientes de la existencia cotidiana de estas conductas, sepan detectarlas y conozcan sus efectos con el objetivo de erradicarlas.

  • Bonino, L. (2004). Los Micromachismos. Revista La Cibeles (2).

Psicóloga de las organizaciones

Psicóloga Licenciada por la Universidad de Salamanca. Máster en Estudios Interdisciplinares de Género por la Universidad de Salamanca.Máster en Psicología Forense por la Asociación Española de Psicología Conductual. Máster en Dirección de Recursos Humanos y PRL por el Colegio Profesional de Politólogos y Sociólogos de la Comunidad de Madrid. Psicóloga especializada en Recursos Humanos,Psicología de las Organizaciones, Psicología Forense, Estudios de Género y Promoción de la igualdad.

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