La depresión es uno de los trastornos mentales que más prevalencia tiene, por lo que se trata de una problemática a tener muy en cuenta.
Son muchos los efectos que puede tener sobre la persona que padece esta dolencia, pero en esta ocasión vamos a poner el foco sobre la autoestima del paciente. En las siguientes líneas trataremos de analizar las principales formas en las que la depresión puede repercutir en la autoestima.
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La relación entre la depresión y la autoestima
Antes de sumergirnos de lleno en la problemática del impacto de la depresión en la autoestima, resulta conveniente realizar una breve introducción en la que clarifiquemos estos conceptos. Y es que resultaría inadecuado adentrarnos en esta cuestión antes de dejar claros términos tan importantes como la propia idea de depresión y también la autoestima.
La depresión es una psicopatología encuadrada dentro de los trastornos del estado de ánimo y caracterizada por un profundo y recurrente sentimiento de tristeza y/o la desesperanza. A esa sensación, le pueden acompañar muchas otras, todas de carácter negativo, como son la frustración, una fácil irritabilidad, estado de malestar general, o sensación de impotencia, entre otras.
Aunque luego veremos en profundidad el impacto de la depresión en la autoestima, debemos saber que este diagnóstico suele caracterizarse por una gran sensación de desesperanza bajo tres perspectivas diferentes. Una de ellas es la propia vida del sujeto que la padece, otra es acerca del mundo en general y la tercera de ellas se refiere a los acontecimientos futuros, que se anticipan desde una óptica pesimista.
Por otro lado, centrándonos ahora en la autoestima, podemos definir este concepto como una evaluación de la propia persona en la que realiza un juicio acerca de lo que vale. En ese sentido, la persona podrá realizar juicios positivos o negativos de una manera puntual o bien recurrente. Si el sujeto tiende a hacer autoevaluaciones negativas, consideramos que tiene una baja autoestima. Si su percepción de sí mismo suele ser positiva, estaríamos hablando de una autoestima alta.
Simplemente habiendo revisado las definiciones de estos dos conceptos, podemos anticipar que el impacto de la depresión en la autoestima va a ser profundo y de carácter negativo, es decir, la depresión va a generar que la autoestima de la persona que la padece sea cada vez más baja. Ahora es necesario que nos detengamos a revisar los procesos a través de los cuáles se da este fenómeno.
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El impacto de la depresión en cómo nos vemos y nos valoramos
Hemos anticipado que el impacto de la depresión en la autoestima es notorio y desfavorable. Lo que debemos analizar es mediante qué vías sucede esta cuestión y cuáles son las consecuencias que tiene cada una de ellas. A continuación realizaremos esta tarea.
1. La tríada cognitiva de Beck
Como mencionábamos en la introducción, la depresión desencadena ideas negativas a tres niveles: acerca del propio sujeto, acerca del mundo y acerca del futuro. Esto es lo que se conoce como la tríada cognitiva de Beck, llamada así por Aaron T. Beck, psiquiatra estadounidense que desarrolló dicha teoría en el año 1976, y sigue estando vigente a día de hoy.
Dentro de esa tríada, para el asunto que nos ocupa, tiene especial interés el elemento de las percepciones negativas de uno mismo, lo que es un reflejo del impacto de la depresión en la autoestima. De las tres disfunciones cognitivas que Beck expone en su modelo, esta es la que explica por qué la autoestima experimenta un descenso.
El sujeto que está sufriendo la depresión mayor, se encuentra en una espiral de pensamientos negativos que le hacen llegar a juicios de sí mismo tan negativos como que es una persona inútil, que es incapaz de lograr sus metas y por lo tanto de alcanzar la felicidad, que solo tiene defectos, que está enfermo, que está en desventaja con el resto de personas, etc.
Por supuesto, los otros componentes de la tríada de Beck no hacen sino sumarse a este el impacto de la depresión en la autoestima, pues a ese listado de autoevaluaciones negativas que la persona estaría realizando, se suma la percepción de que no existe esperanza de mejorar, pues todo en el mundo está mal, tanto en el presente como en el futuro, por lo que lo único que le espera es la derrota.
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2. La afección de los recuerdos
Existen otros caminos por los que la depresión puede ir deteriorando la autoestima del paciente a medida que se agrava. Uno de ellos tiene que ver, no con el futuro, como veíamos en la tríada de Beck, sino con el pasado. ¿Cómo es posible? Mediante las respuestas emocionales que el sujeto experimenta ante recuerdos.
Este mecanismo es el que plantean los psicólogos Dahyeon Kim y K. Lira Yoon, de la Universidad de Notre Dame, en Estados Unidos. Según dichos autores, otra forma de explorar el impacto de la depresión en la autoestima es mediante el sesgo que se da en las personas con depresión a la hora de analizar la información negativa y positiva sobre ellos mismos.
Para ello, realizaron una investigación en la que formaron a un grupo experimental, con pacientes depresivos y un grupo control, que no sufría de dicha patología. A ambos colectivos se les propuso una serie de tareas en las que tenían que recordar eventos pasados de corte positivo y negativo.
Lo que comprobaron es que los miembros del grupo control experimentaron con mayor intensidad los recuerdos cuyo contenido emocional era de corte positivo, frente a los que eran negativos. Es decir, aquellos recuerdos que evocaban momentos felices de su vida, provocaban una reacción más poderosa que aquellos que, por el contrario, les hacían revivir momentos tristes.
Sin embargo, en el grupo experimental sucedió algo diferente. En este caso, los investigadores no hallaron diferencias significativas entre el nivel de intensidad que experimentaron al pensar en recuerdos felices y en recuerdos tristes. Pero estos psicólogos quisieron ir más allá e hicieron un nuevo experimento, que permite ver aún mejor el impacto de la depresión en la autoestima.
En este caso, elaboraron dos grupos, experimental y control, con los mismos criterios que en el caso anterior. A todos los componentes se les pidió que trataran de enumerar tres recuerdos de su biografía que considerasen felices y otros tres que considerasen tristes. Después, tuvieron que responder a dos sencillas preguntas para cada uno de ellos: cómo de felices o tristes estaban en el pasado, cuando vivieron esos hechos, y cómo están en el presente al rememorar ese momento.
Tras analizar los resultados, llegaron a diferentes conclusiones. La primera, es que no existían diferencias entre los individuos con depresión mayor y aquellos que no la tenían en cuanto a la intensidad de la emoción que sentían en el momento pasado, independientemente de que el recuerdo fuera de índole negativa o positiva. Este dato les servía para comprobar que ambos grupos estaban utilizando recuerdos de un nivel equiparable, como se esperaba.
Por el contrario, a la hora de comparar la intensidad con la que ambos grupos vivieron los recuerdos en el momento presente, sí que se encontraron importantes diferencias. Concretamente, al hablar sobre los recuerdos de momentos felices y cómo les hacían sentir en el presente, el grupo de personas con depresión señaló un nivel de intensidad significativamente menor que el del grupo control.
En otras palabras, descubrieron que la evocación de un momento pasado feliz suponía un aumento del bienestar para las personas sanas, lo que podría favorecer su autoestima. Sin embargo, en los pacientes con depresión mayor, dichos recuerdos no implicaban ninguna mejora de su estado de ánimo en el presente, lo que consolidaba el impacto de la depresión en la autoestima.
3. Cuando la autoestima es la que facilita la depresión
Aunque estamos revisando las diferentes maneras por las que la depresión podría estar afectando a la autoestima del paciente, no podemos olvidar que dichos elementos interactúan y se retroalimentan hasta tal punto que el mecanismo puede entenderse también en la otra dirección.
En ese sentido, cabría esperar que una persona que, de base, cuente con una autoestima baja, tenga una mayor probabilidad de acabar desarrollando una depresión si se dan las circunstancias adecuadas, frente a una persona cuya autoestima sea más elevada. Por ello, al estudiar el impacto de la depresión en la autoestima, es importante que tengamos en cuenta que esta patología tiene un origen multifactorial.
Esto implica que, precisamente, la autoestima puede tener un papel importante en la génesis de la depresión, independientemente de que una vez desarrollada, la enfermedad pueda hacer aún más negativo el autoconcepto de la persona que la padece.