Un término psicológico que suele utilizarse en el lenguaje común es la palabra trauma, o derivados. La usamos a menudo cuando vivimos una situación complicada, lo cual no se aleja mucho de su definición técnica en psicología.
Sin embargo, se pierden o se confunden algunos matices técnicos. Además, películas y series han dado visibilidad a algunos trastornos psicológicos relacionados con el trauma, mayormente al trastorno de estrés postraumático. Como suele ocurrir en la televisión, se han distorsionado o exagerado los síntomas, dando lugar a confusión.
Por eso, en este artículo os desmiento seis mitos sobre el trauma psicológico, explicándoos por qué son falsos. Previamente, os dejo la definición científica de qué es un trauma psicológico, y así os vais haciendo una idea de qué es verdad y qué es mito.
¿Qué es un trauma psicológico?
Se define como trauma psicológico a la respuesta emocional posterior a un suceso terrible, vivido como amenazante para su supervivencia o de personas cercanas. En consecuencia, la persona que lo sufre puede sentir diferentes emociones desagradables, como conmoción, indefensión, tristeza, ira, vergüenza, miedo, confusión, culpa o desesperación.
Aparte de la respuesta emocional, pueden surgir otros síntomas psicológicos. Entre ellos se encuentran recuerdos y sueños angustiosos recurrentes relacionados con el suceso, disociaciones e incluso amnesia, malestar general, incapacidad para disfrutar, disminución del interés y evitación constante de lo relacionado con el trauma. También se pueden mostrar síntomas fisiológicos, como nerviosismo, fatiga, dolores de cabeza y de barriga.
El trauma psicológico puede aparecer desde inmediatamente después del evento estresante hasta incluso meses más tarde (comúnmente en los 3 meses posteriores). No es necesario haber vivido la situación peligrosa, sino que también puede surgir por haberlo presenciado de forma directa, o simplemente que se lo hayan contado, más aún si le ha ocurrido a una persona de su entorno. A este fenómeno se le denomina trauma vicario.
A su vez, existen distintos tipos de trauma, en función de cuántas veces se viven sucesos traumáticos. El primer tipo es el trauma agudo, el cual aparece cuando se ha vivido un único evento traumático. El siguiente es el trauma persistente o crónico, resultado de vivir repetidas veces situaciones estresantes o peligrosas similares. Y el último es el trauma complejo, el cual es la consecuencia de estar expuesto a múltiples eventos traumáticos.
Algunos ejemplos de eventos traumáticos causados por otras personas son acoso escolar o laboral; abuso físico, psicológico o sexual; o agresión física, atraco o secuestro. También se consideran eventos traumáticos los relacionados con la salud directa, como lesiones o enfermedades graves, la muerte repentina de un ser querido, una operación quirúrgica, o dar a luz. A estos se les suma sucesos sociales, como desastres naturales, accidentes multitudinarios, ataques terroristas, epidemias o guerras.
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Desmontando los mitos sobre el trauma psicológico
En nuestra cultura existen numerosos mitos y estigmas sobre los problemas y trastornos psicológicos. Pues el caso del trauma psicológico no va a ser menos. A continuación, os dejo seis de los mitos más comunes relacionados con el trauma y la explicación real de cada uno.
1. “Tras un suceso peligroso, siempre aparece un trauma”
Existe la creencia de que cada vez que vivimos una situación que podría ser traumática, en la que peligra nuestra integridad física o incluso nuestra vida, posteriormente sufriremos un trauma. Pues no, señor.
Es verdad que lo más probable es que, en los días posteriores, nos sintamos mal, y necesitemos un tiempo para recuperarnos de la experiencia.
Sin embargo, hay quienes tienen una alta capacidad de superación y adaptación a eventos difíciles, es decir, son personas altamente resilientes. La resiliencia les permite poner en práctica una serie de estrategias de resolución de problemas y de gestión emocional que les permite sobreponerse al dolor y recuperarse en un tiempo prudente.
Y es que lo natural es que este tipo de situaciones nos causen malestar, por muchas habilidades que tengamos. La diferencia está en cuánto nos afecta, si nos impide llevar una vida normal y cuánto tiempo nos dura el malestar. Además, para que la experiencia peligrosa llegue a provocarnos un trauma, tiene que causarnos esa mezcla de emociones desagradables que hemos comentado antes, y el resto de problemas psicológicos.
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2. “No habrá sido para tanto si está haciendo vida normal”
El mito anterior deriva en otro mito, y es que supone un problema cuando vemos a aquellas personas que hacen vida normal tras haber tenido un suceso traumático a nuestro parecer. No es solo porque creemos que hay algo malo en ellos o que no están procesando el evento como deberían, en vez de alegrarnos por ellos y su resiliencia.
No es solo eso, no: es porque algunos llegan a pensar que la persona resiliente se ha inventado el suceso o que no ha sido para tanto. El ejemplo más evidente es cuando se critica públicamente a las víctimas de abusos sexuales cuando aparecen en la televisión, intentado seguir con sus vidas y no hundirse por el suceso.
3. “Todas las personas que tienen un trauma sufren el TEPT”
Como hemos mencionado antes, la determinación de un trauma depende del malestar que cause, los síntomas concretos, su duración y si afecta a la vida diaria de la persona que lo padece. Pues la presencia de un trastorno psicológico también depende de estos factores. Digamos que sería el siguiente paso en gravedad, de manera que no siempre se llega al trastorno por sufrir un trauma.
Cuando los síntomas del trauma persisten o se acentúan, es posible que el trauma haya desembocado en un trastorno psicológico. Existen varios trastornos relacionados con el trauma posibles en todas las edades, entre ellos algunos que únicamente se dan en niños: el trastorno de apego reactivo y el de relación social desinhibida.
El más conocido es el trastorno de estrés postraumático (TEPT), debido a su aparición en películas y series, y su alta predominancia tras periodos de guerra o accidentes multitudinarios. Sin embargo, también existen el trastorno de estrés agudo, que sería como el TEPT pero de solo un mes de duración, y el trastorno de adaptación, cuya gravedad de síntomas y del evento traumático es menor.
4. “El tiempo lo cura todo”
En este mito hay parte de verdad, en el sentido de que siempre necesitamos un tiempo para recuperarnos tras un evento tan duro como lo es una experiencia traumática. Sin embargo, aunque el tiempo sea una condición necesaria para superarlo, no es suficiente. Hay personas que no tienen las habilidades requeridas para afrontar esas situaciones y sus recuerdos, ni para gestionar las emociones y el malestar que provocan.
Así es cómo se generan los traumas, y cómo pueden terminar en un trastorno psicológico. Las personas poco resilientes necesitan ayuda externa para poder adquirir las habilidades de afrontamiento y gestión emocional, y así desarrollar su resiliencia. Para este aprendizaje, recomiendo acudir a terapia psicológica, el/la psicólogo/a podrá ayudarte a sentirte mejor y a recuperar tu vida normal. Siempre va a ser tratable tu trauma, aunque sugiero que pidas ayuda cuanto antes mejor.
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5. “Debería haber superado ya el trauma”
Este mito va de la mano del anterior, y es que tendemos a pensar que hay un tiempo de recuperación establecido, y nada más lejos de la realidad. El tiempo para superarlo es en función de las propias características y la gravedad del suceso traumático; de si nos ocurrió a nosotros mismos, a otra persona delante nuestra o si nos lo han contado; de si es un trauma agudo, persistente o complejo; y de nuestra capacidad de resiliencia.
Como veis, el tiempo depende de muchos factores. A esto se le añade que el trauma puede aparecer desde tres días posteriores al evento hasta meses, o incluso años más tarde. De esta manera, su aparición también es un factor que influirá en su resolución. Lo único que podemos asegurar respecto al tiempo de superación es precisamente que depende de la persona, la situación y que es necesario siempre cierto margen.
6. “Las personas con traumas los experimentan de la misma manera”
Creo que a estas alturas del artículo os habréis hecho una idea de por qué este mito es falso. Igualmente, prefiero explicarlo para aclararlo. Cómo se vive el trauma depende de la idiosincrasia de la persona (sobre todo de su resiliencia) y del suceso traumático. Los síntomas psicológicos, emocionales y fisiológicos del trauma variarán en cada caso, pudiendo llegar a ser bastante diferentes entre sí.
De la misma manera, la recuperación también cambiará en función de lo mismo. Por eso, la terapia psicológica se adapta a cada caso y persona, para ajustarse a sus necesidades y habilidades previas. Recordad respetar vuestro propio tiempo para ello. Os recomiendo sin lugar a dudas acudir a terapia si necesitáis ayuda, hay numerosas terapias existentes con eficacia comprobada.