En los últimos años, la terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares) ha ganado mucha popularidad. Se habla de ella como una técnica revolucionaria para tratar traumas y otras dificultades emocionales, y es cierto que es un tipo de terapia muy útil. Pero, con su crecimiento también han surgido mitos que la convierten en algo que no es: ¿Es una terapia milagrosa que cura en pocas sesiones? ¿Sirve para cualquier persona y cualquier problema? ¿Es una especie de hipnosis?
Si has escuchado que el EMDR es la solución definitiva para cualquier trastorno psicológico o que con un par de movimientos oculares tu trauma desaparecerá para siempre, déjame decirte que la realidad es un poco más compleja. Esta terapia es efectiva, pero no es mágica ni funciona igual para todos.
Los principales mitos sobre la terapia EMDR
Hoy quiero desmontar los mitos más comunes sobre el EMDR y contarte qué puedes esperar realmente de esta terapia. Porque cuando se entiende bien, puede ser una herramienta poderosa, pero si se parte de falsas expectativas, puede llevar a decepciones innecesarias.
1: “El EMDR es una terapia rápida que cura en pocas sesiones”
Uno de los mitos más extendidos sobre el EMDR es que funciona de manera rápida. Es cierto que, en comparación con otras terapias, puede ofrecer avances significativos en menos tiempo, pero eso no significa que sea una cura exprés.
El número de sesiones necesarias varía según la persona y la complejidad del problema. Algunas personas con un trauma específico pueden notar mejoras en pocas sesiones, pero otros casos, especialmente aquellos con traumas complejos o múltiples, requieren un proceso más largo.
Además, el EMDR no solo consiste en mover los ojos y listo. Antes de llegar a la fase de procesamiento del trauma, hay un trabajo previo de preparación, regulación emocional y fortalecimiento de recursos internos que puede llevar mucho tiempo.
Mito 2: “El EMDR sirve para cualquier persona y cualquier problema”
El EMDR ha demostrado ser muy efectivo en el tratamiento del trauma, la ansiedad y ciertos trastornos emocionales, pero no es una terapia universal. No todas las personas responden de la misma manera y, en algunos casos, puede no ser la mejor opción.
Por ejemplo, personas con dificultades graves para regular sus emociones pueden necesitar primero otras herramientas antes de iniciar el proceso de EMDR. También hay quienes simplemente no se sienten cómodos con esta técnica o prefieren un enfoque más basado en la conversación. Cada caso es único y es el psicólogo quien debe evaluar si el EMDR es adecuado o si es mejor combinarlo con otros enfoques.
Mito 3: “El EMDR es hipnosis”
Otro error común es pensar que el EMDR es una forma de hipnosis. No, no te “duermen”, no pierdes el control ni entras en un estado alterado de conciencia. Durante la terapia, sigues completamente despierto y consciente de lo que ocurre.
Lo que hace el EMDR es estimular el cerebro a través de movimientos oculares, sonidos o toques bilaterales para ayudar a procesar recuerdos traumáticos. Es una técnica basada en la neurociencia, no en sugestión o trance.
Mito 4: “Solo funciona si recuerdas exactamente lo que pasó”
Mucha gente cree que el EMDR solo funciona si tienes un recuerdo claro y detallado del trauma, pero esto no es cierto. La memoria traumática no siempre es nítida y, en muchos casos, las personas tienen fragmentos borrosos o incluso bloqueos.
El EMDR no necesita que recuerdes todo con precisión. Lo importante es trabajar con las emociones, sensaciones y pensamientos asociados al trauma, aunque la imagen del evento no esté clara.
Mito 5: “Si el EMDR funciona, no deberías sentirte mal después de una sesión”
El procesamiento de un trauma no es un camino lineal ni siempre cómodo. Es normal que, después de una sesión intensa de EMDR, se experimenten emociones fuertes, cansancio o incluso síntomas temporales de malestar. Esto no significa que la terapia no esté funcionando, sino que el cerebro sigue procesando la información.
Mito 6: “Solo necesitas EMDR, no hace falta hablar ni hacer otro tipo de terapia”
El EMDR es una herramienta valiosa, pero no reemplaza la necesidad de trabajar otros aspectos emocionales. Muchas veces, se complementa con terapia cognitivo-conductual, terapia somática o enfoques de integración emocional para lograr un proceso más completo.
Además, aunque el EMDR ayuda a reprocesar recuerdos dolorosos, también es importante desarrollar nuevas formas de relacionarse con uno mismo y con los demás. La sanación no termina solo cuando el trauma se procesa; también implica aprender a vivir sin la carga que dejó.
Entonces, ¿qué es realmente el EMDR?
Ahora que hemos desmontado los mitos, hablemos de lo que realmente es el EMDR. Se trata de una terapia basada en la capacidad natural del cerebro para procesar y sanar experiencias difíciles. A través de estimulación bilateral (movimientos oculares, sonidos o toques), ayuda a desbloquear recuerdos traumáticos y a integrarlos de una manera menos perturbadora.
Es un método respaldado por la ciencia y reconocido por organizaciones como la OMS y la Asociación Americana de Psiquiatría. No es magia, no es hipnosis y no es una solución instantánea, pero cuando se usa adecuadamente, puede ser una herramienta muy útil.
El EMDR ha cambiado la vida de muchas personas, pero entender sus alcances y sus límites es fundamental para que realmente funcione. No es una varita mágica ni una terapia para todos, pero, tampoco es una moda pasajera sin fundamento.
Si estás considerando probar EMDR, lo mejor que puedes hacer es informarte bien, buscar un psicólogo formado y tener expectativas realistas.


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