Los ataques de pánico conforman un problema psicológico capaz de llevarnos al límite emocionalmente. Quienes los padecen suelen describir una sensación súbita de miedo extremo acompañada de síntomas físicos intensos y la sensación de estar perdiendo el control o muriendo. Es decir, toda una serie de problemas asociadas a una sensación de pérdida total de control e incluso riesgo de perder la vida, dos de las cosas que más teme el ser humano.
Ahora bien, aunque estos episodios de pánico pueden parecer repentinos e inexplicables, en realidad forman parte de un patrón psicológico y fisiológico que puede tratarse eficazmente con psicoterapia. Por ello, aquí te explicaré cómo el trabajo de un psicólogo sirve para “desactivar” los mecanismos emocionales en los que se basan los ataques de pánico… Siempre que disponga de la colaboración del paciente.
¿Qué es un ataque de pánico?
En primer lugar, veamos con más profundidad qué es exactamente un ataque de pánico.
Un ataque de pánico es, básicamente, un episodio súbito de ansiedad intensa, y no provocada por un elemento de peligro objetivo, que alcanza su punto máximo en cuestión de pocos minutos. Durante ese tiempo, el cuerpo entra en un estado de “alerta máxima”, como si estuviera frente a una amenaza real. Se acelera el ritmo cardíaco, aumenta la respiración, se tensan los músculos y el cerebro interpreta estos síntomas como una señal de peligro, lo que amplifica aún más la sensación de miedo.
Además, otra de las características de este fenómeno es la sensación de que uno mismo va a morir pronto, normalmente a causa de un ataque de corazón. En parte, porque algunos de los síntomas guardan algunas semejanzas con un problema cardiovascular.
Aunque los ataques pueden presentarse de manera aislada, cuando se repiten o generan un miedo constante a que vuelvan a ocurrir, se habla de trastorno de pánico. Este puede limitar gravemente la vida diaria: muchas personas evitan lugares o situaciones donde creen que podría aparecer un nuevo episodio, lo que a veces deriva en agorafobia o aislamiento social.
Comprender el origen psicológico
Los ataques de pánico suelen tener una base multifactorial. Factores genéticos, estrés acumulado, experiencias traumáticas o patrones de pensamiento ansiosos pueden contribuir a su aparición. En muchos casos, el cuerpo responde a señales internas (como una aceleración del corazón o una respiración superficial) que la persona interpreta erróneamente como peligrosas.
Desde la psicología se entiende que el miedo al propio miedo cumple un papel central. La persona teme volver a experimentar las sensaciones físicas del ataque, y esa anticipación ansiosa termina convirtiéndose en un detonante. Debido a esto, la terapia psicológica busca precisamente romper este círculo vicioso, ayudando al paciente a comprender, tolerar y resignificar sus sensaciones.
El papel de la psicología en el tratamiento de los ataques de ansiedad
La psicoterapia es la forma de intervención más eficaz para los ataques de pánico, especialmente cuando se basa en enfoques validados científicamente. El proceso terapéutico permite identificar los factores que desencadenan los episodios, modificar las interpretaciones erróneas del cuerpo y aprender estrategias para manejar el miedo.
El acompañamiento psicológico también cumple una función educativa. A través del diálogo y la observación, la persona comprende cómo su sistema nervioso reacciona ante el estrés y aprende a reconocer las señales tempranas de ansiedad. Este conocimiento reduce la incertidumbre y proporciona una sensación de control, fundamental para disminuir la frecuencia e intensidad de los ataques.
Terapia Cognitivo-Conductual: eficacia demostrada
Entre los distintos enfoques terapéuticos, la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) es una de las más recomendadas para tratar el trastorno de pánico. Se centra en identificar los pensamientos automáticos y las creencias que alimentan el miedo, ayudando al paciente a sustituirlos por interpretaciones más realistas.
Por ejemplo, ante un síntoma físico como el aumento del ritmo cardíaco, la persona puede pensar “voy a morir” o “voy a perder el control”. La TCC trabaja para que aprenda a detectar rápidamente esos pensamientos disfuncionales y repetitivos, y a reinterpretar esas sensaciones como una respuesta natural del cuerpo ante la ansiedad, no como una señal de peligro inminente.
Además, incluye ejercicios de exposición interoceptiva, en los que se recrean de forma controlada las sensaciones físicas del ataque (como hiperventilar o subir las pulsaciones) para enseñar al cerebro que no son peligrosas. Con el tiempo, esta práctica reduce la sensibilidad al miedo y refuerza la confianza en la propia capacidad de afrontamiento.
Otros enfoques terapéuticos
Aunque la TCC es la terapia más respaldada por la evidencia, otros enfoques también pueden resultar muy útiles ante los ataques de pánico.
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), por ejemplo, enseña a aceptar las sensaciones y pensamientos sin luchar contra ellos, promoviendo una actitud de apertura y flexibilidad psicológica. En lugar de intentar eliminar la ansiedad, la persona aprende a convivir con ella mientras avanza hacia una vida significativa.
El Mindfulness o atención plena también ha demostrado eficacia al reducir la reactividad ante los síntomas físicos. Mediante ejercicios de respiración y observación consciente, el paciente entrena su mente para permanecer en el presente sin dejarse arrastrar por el miedo.
Además del trabajo cognitivo y emocional, la psicoterapia enseña técnicas prácticas para manejar los síntomas físicos. Estrategias de respiración diafragmática, relajación muscular o reestructuración del diálogo interno permiten reducir el impacto de los ataques y prevenir su aparición.
El objetivo no es eliminar por completo la ansiedad, que es una emoción necesaria y adaptativa, sino evitar que se descontrole y domine la vida de la persona. Aprender a reconocer los primeros signos del pánico, aceptarlos sin catastrofizar y responder con calma es una habilidad que se desarrolla progresivamente en terapia. Al romper el círculo vicioso de la búsqueda de evitación de la ansiedad, los ataques de pánico van perdiendo fuerza hasta que llega un punto en el que ni siquiera nacen.
Recuperar la confianza y la libertad
Con el tratamiento adecuado, los ataques de pánico pueden superarse. La mayoría de las personas que acuden a psicoterapia experimentan una mejora significativa en pocas semanas o meses, dependiendo de la gravedad y del compromiso con el proceso.
Recuperar la confianza en el propio cuerpo y volver a realizar actividades que antes se evitaban —viajar, salir solo, asistir a reuniones— es un logro profundo. La psicoterapia no solo alivia los síntomas, sino que también ayuda a construir una relación más sana con uno mismo, basada en la comprensión, la aceptación y la capacidad de afrontar el miedo.

Tomas Santa Cecilia
Tomas Santa Cecilia
Psicologo Consultor: Master en Psicología Cognitivo Conductual
En definitiva, los ataques de pánico no son una señal de debilidad ni una condena permanente. Son la expresión de un sistema emocional que necesita atención y regulación. La psicoterapia ofrece un camino eficaz y humano para comprender lo que ocurre, reducir el miedo y recuperar el bienestar. Superar el pánico implica reconectar con el cuerpo, modificar patrones de pensamiento y aprender nuevas formas de relacionarse con las emociones. Con el acompañamiento adecuado, es posible transformar el miedo paralizante en una oportunidad de crecimiento y equilibrio interior.


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