En ocasiones las lesiones y las alteraciones neurológicas afectan al funcionamiento de los nociceptores, que pasan a activarse ante estímulos no dolorosos; este fenómeno es conocido como alodinia.
Existen distintos tipos de alodinia pero todos tienen causas similares y aparecen como consecuencia de los mismos trastornos. Veamos en qué contextos se da normalmente esta alteración y qué características la definen.
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¿Qué es la alodinia?
La palabra “alodinia” proviene del griego; se puede traducir como “otro dolor” o “dolor diferente”. Se utiliza para denominar a un trastorno que consiste en la percepción de dolor u otras sensaciones molestas, como quemazón u hormigueo, a partir de estímulos que no deberían provocarlas.
Así, las personas con alodinia pueden sentir dolor o malestar al pasarse un cepillo por el pelo, al afeitarse la cara o las piernas, al tocar objetos moderadamente calientes e incluso al recibir caricias en la piel.
En la alodinia la respuesta dolorosa puede producirse en cualquier parte del cuerpo y no remite con el consumo de medicamentos analgésicos, como sí lo hacen las sensaciones normales de dolor. Generalmente se atribuye a lesiones y a alteraciones en las terminaciones nerviosas, es decir, en los receptores sensoriales del dolor o nociceptores.
Las sensaciones desagradables pueden iniciarse o mantenerse después de que la estimulación haya cesado. Asimismo, el dolor y el suceso que lo provoca no pertenecen necesariamente a la misma modalidad sensorial. También puede suceder que el malestar aparezca en una zona distinta a la que ha recibido la estimulación.
Este fenómeno se diferencia de la hiperalgesia en que en el caso de la alodinia el estímulo no es objetivamente doloroso, mientras que en la hiperalgesia se da una reacción de dolor desproporcionada. Por otro lado, los dos trastornos son similares a nivel funcional y patofisiológico, y con frecuencia se producen en las mismas personas.
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Tipos de alodinia
Las experiencias de alodinia se clasifican en función del tipo de estimulación que provoque el dolor, es decir, de la modalidad sensorial afectada; así, podemos dividir este trastorno en la alodinia mecánica o táctil, la térmica y la motora.
Los distintos tipos de alodinia pueden producirse en la misma persona: la separación se refiere a los síntomas en sí mismos y no a la existencia de subtipos diferenciados del trastorno. No obstante, teóricamente también es posible que existan casos en que sólo se sienta dolor en una de estas modalidades sensoriales.
1. Mecánica o táctil
La alodinia mecánica es la manifestación más clásica de esta alteración. En estos casos aparecen sensaciones desagradables en respuesta a estímulos táctiles, como la presión o la vibración.
Existen dos subtipos de alodinia mecánica: la estática y la dinámica. Hablamos de alodinia táctil estática cuando el dolor se produce en respuesta a un único estímulo, como la presión con un dedo, y de alodinia dinámica si la causa es una estimulación ligera y repetida, como una caricia o la fricción de una toalla.
2. Térmica
La alodinia térmica puede producirse a consecuencia de estímulos calientes o fríos que normalmente no generarían sensaciones de dolor. La aparición de malestar en la piel al entrar en contacto con el agua de la ducha, por ejemplo, se clasificaría dentro de este tipo de alodinia.
3. Motora
En este caso el dolor es causado por movimientos normales de los músculos o de las articulaciones. Las personas con alodinia motora pueden notar síntomas cuando se sientan, cuando caminan, cuando se ponen ropa o en cualquier otra situación que conlleve la realización de movimientos.
Causas de este fenómeno
La alodinia se atribuye a la sensibilización del organismo, que puede producirse tanto como una reacción normal a la estimulación intensa como por un proceso más duradero relacionado con el sistema nervioso central.
La piel de cualquier persona puede sensibilizarse de forma transitoria si se dan ciertas condiciones. Por ejemplo, es habitual que después de estar expuestos al sol los nociceptores se activen al recibir una presión o un roce suaves, como al darse una ducha o ponerse una camiseta.
La sensibilización central es más patológica. Se produce a nivel del tronco cerebral y de la médula espinal; un incremento en la receptividad de los nociceptores hace que envíen señales de dolor al sistema nervioso central sin que estas sean inhibidas desde estructuras superiores, o bien se interpretan sensaciones no dolorosas como si lo fueran.
Se han encontrado distintos factores de riesgo que aumentan la probabilidad de sufrir alodinia. Entre estos destacan la obesidad, el consumo de tabaco y el incremento en los niveles de hormonas sexuales femeninas, que reducen el umbral de dolor. Asimismo la presencia de migraña crónica o de fibromialgia favorece que también se dé alodinia.
Normalmente la alodinia desaparece cuando se corrigen sus causas; no obstante, la mejor forma de tratar esta alteración es prevenir que los síntomas iniciales de sensibilización central progresen. En particular, las sensaciones punzantes y pulsátiles parecen preceder a la aparición de alodinia dolorosa.
Trastornos relacionados
Se han asociado con la alodinia diversas alteraciones que implican al sistema nervioso (tanto el central como el periférico) y/o que se relacionan con la percepción de dolor. Entre estas destacan la migraña y la fibromialgia, así como algunas lesiones neurológicas específicas.
1. Migraña crónica
Las personas que sufren ataques de migraña intensos y frecuentes tienen una mayor probabilidad de sufrir un proceso de sensibilización central, sobre todo si se trata de migrañas con aura; esto puede llevar a la aparición de alodinia. Las cefaleas tensionales también provocan alodinia en ocasiones, pero en menor medida que las migrañas.
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2. Fibromialgia
Se diagnostica fibromialgia en los casos de dolor muscular crónico cuyo origen no se puede identificar. Como los dolores de cabeza, la fibromialgia se engloba en el grupo conocido como “síndromes de sensibilización central”, que también incluye el síndrome de fatiga crónica, el de piernas inquietas y algunos trastornos de la articulación temporomandibular.
3. Síndrome de dolor regional complejo
Este trastorno, también conocido como “síndrome de distrofia simpática refleja”, es un tipo de dolor crónico derivado de una disfunción nerviosa, que puede localizarse a nivel central o periférico. Los síntomas de este síndrome incluyen el aumento de la sensibilidad de la piel, alteraciones en su temperatura o dolor articular, todos ellos clasificables como alodinia.
4. Neuropatía periférica
Hablamos de neuropatía periférica cuando se produce una lesión o un mal funcionamiento de los nervios que conectan la médula espinal con el encéfalo y otras partes del cuerpo. Frecuentemente se produce como consecuencia de enfermedades autoinmunes, infecciones, hipotiroidismo, tumores o alcoholismo crónico, entre otras causas.
5. Neuralgia postherpética
La neuralgia postherpética es un posible resultado del herpes zoster, una enfermedad vírica que afecta a la piel. Las lesiones que provoca pueden aumentar la sensibilidad al tacto, causando potencialmente alodinia.