Las personas corremos el riesgo de experimentar un acontecimiento en el que nuestra integridad física o psicológica se vea amenazada. Estos acontecimientos suponen eventos cargados de un estrés muy intenso y repentino al que somos incapaces de dar un procesamiento emocional y cognitivo adecuado.
A menudo, estas situaciones tienen un carácter catastrófico, como es el caso de los accidentes automovilísticos, conflictos bélicos, actos de violencia psicológica y/o sexual, migraciones forzadas, desastres naturales, etcétera; dando lugar a lo que comúnmente llamamos vivencias traumáticas. Un trauma es una alteración emocional que deviene de la exposición a este tipo de acontecimientos.
Lamentablemente, es muy frecuente que las personas que han sufrido vivencias traumáticas de alta intensidad emocional padezcan, asimismo, un trastorno psicológico denominado Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT). En este artículo expondremos cuáles son las principales características de este trastorno, cómo detectarlo y, sobre todo, abordaremos la importancia de evitar que el TEPT se cronifique.
¿Cómo respondemos a las vivencias traumáticas?
El TEPT no es un problema menor ni que aqueja a contadas personas en el mundo. La realidad es que las historias de muchos sujetos han estado atravesadas por situaciones de índole traumática o de naturaleza grave o catastrófica. Los estudios respecto al tema estiman que, de las personas que han sido víctimas de un hecho traumático, el 31% de las mujeres y el 19% de los hombres desarrollarán un TEPT.
Ante estas experiencias severas, las personas suelen responder de distintas formas. Algunas corrientes destacan las respuestas de lucha, huida o parálisis; mientras que otras indican que las personas pueden responder a una vivencia traumática con temor, desesperanza o un horror intenso. Sea cual fuere el caso, todas coinciden en que la víctima es avasallada por el estímulo que le produjo un pico de estrés muy elevado, hasta tal punto de sobrepasar su capacidad de administrar emocionalmente esa situación. Frente a un evento que devendrá en trauma, se producen asimismo cambios en nuestra química cerebral, alterando el funcionamiento en la segregación de ciertos neurotransmisores como la adrenalina, la serotonina y la dopamina.
En los casos de estrés agudo después de un trauma, es posible que las personas sufran un fenómeno denominado anestesia afectiva, lo cual supone un estado de disociación o embotamiento en el que la persona no experimenta nada, ninguna emoción, dado que la situación es tan amenazante para su integridad que no puede procesarla. Es por ese motivo que en muchas ocasiones ni siquiera son capaces de recordar qué ocurrió en ese momento trágico. Además, pueden tener la sensación de estar desconectadas de la realidad o del mundo (desrealización) o experimentar una percepción distorsionada de su propio cuerpo, sintiéndose “fuera de sí” (despersonalización).
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El TEPT: ¿cómo podemos identificarlo?
Para algunas personas, estos estados emocionales y cognitivos son transitorios y dejan de estar presentes tras un breve período de tiempo luego del evento traumático. No obstante, en los casos en los cuales este estrés perdura y se reedita o “gatilla” en situaciones ajenas a la vivencia traumática, es probable que nos encontremos ante un potencial caso de TEPT.
Además de los síntomas y experiencias antes descritas, es posible detectar a una persona que está atravesando un cuadro de TEPT cuando sufre episodios de reexperimentación.
La reexperimentación es un fenómeno en el cual la persona siente, piensa y se comporta como si las imágenes y sonidos del trauma estuvieran aconteciendo en ese preciso instante. Es frecuente que este fenómeno sea representado en las películas a modo de flashback, escenas fugaces que aluden a la reedición de esa vivencia del pasado. Por otra parte, quien sufre TEPT experimenta una hiperactivación de tipo fisiológica, sosteniendo un permanente estado de vigilancia y alerta. Además, evita de manera sistemática toda aquella situación que podría estar relacionada, de forma directa o implícita, con la vivencia traumática.
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La importancia de evitar que el TEPT se vuelva crónico
Según los manuales diagnósticos más utilizados por los profesionales de la salud mental, para diagnosticar TEPT es necesario que, por lo menos, pasen cuatro semanas con los síntomas previamente enunciados.
El riesgo de la cronificación del TEPT reside, sobre todo, en que la vida puede tornarse muy difícil cuando siempre está latente la posibilidad de sufrir un episodio de reexperimentación. Cuando alguien sufre TEPT por un tiempo prolongado, comienza a desplegar una serie de estrategias de evitación para eludir cualquier tipo de situación en la que podrían desencadenarse dichos episodios. Sin embargo, incluso tomando esas medidas, el episodio puede aparecer si no se recibe tratamiento psicoterapéutico rápido. A veces, se manifiestan a partir de terrores nocturnos —habitual en niños— o pesadillas que están vinculadas al suceso traumático y frente a los que la persona no tiene capacidad de anticiparse.
En el TEPT, al tornarse crónico, la persona desarrolla un sinfín de comportamientos para controlar la situación pero, paradójicamente, jamás consigue controlarla por completo sino que agrava su malestar. La evitación es insuficiente para resolver el problema. Además este trastorno correlaciona con problemas depresivos y problemas ansiosos, que hay que tratar de manera específica. Por este motivo, para evitar la cronificación del TEPT y aliviar los síntomas, la mejor alternativa para los pacientes que han sufrido una vivencia traumática es iniciar un tratamiento psicoterapéutico.
Froilan Ibáñez
Froilan Ibáñez
Psicólogo Clínico Educativo y pericial
Actualmente, uno de los tratamientos con mayor evidencia científica es la terapia cognitivo-conductual para este tipo de consultantes. Asimismo, algunos pacientes pueden beneficiarse del tratamiento farmacológico indicado por médico psiquiatra.