La crianza de los hijos es un proceso que va mucho más allá de darles información acerca de cómo es y cómo funciona el mundo que les rodea; si se limitase únicamente a eso, los pequeños tendrían una visión demasiado estática de la realidad, como si esta existiese en una fotografía. A la práctica, tendrían muchos problemas para desarrollarse de manera física y emocionalmente sana.
Por eso, además de lo anterior, la crianza de los más pequeños de la casa también incluye aspectos como la manera en la que es adecuado relacionarse con su entorno, con los demás, y con uno mismo. Y ante esta tarea resulta imprescindible desarrollar lo que en Psicología se conoce como Inteligencia Emocional.
Teniendo en cuenta eso, en las siguientes líneas veremos con más detalle cuáles son los motivos por los que la Inteligencia Emocional es importante en la crianza de los hijos, sobre todo en la infancia y la adolescencia.
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¿Por qué la Inteligencia Emocional es un ingrediente básico en la crianza de los hijos?
Estos son los diferentes aspectos en los que se hace notar el hecho de tener o no tener en cuenta la Inteligencia Emocional a la hora de criar a nuestros hijos e hijas.
1. Les ayuda a gestionar las emociones dolorosas
La Inteligencia Emocional hace que, independientemente de nuestra edad, seamos capaces de gestionar las emociones para que estas no nos lleven a desarrollar patrones de comportamiento disfuncionales, que juegan en nuestra contra. En el caso de los pequeños esto es muy importante, porque por mucho que sus padres o cuidadores intenten protegerlos, el simple hecho de vivir los expondrá a situaciones incómodas, desagradables o tristes.
Una de las experiencias emocionalmente dolorosas por las que más pasarán los niños y niñas es la frustración: como aún no comprenden demasiado cómo funciona el mundo, muchas veces se encuentran con decepciones, o sufren contrariedades que no se esperaban. La Inteligencia Emocional facilita que estas vivencias forman parte de aquello que les ayudará a corregir sus errores en el futuro, en vez de utilizar ese resentimiento para seguir reproduciendo conductas inadecuadas.
2. Les permite conectar con los demás
La Inteligencia Emocional nos lleva a comprender mejor los estados emocionales y las motivaciones de las personas con las que interactuamos, y esto es así en cualquier edad. Por ello, los padres y madres que potencien el desarrollo de la Inteligencia Emocional durante la crianza de sus pequeños estarán contribuyendo a que generen círculos de amigos estables, en los que no surjan una y otra vez problemas de comunicación, conflictos y enfados.
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3. Ayuda a ver los incentivos ligados al largo plazo
En sus primeros años de vida, los niños y las niñas tienden a comportarse guiados por incentivos a corto plazo porque ese es el mundo que comprenden: el de las sensaciones y los estímulos que aparecen en el aquí y ahora. La capacidad de desarrollar sensibilidad hacia los incentivos a medio y largo plazo irá apareciendo a medida que crezcan, y es uno de los aspectos más importantes de la maduración psicológica.
La Inteligencia Emocional va de la mano de esa capacidad de conectar emocionalmente con las metas a las que se llegará cuando hayan pasado unas semanas, unos meses o unos años. Esto incluye también el hecho de comportarse bien para contribuir a que el entorno social en el que los pequeños viven funcione bien. En casos de niños y niñas con la Inteligencia Emocional poco desarrollada para su edad, los incentivos a los que obedecen siguen limitados a las gratificaciones que les puede ofrecer el presente, lo cual hace que les cueste mucho organizarse y seguir planes.
4. Les ayuda a alcanzar sus metas
Otro aspecto importante de la Inteligencia Emocional es que nos permite prever las consecuencias emocionales que tendrá en nosotros el hecho de realizar determinadas acciones o de modificar el entorno de cierta manera. Por ejemplo, es lo que está detrás de que muchas personas que consiguen adoptar el hábito de estudiar lo hagan alejándose de distracciones como el televisor, el teléfono móvil, etc.
Por ello, incorporar ejercicios de Inteligencia Emocional en la crianza hace que los niños y niñas vayan dándose cuenta de que muchas veces no tienen que esperar a que la emoción adecuada surja espontáneamente de ellos, sino que se pueden auto-inducir determinados estados psicológicos que les ayuden a realizar tareas.
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Referencias bibliográficas:
- Goleman, D. (1995). Inteligencia Emocional. Barcelona: Kairos.
- Lantieri, L. & Goleman, D. (2008), Building Emotional Intelligence: Techniques to Cultivate Inner Strength in Children. Scotts Valley: CreateSpace.
- Renom, A. (2003). Educación emocional. Programa para educación primaria (6 – 12 años). Alphen aan den Rijn: Wolfers Kluwer.
- Salovey, Peter; Mayer, John; Caruso, David (2004). Emotional Intelligence: Theory, Findings, and Implications. Psychological Inquiry, pp. 197 - 215.
- Vallès, A., y Vallès, C. (2000): Inteligencia emocional: Aplicaciones educativas. Madrid, Editorial EOS.