Cómo manejar el Estrés en el Regreso a la Rutina tras las vacaciones

El regreso a la rutina tras las vacaciones suscita en las personas respuestas de lo más diversas. Por una parte, están quienes desearían prolongar las vacaciones y tener así un par de días más de descanso; por otra, aquellos ansiosos por reanudar la rutina, con sus horarios fijos y sus actividades cotidianas. Sin embargo, en ambos casos, es posible que una vez de regreso al trabajo, a la universidad o a la escuela, la mirada que tengan acerca del tema se vea empañada por el estrés del regreso a la rutina.

Y es que, más allá de las expectativas iniciales que uno tenga hacia la idea de volver a la rutina del día a día, en las vacaciones solemos llevar un estilo de vida más relajado. Los ritmos vacacionales son más lentos: se trata de un período destinado al descanso, a pasar más tiempo con la familia y los amigos, a la realización de actividades o hobbies para los que normalmente no hacemos espacio. En contraste con ello, el regreso a la rutina supone la exposición a una serie de estresores a los que nos hemos deshabituado. Es lógico que, a raíz de ello, muchas personas sientan que no son capaces de readaptarse a las actividades laborales o académicas. En gran parte de las ocasiones, esto se debe a que no están pudiendo manejar el estrés rutinario de manera efectiva. En este artículo veremos qué estrategias podemos poner en práctica para afrontar este problema.

La importancia del estrés en nuestras vidas

En primer lugar, antes de adentrarnos en cómo manejar el estrés de regreso a la rutina, es necesario hacer una serie de puntualizaciones acerca del estrés, ya que es un concepto que tiende a prestarse a confusión. A día de hoy, se promulga por muchos medios de comunicación la idea de que debemos reducir al máximo el estrés en nuestras vidas para poder vivirla en plenitud (cómo será así que, en cualquier tienda de regalos es posible encontrar una taza que aluda a la eliminación del estrés). Sin embargo, además de que exterminar el estrés de nuestras vidas representa una fantasía irreal, lo cierto es que no sería conveniente en lo absoluto.

El estrés es un mecanismo gracias al cual podemos adaptarnos a los estímulos que provienen del medio. Todas las personas estamos sometidas a distintos estímulos que alteran nuestro estado de equilibrio interno y a los que tenemos que responder de una manera más o menos eficiente. A esos estímulos los llamamos estresores. Un estresor puede ser algo tan simple como el hecho de que suene el timbre de nuestra casa, lo que suscita una respuesta en nosotros (solemos ir para ver quién se presenta a nuestra puerta); pero también podría ser algo más complejo y significativo para nuestras vidas, como la aproximación de la fecha de un examen que deseamos aprobar y para el que debemos estudiar.

Resaltar la diversidad de situaciones ante las que sentimos estrés es clave, ya que permite que notemos un hecho que suele ser olvidado: el estrés es necesario para conseguir aquello que es importante para nosotros. Sin estrés no podríamos llevar a cabo tareas básicas como alimentarnos o escapar de una situación peligrosa, pero tampoco podríamos perseguir nuestros proyectos personales. Es un mecanismo que nos insta a movernos permanentemente. Sin embargo, la sobreexposición a ciertos estresores muy intensos o frecuentes desencadena respuestas nerviosas y endocrinas en nuestro organismo que, de prolongarse en el largo plazo, podrían cronificarse y afectarnos con gravedad a nivel físico, cognitivo y emocional.

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Estrategias de manejo del estrés para el regreso a la rutina

Por lo tanto, habiendo señalado esto, el objetivo de exponer un conjunto de técnicas destinadas al manejo del estrés no es el de eliminarlo —lo necesitamos—, sino desarrollar estrategias que sean útiles para responder a las demandas de los estresores propios de la rutina del día a día sin que nos desborden. A continuación, enseñamos algunas de ellas:

1. Hacer una lista de tareas y prioridades

En el ámbito educativo se ha demostrado que la sobrecarga de tareas, las evaluaciones y los exámenes son algunos de los principales estresores a los que se exponen los estudiantes. También, la supervisión de los jefes y el cumplimiento de plazos en el trabajo son fuentes de estrés laboral. Para ambos casos, hacer una lista de tareas y prioridades será útil para administrar el tiempo disponible y evitar sentirse abrumado por los pendientes. Se recomienda que la lista apunte a establecer objetivos concretos —es decir, detallar la tarea lo más posible—, realizables en el corto plazo, y que estén ordenadas por una clave de importancia o urgencia. Serán éstas las actividades que debemos resolver en primer lugar, para luego avanzar hacia las menos relevantes.

2. Establecer horarios de descanso

Separar un horario determinado para el descanso es una estrategia clave para afrontar el estrés de regreso a la rutina. A veces caemos en el error de creer que, como ya hemos descansado durante las vacaciones, el modo de maximizar nuestra productividad es ponernos a trabajar sin parar. Sin embargo, esto no sólo consigue fatigarnos, sino que, además, genera el efecto contrario: acabamos disminuyendo nuestra eficiencia. Por esa razón, establecer un horario fijo entre las actividades rutinarias para dar un paseo o practicar algún pasatiempo es fundamental para desconectar y así regresar luego al estudio o trabajo con mayor energía.

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3. Hacer las tareas estresantes con plena conciencia

Otra propuesta para afrontar el estrés de la cotidianeidad es llevar a cabo las tareas que normalmente son estresantes con plena conciencia, es decir, manteniendo el foco atencional en el aquí y ahora. Esto no asegura que las actividades displacenteras dejarán de ser desagradables —de hecho, incluso es posible que prestando atención al presente ese malestar sea más notorio—, pero aún así es una práctica beneficiosa ya que nos permitirá tomar decisiones más sabias en función a cómo nos sentimos en ese preciso instante.

Las prácticas Mindfulness permiten liberarnos del modo automático, aceptar las sensaciones físicas y las experiencias internas (pensamientos, emociones) como tales, por más incómodas que sean, para así ver luego qué hacer con ello. Esto es crucial para regresar a las actividades del día a día después de las vacaciones y prevenir sentirnos abrumados por los quehaceres rutinarios. Además, con solo notar lo que tenemos frente nuestro podríamos llevarnos una sorpresa. Parece ser que este “simplemente notar” ya lo ponía en práctica Franz Kafka: “Lo cotidiano es en sí mismo maravilloso. Yo no hago más que consignarlo”.