¿Te ha pasado que esperas ansiosamente las vacaciones, pero al final estas no te ofrecieron el reposo que imaginabas?
Está claro que es necesario el descanso físico y emocional, tanto así que cuando una persona ha trabajado tiene derecho a sus vacaciones por ley, y que en el área académica siempre se dedica un tiempo estimado para descansar entre semestres.
Si estamos en el rol de los quehaceres familiares y del hogar, la situación no es diferente; el desgaste de la rutina con hijos es grande y muchas veces estresante, de modo que nos vemos en la necesidad de tomar unas merecidas vacaciones. Pero muchas veces las condiciones emocionales evitadas y, por lo tanto, acumuladas, no nos permiten disfrutar de unas vacaciones placenteras.
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El fenómeno de la ansiedad durante las vacaciones
Vacaciones: es un sinónimo de descanso, de cambiar la rutina y compartir con la familia o con nuestra soledad tiempo y espacio. Sin embargo, nos extrañamos cuando en vez de encontrar tranquilidad queremos salir corriendo, nuestra irritabilidad aumenta o buscamos todo el tiempo estar activos. Es ahí cuando nos damos cuenta de que la ansiedad está apoderándose de las anheladas vacaciones.
Son varios los factores que pueden estar afectando emocionalmente a la persona que se siente así, entre ellos: tener que ser consciente de nuestra realidad emocional, conflictos familiares o estándares de perfeccionismo.
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La evitación experiencial
Los procesos psicológicos sin tratar, como los duelos, las heridas emocionales de infancia, baja autoestima o dolor emocional, quedan parcialmente evitados con las fuertes rutinas diarias, los quehaceres, las tareas por cumplir... tantas ocupaciones laborales o académicas que nos mantienen alejados de nuestro estado emocional.
Esta estrategia se le llama evitación experiencial, la cual tiene un objetivo puntual y es no enfrentar lo que emocionalmente está afectando. Sin embargo, es allí en las vacaciones cuando estamos con mucho tiempo libre y sin poder escapar de nosotros mismos, donde tenemos que enfrentar esta realidad que se ha negado por meses y ahora es difícil de evitar aportándonos malestar emocional.
Por otro lado, aunque las dinámicas familiares se congelan un poco y se hacen llevaderas cuando no estamos en casa o cuando compartimos muy poco tiempo con nuestra pareja o familia, al estar presentes nuevamente y compartir espacio y tiempo reaparecen aquellas incomodidades en las dinámicas del hogar y los conflictos familiares se hacen más constantes; nos damos cuenta de que definitivamente la distancia emocional no repara los inconvenientes familiares, al contrario, se acumulan los rencores y malos entendidos estresando el diario vivir.
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El exceso de perfeccionismo
Otro motivo que hace que la ansiedad aumente y se mantenga en el tiempo son los estándares personales perfeccionistas que a veces frustran y sabotean nuestras vacaciones.
En esta condición se presentan dos situaciones. La primera no nos permite disfrutar de los logros y el trabajo realizado en nuestra área laboral o académica, ya que tenemos una sensación de insuficiencia y nuestro resultado no es aprobado por nosotros mismos; aunque hayamos tenido elogios no los aceptamos y pasamos el tiempo rumiando por la insatisfacción de no haber hecho un mejor trabajo.
La segunda no nos permite descansar por la sensación de culpabilidad al sentir que debemos estar ocupados, creemos que al descansar o parar labores, se está perdiendo tiempo, dinero u oportunidades.
De este modo, el tiempo libre es un martirio y la incomodidad emocional aparece, la ansiedad aumenta quitando la tranquilidad y afectando las vacaciones.
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¿Qué nos genera psicológicamente esta situación?
Estas incomodidades nos desgastan emocionalmente; la ansiedad interrumpe el sueño, descontrola las conductas alimenticias, produce molestias musculares, hace que la irritabilidad esté a flor de piel y, por el contrario, no encontramos el descanso anhelado sino un cansancio emocional.
Por lo tanto, si tienes condiciones emocionales sin trabajar, sería un buen momento para empezar un proceso psicológico y ponerte al día con tu salud mental.
¿Y qué podemos hacer?
Si tu situación familiar es el problema; empezar con rutinas de diálogo puede ser un buen camino para limar asperezas en las dinámicas familiares. Claro está, que si esto no funciona; lo mejor es buscar la ayuda de un profesional.
Por último, si tu situación es la de estándares perfeccionistas y sientes angustia por estar inactivo, es tiempo de buscar ayuda; no solo para disfrutar de unas buenas vacaciones con tiempo libre, sino también para celebrar y disfrutar de los logros obtenidos y el trabajo realizado.
Así que un buen plan para estas vacaciones sería no evitar más y empezar a ponerte al día con tu salud mental, te dará un respiro de tranquilidad con el que comenzarás tus nuevas obligaciones laborales.
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