La carga mental hace referencia a la sensación de presión cognitiva y emocional como consecuencia de las exigencias de trabajo, ya sea remunerado o no remunerado. La excesiva carga mental prolongada en el tiempo puede afectar la calidad de vida, provocando fatiga, insomnio, estrés crónico o malestares anímicos tal como ansiedad, angustia y depresión.
Además, su impacto en la salud psicológica puede provocar una reducción en la capacidad para hacerse cargo de las actividades cotidianas, tales como trabajar o llevar adelante tareas sencillas.
Un mundo cada vez más exigente
Los cambios en la modalidad y organización del trabajo en las últimas décadas trajeron consigo nuevos riesgos psicosociales, y algunos de los grupos que están más afectados por la carga mental son: las/os teletrabajadoras/es y las mujeres.
Por un lado, la creciente virtualización provocó una inserción de la tecnología en la totalidad de los espacios, provocando en algunas personas la sensación de deber estar todo el tiempo conectados/as y respondiendo a demandas. Esto, en teletrabajadores/as puede ocasionar una sensación de fatiga crónica e hiperalerta.
Por otro lado, todavía existe una desigual distribución de las tareas en el ámbito doméstico, que mayormente son asignadas a mujeres. Aún predominan mandatos culturales que indican que las mujeres, además del trabajo remunerado, deben encargarse de las tareas del hogar, del cuidado de los/as hijos/as y deben cumplir con estándares altos de belleza. Esto favorece que muchas mujeres tengan una sobrecarga de tareas y exigencias que está invisibilizada en la mayoría de los casos.
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¿Qué hacer cuando se siente carga mental y estrés?
1. Reconocerla
Tomar conciencia es el primer paso para generar cambios valiosos y en dirección de mayor bienestar. Algunas preguntas que pueden ayudarte a reflexionar sobre ello son: ¿Cómo me he sentido en las últimas semanas? ¿Noto seguridad sobre mi capacidad para manejar los problemas que aparecen en mi cotidianidad? ¿Siento que las cosas van bien? ¿Con qué frecuencia he sentido que no podía afrontar todas las cosas que tenía que hacer? ¿Con qué frecuencia siento que tengo todo fuera de control? ¿Con qué frecuencia he sentido que las dificultades se acumulan tanto que no puedo superarlas? ¿Noto que puedo responder en las situaciones importantes de mi vida?
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2. Favorece una comunicación con tus pares
Si notás que tienes una sobrecarga de tareas, es importante valorar tu tiempo al igual que el de tu pareja y compañeros/as de trabajo. Comunícate y llega a acuerdos para que la división de tareas sea lo más equitativa posible. Además, sentirse comprendida/o y validada/o en esta situación puede ser restaurador per se.
3. En momentos de estrés, enfócate en lo importante y valioso para ti
Aprender a discernir entre lo esencial y lo que es menos significativo te ayudará a enfocarte en el momento presente. Puedes preguntarte: ¿Qué es lo adecuado en este momento para mi? ¿Qué está siendo prioridad? ¿Qué necesito soltar o dejar a un lado?
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4. Practica la autocompasión
Algunas frases de autocompasión que pueden acompañarte en momentos de sobrecarga son: Ojalá pueda cuidarme a mí misma/o en estos momentos. Ojalá reciba toda la colaboración y cuidado que necesito. Ojalá pueda ser compasiva/o conmigo misma/o en este momento. Ojalá que encuentre paz y calma.
5. Consultar con un/a profesional de la salud con perspectiva sobre este tema
La fatiga, el estrés y el burnout asociados a la carga mental pueden ser trabajados desde la psicoterapia y en algunos casos desde la psicofarmacología, ya que ambos tienen resultados favorables. Las principales intervenciones que han destacado por su efectividad y buenos resultados son la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), especialmente el tratamiento de activación conductual para depresión (BATD).