Una de las características del duelo psicológico por el que pasan las personas tras perder a alguien querido es, por norma general, la sensación de que lo vivido junto a la otra persona es una historia inacabada. Es decir, una narración que no ha llegado a tener un desenlace verdadero.
Y es que incluso los familiares de una persona muy mayor o de alguien que ha estado muy enfermo durante años tienden a experimentar la muerte de ese ser querido como un cierre en falso, una manera apresurada y “artificial” de poner fin al recorrido de esa relación.
Sin embargo, cuando el duelo es producido por el hecho de perder a alguien importante para uno mismo pero con quien se ha mantenido una relación complicada y emocionalmente ambivalente, esa experiencia angustiante aún se intensifica más. Es en parte por ello que, aunque parezca una paradoja, el duelo puede llegar a resultar más doloroso cuando se pierde a alguien con quien no se mantenía un vínculo emocional fundamentado única y claramente en el amor puro.
En este artículo haremos un repaso a las características del duelo psicológico en las relaciones complicadas, y a sus implicaciones en psicoterapia.
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¿Qué es el duelo?
Empecemos poniendo el foco en el concepto de duelo psicológico. ¿Qué es? Dicho de manera resumida, se trata del estado psicológico de malestar que aparece tras un suceso que interpretamos como una pérdida de alguien o algo que era importante para nosotros: una casa, un puesto de trabajo, el entorno universitario, la propia belleza, una mascota, un objeto con valor sentimental por lo que simboliza, o, en los casos más claros, un amigo, un familiar o una pareja.
Así, puede decirse que el duelo psicológico es la consecuencia del hecho de “dejar atrás” a algo o a alguien con quien nos unía un vínculo emocional positivo fuerte. Es consecuencia, en parte, de los problemas para adaptarse a una nueva realidad en la que ya no tenemos acceso a esa persona o elemento tan importante para nosotros, y del reto que supone gestionar emocionalmente los recuerdos de lo que nos unía a ese ser querido, lugar, rasgo físico u objeto.
Algunas de las experiencias más comunes ligadas al duelo son las siguientes:
- Llanto incontrolado al recordar de manera vívida experiencias a las que nos gustaría volver
- Tendencia a centrar la atención en el pasado y no tanto hacia el presente.
- Comparaciones constantes entre la realidad que nos lleva a través de nuestros recuerdos y la que experimentamos en el aquí y ahora.
- Sentimientos de culpa por no haber obrado de otro modo antes de que se produjese esa pérdida.
- Sensación de que no podremos volver a vivir la vida del mismo modo.
En la mayoría de los casos, el duelo produce un intenso malestar, pero con el paso de las semanas va volviéndose más llevadero hasta que llega un punto en el que ya no daña significativamente la calidad de vida de quien lo ha estado sufriendo; sin embargo, en algunos casos adquiere características psicopatológicas y se hace necesario acudir a psicoterapia.
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Principales características del duelo tras una relación complicada
Antes hemos visto que el duelo ocurre cuando nos encontramos con una situación en la que desconectamos con una persona, animal o aspecto del día a día con lo que nos sentíamos muy unidos, de manera que esa pérdida nos desborda emocionalmente porque ese vínculo se basaba en emociones agradables o ilusionantes y que solemos asociar al lado “positivo” de la vida: el placer de cenar con un novio o novia, las navidades con la abuela, la experiencia de jugar con nuestra mascota… Sin embargo, esto es una verdad a medias.
A veces, es complicado considerar simplemente como “positivo” el vínculo que nos une a una persona importante para nosotros. Esto es muy común cuando hemos pasado por una relación de pareja insatisfactoria o conflictiva, o cuando se ha crecido en una familia desestructurada con problemas en la crianza.
De hecho, la experiencia de pasar por un duelo por la pérdida de alguien con quien se tenía una relación complicada es muy común en el caso de las ruptura de pareja: en muchos casos, esa separación es vivida como un momento amargo que ha venido precedida de una época de felicidad junto a esa persona.
En casos así, es habitual que se solapen entre sí emociones hacia la otra persona que son aparentemente contradictorias, ya que por un lado se ha sentido ilusión por el hecho de empezar esa relación de noviazgo o ese matrimonio, y por el otro, una serie de sucesos frustrantes, tristes o simplemente ansiógenos han llevado a un desenlace que visto desde el pasado resulta indeseado. ¿Cómo sentirnos, pues, con esa pérdida?
Así pues, si algo tienen en común prácticamente todos los casos de duelo por el hecho de dejar atrás una relación complicada es el choque entre emociones que aparentemente tiran de uno mismo hacia lados opuestos, y que producen una sensación de inestabilidad sentimental e incluso intelectual (ya que cuesta explicar lo que ha ocurrido). Veamos cuáles son los principales elementos psicológicos de este proceso.
1. Sentimientos de culpabilidad más acentuados
La insatisfacción entre lo que podría haber sido y lo que finalmente ha sido la relación hace que muchas personas se sientan muy culpables por no haber sido capaces de volver positiva esa relación con quien se deja atrás.
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2. Angustia ante la falta de una sola manera de interpretar la relación
Como en una relación complicada suele existir algún tipo de confrontación o choque de intereses, resulta complicado tener la seguridad de que nuestra versión de los hechos es la adecuada. Esto es muy significativo, teniendo en cuenta de que en el duelo los seres humanos tendemos a buscar una manera estable de interpretar y de vertebrar narrativamente nuestros recuerdos de lo vivido junto a esa persona.
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3. Sensación de disociación con respecto a la persona que se deja atrás
En el duelo por relaciones complicadas es más habitual que la persona note que la persona de la que realmente se ha separado y la persona a la que recuerda y recrea en su imaginación son diferentes, y que esta última “no es fiable” porque es un recurso para autoengañarse.
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