Los trastornos de personalidad albergan una serie de peculiaridades que pueden contribuir a la aparición de conflictos en el seno de las relaciones sociales, siendo el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) uno de los que más habitualmente se asocia a ello.
Debido a las fricciones cotidianas (algunas de ellas importantes) es frecuente que surja interés sobre cómo ayudar a una persona con TLP, persiguiendo el fin de aliviar el propio malestar o el del familiar/amigo afectado.
En este artículo indagaremos sobre las características concretas de esta alteración en la estructura misma de la personalidad, pues este conocimiento resulta imprescindible para comprender cómo se siente y cómo actúa una persona que padece TLP.
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El trastorno límite de la personalidad (TLP)
El TLP es una entidad clínica que se incluye en el clúster B de los trastornos de la personalidad; junto al antisocial, el histriónico y el narcisista. Al igual que el resto de los que se mencionan en la lista, su núcleo orbita en torno a la dificultad para regular las emociones y las conductas. Las personas que lo padecen se sienten a menudo abrumadas por su vida afectiva, lo que conlleva una notable inestabilidad en las relaciones con los demás y consigo mismas (su experiencia interna).
Se trata de personas que adolecen de dificultades para controlar sus impulsos, lo que las lleva a cometer actos irreflexivos de los que pueden llegar a arrepentirse, sintiéndose culpables y avergonzadas. También piensan a menudo que los demás no se interesan realmente por su vida y que podrían abandonar la relación que les une, creencia que acaba precipitando actos desesperados por recuperar el cariño y la compañía que temen perder.
Los mecanismos a través de los cuales evalúan a los demás están condicionados, al igual que la propia experiencia emocional, por la inestabilidad y la imprevisibilidad. Tienden a recurrir a los extremos de la idealización y la devaluación, obviando el variado espectro de matices grises que pudieran existir entre una y otra. Por este motivo suelen reaccionar con ira intensa, deviniendo una respuesta emocional que ocasionalmente se prolonga durante días.
La inestabilidad que caracteriza a los juicios que emiten sobre los demás se extiende también al modo en que se perciben a sí mismas, haciéndose evidente una fluctuación constante en la autoimagen y en la identidad. Todo ello puede verse acentuado cuando, además, concurren en el mismo escenario síntomas disociativos tales como la despersonalización (sentimiento de vacío interior que se traduce en la sensación vívida de ser un autómata o una especie de cáscara hueca).
Además de lo reseñado, que alude a una experiencia honda de sufrimiento, quienes padecen el trastorno tienden a recurrir con frecuencia a las amenazas o a la coacción en un intento desmedido por asumir el control de las circunstancias externas que les generan dolor. El contenido de estas amenazas puede implicar la producción de un daño a sí mismas, o el recrudecimiento de un patrón conductual nocivo en el que se hubieran involucrado con anterioridad (consumo de sustancias, sexualidad de riesgo, etc.).
Todas estas circunstancias, junto a otras como las autolesiones o la agresión verbal (insultos, provocaciones, sarcasmo, etc.), fomentan un contexto de extrema tensión relacional. Si bien hoy en día existen tratamientos empíricamente validados para el abordaje de este problema de salud mental (como la terapia dialéctica conductual de Linehan), que deben priorizarse respecto al resto de abordajes, también resulta esencial para los allegados aprender sobre cómo ayudar a una persona con TLP.
¿Por qué ocurre?
Son muchos los estudios que se han llevado a cabo con el propósito de determinar las causas de este trastorno de personalidad, aunque actualmente solo conocemos factores de riesgo que contribuyen a su aparición en un individuo dado. La mayor parte de los mismos contempla circunstancias que concurrieron durante los años de la niñez, pues este es el periodo en el que empiezan a moldearse las bases sobre las que se erigirá su expresión clínica completa (en la adultez).
Uno de los más importantes factores de riesgo es la presencia de psicopatología en los padres, incluyendo trastornos del estado de ánimo y el propio TLP. También la escasa calidez y el rechazo explícito de los progenitores a los hijos se ha relacionado consistentemente con mayor probabilidad de padecerlo, así como los cuidados inconsistentes. La hostilidad y la alta expresividad emocional negativa (de padres a hijos) también tienen un rol a considerar.
La experiencia de situaciones traumáticas de larga duración, generalmente en forma de abusos en la infancia (físicos, emocionales, verbales y sexuales), es uno de los factores de riesgo sobre los que actualmente se cuenta con mayor consenso por parte de la comunidad científica. Estas situaciones de estrés prolongado pueden asociarse, asimismo, a la presencia de los síntomas disociativos propios del TLP.
Los estilos básicos de apego también han sido objeto de estudio por parte de los investigadores, desprendiéndose de la evidencia empírica que los apegos inseguros (especialmente el ansioso) contribuyen decisivamente a la formación del trastorno en la adolescencia y la vida adulta. Por último, dimensiones básicas de la estructura de la personalidad; como el neuroticismo, la impulsividad y la evitación experiencial, pueden formar parte del perfil premórbido de quienes padecen TLP.
Cómo ayudar a una persona con TLP
Seguidamente presentamos algunas sugerencias que pueden ayudar a lidiar con las fricciones cotidianas que se desprenden de la convivencia con quien padece este importante problema de salud mental. Poner en práctica todos estos consejos puede suponer un esfuerzo al principio, y no sustituyen la pauta de tratamiento psicológico o farmacológico. Su propósito radica únicamente en facilitar los momentos de mayor dificultad.
1. Valida su experiencia emocional
Las personas con TLP sienten a menudo que no son comprendidas por los demás, y que son el receptáculo de críticas constantes por su forma de pensar o sentir. Es necesario recordar que las personas con TLP pueden experimentar emociones muy intensas y de larga duración cuando perciben que son objeto de una ofensa.
Es por ello importante aprender a validar la experiencia tal y como es relatada, mostrando apoyo y escucha; en un contexto de aceptación, honestidad y evitación del juicio.
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2. Ofrece apoyo
Ante una situación de desbordamiento emocional, deja constancia a la persona con TLP de tu disponibilidad para dedicar tiempo a escuchar lo que deba decir.
El uso de gritos, u otras estrategias negativas de comunicación (tanto verbal como no verbal), pueden suponer la interrupción abrupta de una oportunidad para la conexión y el consecuente aumento de afectos difíciles. La ruptura de las vías de expresión emocional acaba en un distanciamiento de las dos partes que puede tardar en resolverse.
3. Comunica tus necesidades y permite que se exprese
Transmite a la persona que entiendes cómo se está sintiendo, orientando el foco de la atención a la experiencia emocional en lugar de acentuar la supuesta relevancia de la situación que la precedió.
Si te resulta difícil conectar con su discurso, anímala a que siga ahondando en él con un propósito explícito de comprenderlo. Habla con claridad sobre aquello que no consideras tolerable en este mismo instante, como los insultos o las faltas de respeto, estableciendo una pauta para el contacto.
4. Implícate en las pautas de tratamiento
Muchas de las pautas terapéuticas que se ofrecen a los pacientes con TLP implican de forma directa a la familia. Interésate por aquello que ocurre en el contexto de la intervención, respetando los límites de la confidencialidad y evitando actitudes de naturaleza paternalista. Muestra compromiso con el proyecto de mejora en el que se ha embarcado, contribuyendo a los cambios que necesariamente han de articularse en la vida cotidiana de la persona que padece este trastorno.
5. Muestra comprensión ante el recrudecimiento de los síntomas
Muchas personas con TLP aprenden a gestionar sus propias dificultades y a llevar una vida absolutamente normalizada. No obstante, es muy probable que en ciertos momentos (periodos de estrés intenso, conflictos relacionales puntuales, etc.) se produzca una acentuación de los síntomas.
Muestra comprensión y comunica esperanza de que la emoción que experimenta acabará resolviéndose, tal y como ha podido ocurrir en otras ocasiones del pasado.
6. Aprende estrategias para regular tus propias emociones
Es innegable que la convivencia con una persona que padece TLP puede suponer sufrimiento para toda la familia, pues desde una perspectiva sistémica, la familia es un mecanismo en el que todos los engranajes son relevantes para su óptimo funcionamiento.
Aprender técnicas concretas de control de la activación autónoma, tales como la respiración diafragmática o la relajación muscular progresiva de Jacobson (guiadas siempre por un especialista), puede ayudar a hacer más llevaderos los momentos difíciles.
7. Busca ayuda profesional
Si la situación que vives con tu familiar genera en ti una respuesta de estrés que te resulta difícil de manejar (distrés), es importante que seas capaz de tomar un respiro y busques ayuda profesional.
El estrés largamente mantenido puede provocar un declive en nuestros mecanismos de adaptación (incluso fisiológicos), produciéndose un agotamiento que aumenta el riesgo de muchos problemas de salud mental (como la depresión mayor o los distintos trastornos de ansiedad, entre otros).
Qué cosas debemos evitar
Existen una serie de situaciones que debemos evitar cuando deseamos ayudar a una persona con TLP. La primera de ellas es desarrollar una conducta de excesiva sobreprotección o condescendencia, así como mantener la creencia de que con nuestros actos seremos capaces de solucionar todos sus problemas. Una parte importante de la mejoría consiste en aprender a regular los afectos, y para ello quien padece TLP debe asumir su día a día con la máxima autonomía.
También es necesario hacer un esfuerzo por no personalizar las palabras duras que la persona con TLP pueda proferir durante un momento de ira, puesto que esta se encuentra lidiando no solo con el conflicto en el que ambos estáis, sino también con los propios síntomas de su trastorno.
Referencias bibliográficas:
- Stepp, S.D., Lazarus, S.A. y Byrd, A.L. (2016). A Systematic Review of Risk Factors Prospectively Associated with Borderline Personality Disorder: Taking Stock and Moving Forward. Personality Disorders, 7(4), 316-323.
- Stone, M.H. (2019). Borderline Personality Disorder: Clinical Guidelines for Treatment. Psycodynamic Psychiatry, 47(1), 5-26.