El Trastorno Esquizoafectivo es un trastorno controvertido a nivel teórico, pero una realidad clínica que afecta a un 0,3% de la población. Conocer sus síntomas, efectos y características que pueden explicar sus causas es para conocer esta categoría diagnóstica.
¿Qué es el Trastorno Esquizoafectivo?
A grandes rasgos, podemos entender el Trastorno Esquizoafectivo como un trastorno mental que combina la sintomatología psicótica (delirios, alucinaciones, discurso desorganizado, comportamiento muy desorganizado o sintomatología negativa como la expresión emotiva disminuida o la abulia) y los trastornos del estado de ánimo (manía-depresión).
Así pues, el Trastorno Esquizoafectivo afecta fundamentalmente a la percepción y a los procesos psicológicos de tipo emocional.
Síntomas y diagnóstico del Trastorno Esquizoafectivo
El Trastorno Esquizoafectivo se suele diagnosticar habitualmente durante el periodo de enfermedad psicótica por lo aparatoso de su sintomatología. Los episodios de depresión o de manía están presentes durante la mayor parte de la duración de la enfermedad.
Debido a la gran variedad de afecciones psiquiátricas y médicas que se pueden asociar a la sintomatología psicótica y a los síntomas del estado del ánimo, en muchas ocasiones se puede llegar a confundir el Trastorno Esquizoafectivo con otros trastornos, como por ejemplo el trastorno bipolar con características psicóticas, el trastorno depresivo mayor con características psicóticas... En cierto modo, los límites de esta categoría diagnóstica son confusos, y esto es lo que hace que exista un debate acerca de si es una entidad clínica independiente o la coexistencia de varios trastornos.
Para distinguirlo de otros trastornos (como el bipolar), las características psicóticas, los delirios o las alucinaciones deben estar presentes durante al menos 2 semanas en ausencia de un episodio mayor del estado del ánimo (depresivo o maníaco). Así pues, el criterio que se utiliza para distinguir entre el Trastorno Esquizoafectivo y otros tipos de desórdenes mentales es, fundamentalmente, el tiempo (duración, frecuencia de aparición de los síntomas, etc).
La dificultad para el diagnóstico de este trastorno reside en conocer si los síntomas del estado del ánimo han estado presentes durante la mayoría de la duración total activa y residual de la enfermedad, determinando cuando hubo síntomas del estado del ánimo significativos acompañados de la sintomatología psicótica. Para conocer estos datos, el profesional de la salud debe conocer exhaustivamente la historia clínica del sujeto.
¿Quién sufre este tipo de psicopatología?
La prevalencia del Trastorno Esquizoafectivo en la población es del 0,3%. Se estima que su frecuencia es de una tercera parte de la población afectada por la esquizofrenia.
Su incidencia es mayor en la población femenina. Esto es debido fundamentalmente a la mayor incidencia de sintomatología de tipo depresivo entre las mujeres en comparación a la de los varones, algo que posiblemente tiene causas genéticas pero también culturales y sociales.
¿Cuándo suele comenzar a desarrollarse?
Existe consenso en afirmar que la edad de inicio del Trastorno Esquizoafectivo suele darse en la vida adulta temprana, aunque esto no impide que pueda darse durante la adolescencia o en las etapas más tardías de la vida.
Además, hay un patrón de aparición diferenciado según la edad de la persona que empieza a experimentar los síntomas. En los adultos jóvenes suele prevalecer el Trastorno Esquizoafectivo de tipo bipolar, mientras que en los adultos mayores suele prevalecer el Trastorno Esquizoafectivo de tipo depresivo.
¿Cómo influye el Trastorno Esquizoafectivo en las personas que lo sufren?
El modo en el que el Trastorno Esquizoafectivo deja una huella en el día a día de quienes lo experimentan tiene que ver con prácticamente todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, se pueden destacar algunos aspectos principales:
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La capacidad de seguir funcionando a nivel laboral se ve afectada normalmente, aunque, a diferencia de lo que ocurre con la esquizofrenia, esto no es determinante como criterio definitorio.
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El contacto social se ve mermado por el Trastorno Esquizoafectivo. La capacidad de autocuidado también se ve afectada aunque como en los anteriores casos, la sintomatología suele ser menos grave y persistente que en la esquizofrenia.
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La anosognosia o ausencia de introspección es común en el Trastorno Esquizoafectivo, siendo menos grave que en la esquizofrenia.
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Existe la posibilidad de asociarse a trastornos relacionados con el alcohol u otras sustancias.
Pronóstico
El Trastorno Esquizoafectivo suele tener mejor pronóstico que la esquizofrenia. Al contrario, su pronóstico suele ser peor que el de los trastornos del estado de ánimo, entre otras cosas porque los síntomas relacionados con los problemas de percepción suponen un cambio cualitativo muy abrupto a lo que sería esperable en una persona sin este trastorno, mientras que las alteraciones del estado de ánimo pueden ser entendidas como un problema de tipo más bien cuantitativo.
En general, la mejoría que se produce es entendida desde un punto de vista tanto funcional como neurológico. Podemos entonces situarlo en una posición intermedia entre ambos.
A mayor prevalencia de sintomatología psicótica, más cronicidad del trastorno. La duración del curso de la enfermedad también incide. A mayor duración, mayor cronicidad.
Tratamiento y psicoterapia
A día de hoy no hay pruebas ni medidas biológicas que nos puedan ayudar al diagnóstico del Trastorno Esquizoafectivo. No hay certeza sobre si existe diferencia de base neurobiológica entre el Trastorno Esquizoafectivo y la esquizofrenia en cuanto a sus características asociadas (como podrían ser sus anomalías cerebrales, estructurales o funcionales, los déficits cognitivos y los factores genéticos). Por lo tanto, en este caso planear terapias de alta efectividad es muy difícil.
La intervención clínica, pues, se centra en la posibilidad de mitigar los síntomas y entrenar a los pacientes en la aceptación de nuevos estándares de vida y gestión de sus emociones y conductas de autocuidado y sociales.
Para el tratamiento farmacológico del Trastorno Esquizoafectivo se suelen utilizar antipsicóticos, antidepresivos y eutimizantes, mientras que la psicoterapia del Trastorno Esquizoafectivo más indicada sería la de tipo cognitivo-conductual. Para poder implementar esta última acción deben tratarse los dos pilares del trastorno.
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Por un lado, el tratamiento del trastorno del estado del ánimo, ayudando al paciente a detectar y trabajar la sintomatología de tipo depresiva o maníaca.
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Por otro lado, el tratamiento de la sintomatología de tipo psicótica podría ayudar a reducir y controlar los delirios y las alucinaciones. Se sabe que la convicción en éstos fluctúa con el tiempo y que pueden ser modificados y disminuidos por intervenciones de tipo cognitivo-conductual. Para abordar el delirio, por ejemplo, se puede ayudar a aclarar la forma en la que el paciente construye su realidad y dota de significado a sus experiencias partiendo de errores cognitivos y de su historia de vida. Este abordaje se puede realizar de manera similar con las alucinaciones.