Los 7 síntomas prodrómicos de la esquizofrenia

Analizamos cuáles son los síntomas tempranos de esta enfermedad.

Síntomas prodrómicos de la esquizofreni

La esquizofrenia es uno de los problemas de salud mental más invalidantes de entre todos los que actualmente se reconocen. Su curso crónico está marcado por un notable declive de la calidad de vida, tanto de quien la padece como de su entorno.

Como trastorno, y debido al halo de misterio que envuelve a su expresión clínica, ha sido objeto de muchas obras audiovisuales en las que se han sobredimensionado algunas de sus facetas mientras que otras apenas han tenido representación.

La fase inicial del mismo, por ejemplo, tiende a pasar inadvertida incluso para la enorme mayoría de pacientes y familias. Es en este momento cuando se manifiestan los síntomas prodrómicos de la esquizofrenia, los cuales serán el núcleo de este texto.

No obstante, en primer lugar ahondaremos en una somera descripción de los síntomas característicos de la enfermedad cuando ya se ha instaurado completamente.

Qué es la esquizofrenia

La esquizofrenia es un trastorno incluido en la categoría general de los cuadros psicóticos. Pueden distinguirse dos grandes grupos de síntomas que le son propios: los positivos y los negativos.

Esta tipología básica, planteada originalmente por Crow, se ha mantenido como una clasificación válida desde hace décadas por su sencillez. A grandes rasgos, los síntomas positivos describen un "exceso" y los negativos un "déficit" en la manifestación de la enfermedad.

Los síntomas positivos

Los síntomas positivos de la esquizofrenia son las alucinaciones y los delirios. Las primeras describen experiencias perceptivas anómalas que pueden comprometer cualquier modalidad sensorial, y los segundos constituyen un conjunto más o menos articulado de ideas que la persona esgrime para explicar su realidad (a pesar de que carecen de un sustrato objetivo suficiente). A menudo se atribuye una férrea credibilidad tanto a unos como a otros, siendo resistentes a toda evidencia que pueda contrariarlos.

Las alucinaciones más comunes son las auditivas, expresadas como voces humanas que aluden de forma directa al paciente o que interactúan entre ellas en una conversación en la que este mismo es el asunto principal. El contenido del mensaje suele ser congruente con el estado de ánimo de quien lo recibe. Las percepciones alucinatorias visuales o táctiles las seguirían en orden de frecuencia.

Los delirios implican un cúmulo de ideas a través de las cuales la persona intenta dotar de significado a sus experiencias perceptivas anormales, y cuyo contenido puede ser más o menos creíble (como sería el caso de los delirios de persecución que tienen lugar en la esquizofrenia paranoide) o resultar absurdo y extraño para el entorno cultural (contacto con seres de otras dimensiones, reencarnaciones variopintas, capacidades sobrehumanas, etc.).

También suele apreciarse con frecuencia un lenguaje desorganizado o carente de sentido. La expresión verbal parece estar afectada por fórmulas sintácticas sin un orden gramatical aparente y por la formación de neologismos (palabras inventadas), así como por frases sin conexión lógica o por un discurso que tiende hacia el descarrilamiento. Todo ello sugiere la presencia subyacente de alteraciones formales del pensamiento.

Los síntomas negativos

Los síntomas negativos son los grandes desconocidos para la mayoría de la gente, pese a que contribuyen de un modo decisivo a la discapacidad de quien padece esta condición. Además, son expresiones clínicas resistentes al tratamiento farmacológico habitual (antipsicóticos que actúan como antagonistas de la dopamina sobre las cuatro vías cerebrales en las que está implicado este neurotransmisor).

Los síntomas negativos son los siguientes: apatía (declive motivacional o desinterés), abulia (pérdida de voluntad por implicarse en las actividades de la vida diaria), alogia (empobrecimiento del pensamiento y del lenguaje) y anhedonia (dificultad para experimentar placer ante situaciones que anteriormente lo proporcionaban). Además, pueden coexistir alteraciones en procesos cognitivos claves para el desarrollo (memoria, atención, cognición social, etc.).

Es importante destacar, asimismo, que es frecuente la presencia de otros problemas de salud mental a medida que progresa el tiempo de convivencia con la esquizofrenia. Los más comunes son la depresión mayor y algunos trastornos de ansiedad, así como la presencia de ideación suicida. Cabe señalar que, en oposición a la creencia popular, las personas con esquizofrenia no son más violentas ni peligrosas que la población en general.

En lo sucesivo ahondaremos en los síntomas iniciales de la esquizofrenia, esto es, lo que en terminología especializada se conoce como expresión prodrómica.

Síntomas prodrómicos de la esquizofrenia

Los síntomas prodrómicos recogen todas aquellas expresiones clínicas tempranas de una enfermedad. En lo concerniente a la esquizofrenia, describen el intervalo de tiempo que media entre las primeras señales sugerentes de un problema (cambios notables respecto a los patrones previos de conducta y pensamiento) y la aparición de la psicosis propiamente dicha. Aproximadamente el 75% de las personas que padecen de esquizofrenia han transitado por esta fase en primer lugar.

A continuación profundizaremos en cada uno de los síntomas prodrómicos que han sido destacados en la literatura científica. Su duración puede limitarse únicamente a unas semanas o extenderse durante muchos años, pero en todo caso suponen una ruptura abrupta en el modo en que la persona actuaba y pensaba.

1. Aislamiento social

El aislamiento social es uno de los síntomas más evidentes durante los pródromos de la esquizofrenia. La persona se retira de la vida social y permanece al margen de la dinámica familiar.

Puede invertir una gran cantidad de tiempo enclaustrada en su propia habitación o mantenerse emocionalmente distante, incluso cuando se encuentra en situaciones donde se espera cierto grado de interacción (reuniones, por ejemplo), viéndose afectada la integridad de sus vínculos.

2. Cambios en el desarrollo de las actividades cotidianas

En el caso de que la persona disponga de una vida laboral o académica activa, o esté comprometida con responsabilidades familiares o de otra índole, durante esta etapa puede apreciarse un descuido muy importante de estas.

Se produce un abandono de las actividades que desarrollaba cotidianamente, lo que puede traducirse en la imposibilidad de mantener su implicación en diferentes áreas (pérdida del empleo, fracaso académico, ruptura de la relación sentimental, etc.).

3. Empobrecimiento de la higiene personal y el aseo

Se aprecia un descuido muy importante del cuidado personal más básico, como el cepillado de dientes o la ducha. En esta fase, la persona puede lucir una apariencia física desaseada y no mostrar interés por cambiar la situación, ni siquiera ante la demanda explícita de los demás. Esta circunstancia supone una fuente habitual de conflicto en el seno familiar, y puede perturbar gravemente la convivencia.

También puede aparecer un deterioro del aspecto físico debido al sedentarismo o a la falta de ejercitación, con un cambio sustancial en los hábitos alimentarios que conduce a una pérdida o aumento muy notable de peso (y alteración de la antropometría). En algunas ocasiones, los cambios que se suceden en la estructura corporal resultan dramáticos.

4. Ansiedad y depresión

Tanto la ansiedad como la depresión son síntomas prodrómicos de la esquizofrenia especialmente invalidantes, pues contribuyen al menoscabo de la vida afectiva. Pueden expresarse como oscilaciones muy acusadas del estado de ánimo, abatimiento emocional, agitación o nerviosismo. En otras ocasiones se manifiestan en forma de un enfado constante y desproporcionado, el cual alienta la presencia de conflictos.

Habitualmente estos síntomas adquieren una entidad suficiente para satisfacer los criterios diagnósticos de distintos trastornos mentales en sus respectivas áreas (como la depresión mayor, el trastorno de pánico, la ansiedad social, etc.), convirtiéndose en un problema comórbido que precisa de una atención independiente.

5. Pobreza del lenguaje y el pensamiento

En esta etapa debutan las primeras señales de empobrecimiento en el uso del lenguaje y el pensamiento. De hecho, son muchos los autores que señalan un menoscabo inicial de los procesos cognitivos, aunque este es más sutil que el observado durante el desarrollo del trastorno propiamente psicótico.

La evidencia destaca la afectación de los siguientes procesos cognitivos: velocidad del procesamiento de la información (capacidad para gestionar los recursos necesarios para lidiar con las exigencias de las situaciones a las que nos enfrentamos), atención sostenida (mantenimiento prolongado del foco de la atención sobre un estímulo) y memoria de trabajo (capacidad para retener la información que se requiere para desarrollar con éxito una tarea en la que se está implicado).

Otros hallazgos sugieren también algún grado de declive en memoria verbal (evocación de palabras), solución de problemas (capacidad para articular un plan de acción dirigido a la consecución de una meta o a la resolución de una situación demandante) y cognición social (codificación, almacenamiento, recuperación y uso de información asociada a las dinámicas sociales; incluyendo la identificación de las expectativas de los demás).

Todos ellos podrían contribuir de algún modo a otros síntomas prodrómicos, como serían la pérdida del empleo o el aislamiento social, y deben ser oportunamente evaluados por un profesional de la neuropsicología.

6. Ideas extrañas u obsesivas

En este periodo temporal puede advertirse la presencia de ideas recurrentes en torno a un tema concreto, sobre el cual se estructuran todas las actividades cotidianas. El eje de gravitación vital puede desplazarse de manera abrupta hacia estos asuntos, los cuales en su mayoría no habían sido abordados antes por la persona. Se trata, pues, de un pensamiento obsesivo que desplaza las preocupaciones habituales a un segundo orden de relevancia.

El trastorno esquizotípico de la personalidad (mantenimiento de creencias consideradas extrañas por el entorno y empobrecimiento de la expresión afectiva) propicia una estructura o cimiento sobre la cual puede erigirse una posterior psicosis, y ha sido considerado un importante factor de riesgo, por lo que en esta etapa podría observarse un recrudecimiento de esta sintomatología previa.

7. Insomnio

Las dificultades para dormir son también un síntoma común en la fase prodrómica de la esquizofrenia. Pueden surgir en cualquiera de sus posibles formas: de inicio (conciliación del sueño), de mantenimiento (interrupciones constantes durante la noche) y de despertar precoz (finalización del sueño antes de lo deseado).

En algunos casos se aprecia una alteración de los ritmos circadianos, de modo que la persona se acuesta y se despierta excesivamente tarde.

¿Por qué los síntomas prodrómicos son importantes?

El conocimiento de los síntomas prodrómicos de la esquizofrenia, pese a que pasan inadvertidos con mucha frecuencia, es de importancia capital. Esto es así porque no solo concurren en los meses previos al desarrollo del cuadro completo, sino que también pueden servir como indicadores de la aparición inminente de un episodio agudo en personas que ya han recibido el diagnóstico. Así pues, su identificación permite anticipar las medidas profilácticas y terapéuticas oportunas.

No obstante, es importante señalar que la presencia de estos síntomas no implica de forma necesaria que vaya a desarrollarse el trastorno en el futuro, pues esto sucede solo en el 20% o 40% del total de casos. Se trata de una señal de alarma de la que es clave ser conscientes, para poner en marcha todos los dispositivos asistenciales que puedan resultar oportunos.

Referencias bibliográficas:

  • George, M., Maheswari, S., Chandran, S. y Manohar, J.S. (2017). Understanding the Schizophrenia Prodrome. Indian Journal of Psychiatry, 59(4), 505-509.

  • White, T., Anjum, A. y Schulz, S. (2006). The Schizophrenia Prodrome. American Journal of Psychiatry, 163(3), 376-380.

Doctor en Psicología Clínica

Joaquín Mateu-Mollá (Valencia, 1985) es Psicólogo General Sanitario y Doctor en Psicología Clínica por la Universidad de Valencia. Cuenta con estudios de postgrado en Psicopatología (Máster Oficial), y se dedica tanto a la docencia como a la investigación y la divulgación científica.

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