El del aborto es un tema que resulta complicado de abordar dejando atrás filtros ideológicos. Siempre ha levantado muchas pasiones y opiniones marcadas, lo cual ha polarizado el debate. Es en parte por eso por lo que muchas mujeres sienten una gran preocupación acerca de la perspectiva de abortar; es una opción a la que se ha dado mucha importancia, ya sea para retratarla como una forma de asesinato o para hacer de ella una expresión de la libertad para decidir sobre el propio cuerpo.
Sin embargo, que existan ideologías políticas y religiosas en juego no significa que la ciencia no tenga nada que decir. De hecho, recientemente se ha llevado a cabo una completa investigación en la que se ha estudiado, a lo largo de 5 años, cómo el aborto o la ausencia de este ha afectado al bienestar en una serie de mujeres. De este modo se podía saber si efectivamente en gran parte de los casos abortar produce un gran sentimiento de tristeza y culpabilidad que pueda derivar en crisis de ansiedad frecuentes, traumas, depresión, etc.
El aborto y los daños psicológicos
Parte de los factores negativos que se suelen relacionar con el aborto es la alta posibilidad de traumatizarse, entrar en depresión o, en general, dañar la propia salud mental como consecuencia de pasar por este proceso. Sin embargo, la investigación más completa que se ha realizado sobre este tema ha concluido que no, no hay ningún efecto psicológico negativo que tenga que darse necesariamente después de un aborto voluntario.
¿Sigifica eso que el miedo producido por la perspectiva de abortar era el fruto de una campaña de propaganda en contra de esta práctica? Ese es un tema demasiado complejo como para tener una respuesta clara, de momento.
Pero aún hay más. No solo se da que las mujeres que abordan no presentan un malestar psicológico significativo años después de pasar por la clínica sino que esto ocurre con el otro grupo de mujeres, las que no pueden abortar.
Así, las mujeres a las que no se les permite abortar son las que presentan síntomas vinculados con trastornos mentales y malestar en general. En concreto, estas mujeres se mostraron más propensas a mostrar una baja autoestima, mucha mayor ansiedad y un nivel de malestar general elevado. Además, sus ganas de abortar permanecían y su grado de ansiedad tenía repercusiones sobre muchas de las dimensiones de su día a día.
¿Cómo se realizó el estudio?
Para desarrollar esta investigación, se utilizó un grupo de 956 voluntarias y se las entrevistó 11 veces a lo largo de 5 años. Algunas de ellas pudieron abortar, mientras que a otras no se les dio esa opción, al haber asistido a la clínica en un estado de embarazo demasiado avanzado.
Así pues, se utilizó una muestra grande que fue estudiada a través de un estudio longitudinal, realizando dos entrevistas por año para poder realizar un seguimiento del estado de bienestar psicológico de estas personas.
A medida que se iban sucediendo las oleadas de entrevistas, iba creándose una imagen de la felicidad (o de la ausencia de ella) de estas mujeres, en lo relativo al aborto.
Los resultados de esta investigación han sido publicados en la revista científica JAMA Psychiatry, y los puedes ver haciendo clic aquí.
Impacto psicológico
Estos resultados son una prueba del impacto psicológicamente dañino que supone imposibilitar el aborto de mujeres que se decantan por esta opción. Aunque pueda parecer que el embarazo es la opción "normal" y que abordar significa salirse del camino natural, estos datos indican lo contrario: ante un embarazo no deseado, el camino queda bifurcado en dos opciones, y el aborto no produce los efectos mentales que según el mito sí generaría.
Por supuesto, esta puede ser una información que sirva para debilitar una de las posiciones en el debate del aborto, pero no es menos cierto que el diseño del estudio no se realizó para favorecer que una de estas opciones de resultado tuviese más posibilidades de salir.
De todas formas, al final se trata de una lucha de ideas morales, y en este aspecto la ciencia solo puede proveer datos que se utilizan como herramienta en este tipo de debates (sin que esto tenga por qué ser especialmente malo en sí).