Los trastornos de la conducta alimentaria son unos de los problemas mentales más conocidos, y uno de los que más ha aumentado en las últimas décadas debido a una cultura y sociedad con unos cánones estéticos muy exigentes. Si hablamos de estos problemas nos vienen a la cabeza dos nombres, que representan los diagnósticos más conocidos, comunes y peligrosos dentro de esta categoría: la anorexia y la bulimia nerviosas.
Sabemos que se trata de condiciones potencialmente fatales si no se recibe un tratamiento, y que estas personas recurren a prácticas tales como el control o incluso cese de la ingesta, la realización continuada y excesiva de ejercicio, el uso de laxantes o el acto de provocarse el vómito.
Pero... ¿qué ocurre cuando los problemas alimentarios se añaden a una una patología o enfermedad metabólica o endocrina, como por ejemplo la diabetes? En este sentido, existen también alteraciones dentro de los trastornos de la conducta alimentaria específicos de este sector de la población. Se trata de la diabulimia, un peligroso trastorno de la conducta alimentaria que pueden padecer algunas personas con diabetes insulinodependiente.
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Preámbulo: la diabetes tipo 1 o insulinodependiente
La diabulimia es una condición altamente peligrosa y con potencial mortal para quien lo padece, pero para comprender de qué estamos hablando primero es necesario saber qué es la diabetes tipo 1.
La diabetes mellitus es una enfermedad metabólica y endocrina la cual se caracteriza por la existencia de una dificultad o imposibilidad de nuestro organismo para metabolizar la glucosa, debido a la presencia de alteraciones en las llamadas células beta de los islotes de Langerhans de nuestro páncreas. En condiciones normales estas células se encargan de sintetizar y segregar insulina, que permite que la glucosa de los alimentos sea procesada y se reduzcan sus niveles en sangre.
Sin embargo en el caso de las personas con diabetes estas células no funcionan correctamente, con lo que al comer la glucosa se eleva en gran medida y el cuerpo no es capaz de procesarla. En el caso de la diane Aparece lo que se conoce como una hiperglucemia, en la que los niveles de glucosa están por encima de 126 mg/dl.
Se trata de una situación peligrosa en la que aparecen síntomas como aumento del hambre, pérdida de peso (el azúcar se elimina a través de la orina sin procesarse), astenia, visión borrosa, polidipsia o necesidad de beber continuamente y/o poliuria o necesidad frecuente de orinar independientemente de lo bebido.
Existen varios tipos de diabetes: la tipo 1 o insulinodependiente, la tipo 2 o no insulinodependiente y la gestacional. En la diabetes tipo 1 la persona el páncreas de la persona no es capaz de secretar insulina de forma natural, con lo que necesita inyectársela de manera externa: es insulinodependiente.
En la tipo 2 sí que hay secreción pero las células no funcionan correctamente y se produce menos de la que sería necesaria, y en la gestacional se da el caso que una mujer embarazada padece de manera temporal (generalmente) una disfuncionalidad en la síntesis y gestión de insulina debido principalmente a los cambios hormonales propios de la gestación.
Se trata de una enfermedad sin cura conocida pero con tratamientos efectivos que deben mantenerse durante toda la vida, y que si no se controla puede tener efectos graves en los nervios, el corazón, los vasos sanguíneos, el hígado, los riñones, los ojos, la piel, la boca y los dientes, los riñones o los pies. Sin tratamiento podría llegar a provocar neuropatías, pérdidas de sensibilidad, facilita la posibilidad de accidentes vasculares, disfunción eréctil, ceguera, pie diabético, coma insulínico o incluso la muerte.
La diabulimia
Recibe el nombre de diabulimia una condición o trastorno alimentario que puede darse en personas con diabetes tipo 1 o insulinodependiente, la cual se caracterizada por la presencia de distorsiones corporales y obsesión por la pérdida de peso que provocan la negligencia voluntaria, la reducción o el cese del tratamiento de la insulina como método para reducir el peso corporal.
Ello implica que la persona que lo padece no lleva a cabo el tratamiento de su condición médica o que lo modifica con el propósito de perder peso, dado que como hemos comentado la pérdida de este es uno de los síntomas típicos de la hiperglucemia. En este sentido la diabulimia es una condición especialmente temible, ya que a la ya de por sí peligrosa sintomatología propia de un trastorno alimentario se le añade el hecho de padecer una diabetes insulinodependiente cuyo tratamiento es sistemáticamente negligido.
Además de la manipulación y alteración del uso de la insulina, es posible que quienes tienen esta alteración lleguen a manipular los datos reflejados por sus glucómetros con el fin de que cuando se realizan los controles con el médicos estos marquen valores inferiores a los que correspondan. Aunque en algunos casos llevan una alimentación aparentemente normal, por lo general suelen existir pautas alimentarias irregulares con restricciones severas y posibles atracones. También es frecuente que existan síntomas de ansiedad y depresión.
Al igual que ocurre con la mayoría de trastornos alimentarios, la diabulimia resulta especialmente común en mujeres adolescentes o adultas jóvenes, aunque también se observan casos en varones. Aunque el nombre de diabulimia es una composición entre diabetes y bulimia, de hecho es un trastorno alimentario que podría considerarse por sí mismo ya que tiene características muy específicas (si bien también podría considerarse el uso de la insulina como una conducta de purga propia de la bulimia).
Además también se ha identificado esta alteración no solo en bulimia sino también en anorexia. Se trata de un trastorno que actualmente aún no se encuentra como tal en manuales diagnósticos como el DSM-5, pero que podría considerarse como Otro Trastorno Alimentario y de la Ingestión de Alimentos Especificado.
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Síntomas
En ocasiones la diabulimia puede pasar desapercibida, ya que en algunos casos quienes la sufren pueden llegar a realizar un consumo aparentemente normal de alimentos pese a que luego no se medican con el fin de no aumentar de peso. Asimismo, en ocasiones se confunde con un paciente con diabetes con poca adherencia al tratamiento.
Sin embargo, es habitual que quienes lo sufren tengan dificultad y malestar para comer en público o den muestras de malestar si tuvieran que inyectarse insulina cuando comen en público. Del mismo modo y al igual que con otros trastornos alimentarios, el rechazo a la propia figura corporal, el miedo a engordar y la preocupación excesiva por el peso es una constante que también se da en estos casos. Asimismo, el comportamiento errático a la hora de acudir al médico para realizarse controles puede ser un sítoma.
Posibles consecuencias
Los efectos pueden ser devastadores, y se asemejan en gran medida a los propios de la hiperglucemia o el descontrol entre hiperglucemia e hipoglucemia: el no aplicar un tratamiento o hacerlo en menor cantidad de lo necesario junto con la realización de otras conductas como ayunar puede afectar al sistema nervioso y contribuir a la aparición de una neuropatía que puede afectar entre otras partes del cuerpo a los ojos (puede llevar a la ceguera).
También corren peligro el sistema cardiovascular y cerebrovascular, los riñones y el hígado, haciendo más probable la aparición de problemas como fallos renales (los problemas renales son mucho más habituales en sujetos diabéticos con trastornos alimentarios) y/o hepáticos, accidentes cerebrovasculares o problemas cardíacos. Es habitual también que se produzcan hospitalizaciones frecuentes por cetoacidosis, en las que el organismo consume a gran velocidad las grasas del cuerpo en un intento por obtener energía. De hecho, la diabulimia puede reducir en gran medida la esperanza de vida de quienes la padecen.
Causas
Al igual que ocurre con el resto de trastornos alimentarios, no se conoce una única causa u origen de la diabulimia. Se considera que estamos ante un trastorno cuyas causas son multifactoriales.
Este trastorno se encuentra presente únicamente en pacientes diabéticos, y es habitual que aparezca durante la adolescencia. No es infrecuente que la restricción del tratamiento de la diabetes se de tras los primeros momentos del diagnóstico, al darse cuenta de que el no tratamiento de su condición puede ser utilizado al igual que los vómitos o la restricción alimentaria.
Otra de los factores que ayudan a explicar este trastorno se encuentra en la sobrevaloración de la importancia de la imagen corporal y el peso (algo que por otro lado también se ve favorecido por los cánones de belleza de nuestra sociedad), además de un posible intento de sentir la capacidad de controlar su vida que es proyectado sobre el ámbito alimentario (el sujeto puede sentir tener el control al perder peso).
En este último sentido puede existir un rechazo o sensación de pérdida de control al confirmarse el diagnóstico, la cual aunque pueda parecer paradójico podría llegar a provocar que buscasen aumentar su sensación de control en la pérdida de peso a través de no medicarse. Asimismo, la labilidad emocional y la baja autoestima junto a posibles vivencias de rechazo durante el crecimiento a causa del peso pueden contribuir a su formación.
Tratamiento
El tratamiento de la diabulimia es complejo y requiere de un abordaje multidisciplinar en que deberán contarse con profesionales como endocrinos, nutricionistas, psicólogos y psiquiatras o educadores van a ser necesarios. Hay que tener en cuenta que habrá que tratar a un mismo tiempo ambas condiciones: el trastorno alimentario y la diabetes.
En este sentido será necesario realizar una educación diabetológica y establecer una dieta adecuada así como realizar psicoeducación (que también debería realizarse al entorno para favorecer la comprensión del proceso que está pasando el individuo y permitir la orientación y la generación de estrategias y pautas de actuación), a la par que se realizan tratamientos psicológicos tales como la reestructuración cognitiva para modificar las creencias de la persona con respecto a sí mismo y su cuerpo o sobre las creencias y mitos de la diabetes y su tratamiento.
También se trabaja en el control de estímulos y técnicas como la exposición con prevención de respuesta (hacer que la persona afronte la ansiedad que le genera la percepción de su cuerpo a la par que evita realizar la respuesta de disminuir la insulina inyectada y el resto de estrategias que suela emplear).
Por otro lado puede ser de utilidad emplear estrategias que permitan favorecer la sensación de autoeficacia y control. Pueden resultar beneficiosas técnicas como el entrenamiento en gestión del estrés y en habilidades sociales, y también se reconoce como de gran utilidad el uso de programas que incluyan el reforzamiento diferencial de conductas incompatibles con el problema.
Ahora bien, también hay que valorar que al igual que ocurre en personas con anorexia o bulimia, muchos pacientes presentan gran resistencia a intentar realizar un cambio de sus pautas de actuación. Es por ello imprescindible trabajar en primer lugar la relación terapéutica y la adherencia al tratamiento, entre otras cosas con entrevistas motivacionales y valorando las consecuencias que ya haya podido tener o los riesgos que se corren ante la conducta actual (sin por ello recurrir a asustar al paciente).
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