¿Alguna vez te has parado a pensar en cuántas veces al día dices y piensas frases negativas e hirientes hacia tu persona? Como cuando se te cae un bolígrafo y piensas “¡Seré tonto/a!”. ¿Realmente eres tonto/a porque se te caiga un bolígrafo o simplemente has tenido un pequeño fallo de coordinación?
En este momento quizás te están viniendo más situaciones a la cabeza; experiencias en las que no te tratas con amabilidad. Esto recibe el nombre de automaltrato. En el siguiente artículo vamos a hablar de algunas de las razones que dan lugar este fenómeno conocido como automaltrato y cómo podrías solucionarlo para aumentar tu bienestar.
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Claves para combatir el automaltrato
Para empezar, voy a proponerte un ejercicio muy sencillo para el cual solo necesitas boli y papel. Bien, allá vamos... piensa tres características de tu persona que te gusten, cuando las tengas, piensa tres características de tu persona que no te gusten…
Ahora vamos a comparar. ¿A qué le has dedicado más tiempo de pensamiento? ¿A las cosas que te gustan de ti o a las que no? Seguramente las que no te gustan no las has tenido ni que pensar, han aparecido automáticamente en tu mente; sin embargo, a las características que te gustan les habrás tenido que dedicar un poco más de tiempo. ¿Por qué pasa esto?
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¿Por qué identifico antes lo negativo que lo positivo?
Cada persona cuenta con una historia de vida única, en la cual diferentes aspectos de su personalidad han sido reforzados de forma positiva y otros han sido castigados.
Además, a medida que vamos creciendo, se nos van imponiendo (de forma directa o indirecta) pautas y objetivos que cumplir como: portarnos bien, sacar buenas notas, ser bueno/a en un deporte, ser educado/a... Pautas y objetivos que se van haciendo más complejos y difíciles de cumplir a medida que nos hacemos mayores.
Recibir estos mensajes mientras crecemos va conformando nuestra personalidad y, poco a poco, vamos integrando estos mensajes en nuestra persona, generando altos niveles de autoexigencia en diferentes áreas de nuestra vida. Esto acaba provocando que nosotros/as mismos/as acabemos autocastigándonos cuando no cumplimos nuestras expectativas y las de nuestro entorno.
La autoexigencia se va colando poco a poco de manera sutil en diferentes situaciones de nuestra vida y, acabamos como en el ejemplo del inicio del artículo, insultándonos porque se nos ha caído el bolígrafo. El automaltrato se acaba normalizando y tenemos el látigo en la mano todo el día, dejando muy poco lugar para el autocuidado, las caricias emocionales.
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Cambiando el látigo por la caricia emocional
Una vez hemos identificado el origen y mantenimiento de esta tendencia al autocastigo, el siguiente paso es saber cómo se puede cambiar esto. Vamos a darte algunas pautas interesantes a modo de comienzo.
Lo primero que debes hacer es empezar a identificar esas situaciones en las que te insultas y te quitas valor. Para esto te propongo que durante una semana vayas apuntando (en una libreta, en las notas del móvil, en tu agenda...) cada vez que piensas y/o dices algo negativo sobre ti, como: "soy tonto/a, no sirvo para esto, no lo voy a conseguir, soy un desastre, soy inútil...".
El hecho de decirnos estas frases al final acaba generando en nosotros/as la idea de que no valemos y, al final, acabamos actuando en base a esos mensajes, lo que provoca que nos posicionemos, muchas veces, como actores y actrices secundarios/as del rodaje de nuestras vidas.
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Protagonizando tu vida...
Para pasar del látigo a la caricia, no solo es importante tomar consciencia de lo que te dices, sino también lo que valoras y exteriorizas de ti al mundo y cómo te posicionas y te dejas tratar por los demás. Cada vez que te quitas valor o te haces a un lado, le das la razón al látigo y te alejas de las caricias.
Esto puede darse se formas muy sutiles y que tenemos muy normalizadas, así que veamos varios ejemplos:
- Cuando te ha ocurrido algo que te ha emocionado o enfadado, se lo vas a contar a alguien, pero piensas "da igual, no le voy a molestar con esto, no es tan importante".
- Cuando decides que sí vas a contarle lo que te ha pasado a un amigo/a y empiezas diciéndole "es una tontería", cuando es algo que te importa o afecta.
- Cuando acabas de contárselo y dices "me callo ya que he hablado demasiado, menudo discurso te he soltado".
Este tipo de frases que se utilizan de forma casi inconsciente también son un latigazo a tu persona, porque le quitan valor a lo que dices y a lo que te pasa aunque, realmente, si te surge la necesidad de contarlo, sí importa.
Plantéate lo siguiente: ¿Cuándo mides la importancia de lo que te ocurre, con qué lo estás comparando? Igual deberías replantearte ese medidor.
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Ponte en valor
Una vez hayas identificado estas situaciones, intenta tomar perspectiva de la situación y hazte la siguiente pregunta: ¿Esto que me acabo de decir/hacer, me acerca o me aleja del buentrato hacia mí?
A medida que vayas identificando estas situaciones irás tomando consciencia de ello y, poco a poco, tomarás perspectiva de forma más automática y empezarás a tratarte con más amabilidad; las caricias emocionales se harán más presentes en tu vida.
Para acabar, te dejamos algunas pautas que puedes poner en práctica para cuidarte no sólo por dentro, sino también por fuera en tus relaciones.
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Y recuerda, en PsicoAlmería te atenderemos y ayudaremos tanto presencialmente como de manera online. En este centro de terapia encontrarás psicólogos con amplia formación y experiencia que te ayudarán a identificar esos esquemas de pensamiento y creencias para adaptar nuevos patrones que te generarán el bienestar emocional que necesitas. Recibirás toda la ayuda de manera personalizada y cumpliendo siempre tus objetivos para conseguir tu bienestar emocional. Una nueva etapa te espera para pasar del maltrato al buentrato hacia tu persona.