En los últimos años, se ha comenzado a reevaluar la noción de salud mental, reconociendo que los tratamientos farmacológicos suelen centrarse exclusivamente en el cerebro, considerándolo como la fuente principal de los problemas psicológicos. Esta perspectiva ha llevado a que el enfoque terapéutico se dirija a modificar los efectos de los neurotransmisores cerebrales, sin considerar otros factores relevantes.
Esto sugiere que la atribución de la culpa al cerebro puede ser una simplificación excesiva de una realidad más compleja, un ejemplo de los avances a nivel de las neurociencias es el descubrimiento de cómo la dopamina activa por separado la motivación y el refuerzo.
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¿Un problema de cerebrocentrismo?
Según la Dra. Rosario Moratalla, directora del grupo de Neurobiología de los ganglios basales en el Instituto Cajal-CSIC de Madrid, “Hasta ahora, el dogma predominante sostenía que los circuitos estríateles, incluyendo los del núcleo accumbens, se organizan a través de la expresión diferencial de los receptores de dopamina denominados D1 y D2 en distintos tipos de neuronas”. La evidencia científica no ha logrado identificar de manera consistente marcadores biológicos o fisiológicos que expliquen trastornos clínicos como la ansiedad o la depresión.
En relación con la depresión, la creencia tradicional de que esta condición es causada por un desequilibrio en la serotonina está siendo cuestionada, ya que desde su presentación en 1965 por el psiquiatra Joseph Schildkraut ha sido reducida y simplificada por el marketing farmacéutico y vendida como la gran solución... Lógicamente, muy bien aceptada por el público en general, ya que una caja Fluoxetina Sandoz 20 mg cápsulas duras de 60 cápsulas tiene un coste en España de menos de 6 euros, y una consulta de un psicólogo clínico o sanitario de media son 60 euros en España. La diferencia es bastante clara: "Dame la pastilla. que ya me auto-trabajo yo". Lo cual crea, lamentablemente, un carrusel emocional que no suele parar.
Investigaciones recientes sugieren que, en muchos casos, el desequilibrio de neurotransmisores puede ser una consecuencia de la depresión en lugar de su causa. Así le vamos dando la vuelta a la hipótesis bioquímica, ya que no existe un equilibrio correcto de la serotonina, y los psiquiatras deben estar continuamente revisando los marcadores. Y hablo de una consulta psiquiátrica de calidad, no aquella en la cual desde que entras tienen el contador de tus 10 minutos.
La importancia del contexto
Es importante recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha destacado que el bienestar emocional de los individuos está intrínsecamente relacionado con el contexto en el que viven, y las interacciones que experimentan. Esto implica que la vida cotidiana y las circunstancias personales juegan un papel crucial en la salud mental.
En mis experiencias en más de veinte países, he observado que cada contexto cultural y social presenta características únicas que influyen en la salud mental de las personas. Estas diferencias subrayan la importancia de considerar el entorno al abordar problemas emocionales.
Los psicólogos, al intervenir en cuestiones de salud mental, se enfocan en identificar las circunstancias, comportamientos y relaciones que pueden contribuir a la aparición o las manifestaciones de los problemas emocionales. Este enfoque permite una comprensión más holística de la salud mental.
Más allá de las sustancias químicas del cerebro
Es fundamental aclarar que, aunque la farmacología tiene un papel importante en el tratamiento de trastornos mentales, no debe ser considerada como la única solución. La salud mental y emocional requiere un enfoque más integral que contemple múltiples dimensiones, y de ahí la importancia de los psicólogos y los psiquiatras trabajando en equipo. Y voy un poco más allá incluyendo a los nutricionistas por la importancia del eje intestino-cerebro en nuestro equilibrio psicoemocional.
A nivel psicológico, la salud mental está más relacionada con el contexto social y las interacciones humanas, más que con factores biológicos aislados. Esto implica que la depresión, que anteriormente se atribuía a un desequilibrio en los niveles de serotonina, ha revelado una complejidad mayor que no puede ser resumida en simples correlaciones químicas. Por ello, cualquier desbalance observado en los neurotransmisores podría ser, en realidad, un efecto secundario del estado depresivo en lugar de su origen.
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Jairo Manuel Mourenza
Jairo Manuel Mourenza
Psicologo especialista en mediación familiar y mercantil.
Este matiz ofrece una nueva perspectiva sobre cómo debemos abordar la depresión, enfatizando la importancia de entender el fenómeno como un síntoma que puede reflejar una serie de interacciones contextuales y emocionales, en vez de una mera alteración bioquímica.
La famosa afirmación de William James resuena aquí: no es que lloremos por la tristeza, sino que la tristeza puede ser una respuesta a las lágrimas; es decir, nuestras reacciones emocionales pueden ser, en muchos casos, más dinámicas de lo que se creía sugiriéndonos que las respuestas emocionales pueden ser influenciadas por comportamientos específicos.