Desgraciadamente, son muchos los menores maltratados día a día en nuestra sociedad. Existen varias formas de maltrato infantil y múltiples clasificaciones. En términos generales, podemos concretar los siguientes tipos de maltrato: físico, psicológico, sexual y negligencia.
En 2002 se realizó en España un estudio epidemiológico que confirmó la existencia de 11.148 menores víctimas de maltrato en el ámbito familiar. El 86,37% de estos menores sufría negligencia, el 35,38% maltrato psicológico, el 19,91% maltrato físico y el 3,55% abuso sexual.
Sin embargo, como en casi cualquier estudio epidemiológico, existen datos “sumergidos” y solo se vislumbra la punta del iceberg. En este artículo vamos a hablar de una modalidad de maltrato infantil que es muy difícil de diagnosticar, podríamos denominarlo incluso “maltrato infantil oculto”: el Síndrome de Munchausen por Poderes.
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¿Qué es el Síndrome de Munchausen por Poderes?
El Síndrome de Munchausen por poderes (SMP), o según el DSM-5 Trastorno Facticio aplicado a otro, constituye una particular forma de maltrato infantil de elevado riesgo, de difícil diagnóstico, ya que a menudo pasa desapercibido durante mucho tiempo, incluso años. Se trata de un síndrome que ha visto incrementada su incidencia debido al mayor conocimiento del mismo y sensibilización profesional.
Siguiendo el DSM-5, es un trastorno que se caracteriza por la falsificación de signos o síntomas físicos o psicológicos, o inducción de lesión o enfermedad, en otro, asociada a un engaño. Es un desorden mental que típicamente se aprecia en personas adultas que están al cuidado de otras dependientes a ellas (generalmente indefensas, lo cual tiene su lógica). Es frecuente que las víctimas de este trastorno sean menores de edad, y se considera una forma de maltrato infantil.
Los padres del niño (generalmente, según estudios epidemiológicos sobre la temática, la madre) simulan la existencia de enfermedades o provocan síntomas en el menor con el objetivo de recibir asistencia médica, algunas de ellas de elevado riesgo y coste. Parece ser que uno de los objetivos del progenitor es presentar engañosamente a su hijo ante los demás como una persona enferma, vulnerable, disfuncional y/o con problemas.
Expertos en el estudio de este trastorno afirman que el progenitor prosigue con el engaño incluso sin recibir a cambio ningún beneficio o recompensa visible. Las consecuencias más graves de este síndrome son las graves complicaciones físicas y psicológicas para el niño y, en última instancia, su muerte.
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Síntomas y señales
Los síntomas o signos suelen ser incoherentes, a menudo inexplicables, y resistentes a todo tratamiento, ya que se el progenitor los ejecuta de forma deliberada y de forma recurrente. Algunos ejemplos son:
- Incidentes sospechosos repetidos que amenazan la vida del menor o de la víctima.
- Intoxicaciones y apnea.
- Sangrados o hemorragias.
- Infecciones varias generadas por organismos diversos y, en ocasiones, poco comunes.
- Historial médico con poca coherencia y lógica: las víctimas suelen pasar mucho tiempo en el hospital con diagnósticos variopintos, contradictorios y difusos, las causas casi nunca suelen estar claras.
- El cuidador lleva a la víctima de forma muy frecuente al médico o a diversos médicos, hasta sentir suficiente satisfacción y atención.
- No hay testigos en la familia que hayan visto los diversos síntomas que refiere la madre, ya que únicamente ocurren en su presencia.
- Los síntomas que presenta el menor a menudo desaparecen en el hospital, sin embargo, éstos vuelven a reproducirse en el domicilio del menor, sobre todo al estar al cuidado de uno de los progenitores.
- Los signos o síntomas ocurren de forma comórbida al estar el cuidador presente.
- Familias con un historial de muerte súbita infantil u otros problemas graves en el niño.
- El cuidador puede haber sido visto realizando actos un tanto sospechosos que pueden implicar un empeoramiento en la víctima.
Como hemos comentado anteriormente, el diagnóstico de este síndrome es un reto para el clínico: es difícil detectarlo cuando la madre tiende a ir a diversos hospitales, ya que para los profesionales sanitarios los hechos observados serán aislados. A pesar de que los pediatras están formados para evaluar la credibilidad de ciertos relatos, no tienden a plantear como hipótesis inicial que se trata de una mentira tan elaborada.
Historia del Síndrome de Munchausen por Poderes
El SPM es una variante del Síndrome de Munchausen, término introducido por primera vez en 1977 por el pediatra inglés Roy Meadow. Este profesional describió en esa época a pacientes que tenían este síndrome como personas que tenían historias clínicas espectaculares, extrañas, con invenciones y mentiras, con el objetivo de conseguir la atención médica.
Curiosamente, en ese mismo año dos autores, Burman y Stevens, describieron un caso en que una madre que padecía el Síndrome de Munchausen (hoy en día Trastorno Facticio) lo estaba desplazando en sus dos hijos pequeños. A este fenómeno lo denominaron como “Síndrome de Polle”, sinónimo en su día del Síndrome de Munchausen por Poderes.
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Causas y motivaciones
Las causas del Síndrome de Munchausen por poderes aún son desconocidas. Los estudios sobre la temática que han entrevistado a perpetradores sugieren que estos sufrieron abusos en la infancia, o bien sufren un Trastorno Facticio.
No se conocen las causas, pero sí se han hecho avances en el estudio de las motivaciones de los progenitores implicados. En primer lugar, la persona que padece este síndrome no actúa con la finalidad de conseguir beneficios materiales o económicos. Paradójicamente, pueden llegar a invertir grandes cantidades de su dinero, esfuerzo y sacrificio en el “cuidado” de su víctima, a pesar de que le estén infringiendo un gran daño.
En síntesis, sus motivaciones radican en una necesidad excesiva de atención, cuidado, compasión, lástima y/o reconocimiento por parte del personal médico y de otras personas por su gran dedicación a la víctima. Además, parece ser que se produce una relación de ambivalencia patológica hacia la víctima (de cuidado vs. posible rechazo oculto).
Tratamiento
¿Qué se debe hacer en estas situaciones? ¿Cómo deben proceder los profesionales que detectan un caso así? ¿Puede el padre o la madre que tiene este síndrome seguir cuidando a su hijo?
No existe una única forma adecuada de actuar, y menos cuando puede existir una judicialización del problema. En última instancia quien puede recibir más daños colaterales es el menor (hay que evaluar también a los otros hijos de la familia, en caso de que existan).
En estos casos, lo más importante siempre será el interés superior del menor. Los clínicos deben asegurarse de la certeza del diagnóstico y de poner a salvo al menor en los casos más graves (separándolo prudencialmente de la familia, por ejemplo), contactando con servicios sociales. Es muy importante colaborar con otros profesionales y llevar a cabo una intervención multidisciplinar.
La confesión por parte del perpetrador no suele ser frecuente. Por eso el tratamiento suele ser complejo debido a las dificultades del padre para reconocer sus problemas e intentar darles una explicación coherente. Necesariamente, el padre que padece Síndrome de Munchausen por Poderes se deberá comprometer con la psicoterapia, terapia familiar y/o la toma de psicofármacos.