Al igual que en todas las disciplinas científicas, la psicología y la intervención psicológica también experimentan cambios a lo largo del tiempo fruto de las nuevas investigaciones y el descubrimiento de nuevas técnicas eficientes o novedosas para ser utilizadas en diferentes tratamientos psicológicos. Actualmente y en el contexto social Occidental, el enfoque Cognitivo-Conductual es el predominante en la terapia psicológica y el más apoyado por la ciencia y los especialistas.
Sin embargo, este enfoque no ha permanecido estable a lo largo del tiempo, sino que ha ido evolucionando e integrando cambios y modificaciones fruto de la investigación y la necesidad de actualización constante en terapia. En los últimos años, se empieza hablar de la llegada de una “tercera ola” de las terapias Cognitivo –Conductuales, caracterizada principalmente por el establecimiento de terapias basadas en procesos.
La Terapia Basada en Procesos busca alejarse de la necesidad de una etiqueta diagnóstica para trascender los protocolos específicos de los tratamientos Cognitivo-Conductuales basados exclusivamente en trastornos definidos de forma estática. Este enfoque novedoso propone la toma de modelos de tratamiento más flexible, capaces de tener un trans – diagnóstico y organizados por principios, capaces de entender los trastornos y su recuperación como procesos; no como algo estable y definido.
En este artículo conocerás la Terapia Cognitivo-Conductual basada en procesos, teniendo que comprender al mismo tiempo las características clásicas de estas terapias y el desarrollo histórico y a través del tiempo que estas han tenido para enmarcarse en la actualidad en un nuevo conjunto de técnicas y estrategias para la recuperación y estabilización psicológica.
La Terapia Cognitivo-Conductual clásica
La Terapia Cognitivo-Conductual estándar o clásica hace referencia a toda una familia de intervenciones principalmente reconocidas como las terapias psicológicas que más apoyo empírico han recibido a lo largo del tiempo. Estas técnicas se centran en vinculas los pensamientos con las conductas, llegando a comprender los motivos por los que un determinado pensamiento puede dar sentido a las emociones que se experimentan y las conductas que las subyacen.
Por lo general, se hace un uso combinado de técnicas como la reestructuración cognitiva, entrenamiento en habilidades de relajación y estrategias de afrontamiento o exposición. Normalmente, mediante la Terapia-Cognitivo Conductual se pretende hacer frente al amasijo de pensamientos (distorsionados o no) sobre uno/a mismo/a o un problema determinado para, una vez identificado y comprendidos, pasar a entender la manera en la que estos interfieren en el desarrollo y puesta en acción de diferentes comportamientos y conductas.
La Terapia Cognitivo-Conductual se utiliza sobre todo en trastornos como la depresión, la ansiedad, trastornos del sueño, trastornos de estrés postraumático y las fobias. Una crítica que se ha hecho del enfoque Cognitivo-Conductual más clásico es su asociación continuada con las etiquetas diagnósticas y el desarrollo terapéutico casi exclusivamente vinculado con la resolución de estos trastornos y su sintomatología. Los críticos apuntan a la necesidad de abandonar la perspectiva puramente diagnóstica y basada en el etiquetaje.
Evolución histórica: una tercera ola de las terapias conductuales
Como hemos comentado anteriormente, toda disciplina científica evoluciona y se modula con el tiempo, adecuándose a las necesidades sociales y temporales de cada época e integrando nuevas disciplinas para promover el avance en ciencia. Las investigaciones centradas en la evolución histórica de las terapias Cognitivo-Conductuales dividen su desarrollo histórico en tres estadios u olas:
1. Primera ola: Aprendizaje y conductismo
La primera ola de las terapias Cognitivo-Conductuales hace referencia a su nacimiento en la década de los años 50 del siglo pasado cuando, integrando los conocimientos relacionados con el aprendizaje y el conductismo clásico de la mano de conceptos elaborados por figuras tales como Ivan Pavlov, B. F. Skinner y Albert Ellis. La característica principal de esta ola es el paso conceptual y teórico de estos investigadores a la práctica terapéutica; la primera aplicación práctica de estos conceptos. Proliferaron sobre todo técnicas como la exposición gradual y la identificación de estímulos condicionantes; dejando de lado las variables cognitivas de estas conductas.
2. Segunda ola: Heterogeneidad metodológica
Durante la segunda ola, que dio comienzo en torno a los años 70, comienzan a incorporarse a lo anterior aspectos cognitivos y sociales del comportamiento humano. Así, este enfoque empezó a distanciarse del aprendizaje y conductismo puro, para pasar a considerar perspectivas tales como el aprendizaje social de Bandura. Así, empieza a entenderte la cognición como un elemento clave que guía las conductas de las personas, pasando a desarrollar técnicas de reestructuración cognitiva y de resolución de problemas.
3. Tercera ola: Terapia Basada en Procesos
Algunas personas datan el comienzo de la tercera ola en el año 2004, cuando empezó a entenderse la vivencia de trastornos emocionales como la asunción de patrones de pensamiento desadaptativos para las emociones y los comportamientos, asumiendo la necesidad de desarrollar nuevas metodologías para detectar y modificar tales patrones. Así, las nuevas orientaciones de las terapias Cognitivo–Conductuales se empiezan a centrar en las relaciones de los pacientes con su pensamientos y emociones y no tanto con su contexto, desarrollándose nuevos modelos de intervención tales como la terapia de aceptación, las técnicas de mindfulness y las técnicas de análisis funcional.
Bajo este enfoque, podemos entender la terapia basada en procesos como una terapia que no se centra en las etiquetas diagnósticas, sino que pretende comprender los procesos de pensamiento y emocionalidad desadaptativa que perpetúan la vivencia de los mismos para, una vez comprendidos, pasar a su tratamiento desde una perspectiva holística y centrada en la persona.
¿Qué es la Terapia Cognitivo-Conductual Basada en Procesos?
Como venimos comentando, la principal característica de la Terapia Basada en procesos es un cambio de enfoque y conceptualización respecto a la consideración de los trastornos mentales. Así, se busca tener en consideración a los pacientes de una forma más amplia y general, que la terapia abarque a toda la persona y no exclusivamente a su categoría diagnóstica. Desafiando las concepciones tradicionales del trastorno mental, la terapia basada en procesos propone una visión más concreta del sufrimiento humano para desarrollar intervenciones más eficaces y centradas en el paciente.
Las unidades fundamentales de estas terapias son, redundantemente, los procesos. Los procesos son categorías generales cuyo objetivo principal es comprender la experiencia de una persona en diferentes niveles de su experiencia vital. Un proceso se considera toda la secuencia de sucesos que afectan a una persona de formas tanto positivas como negativas y tanto de manera directa o indirecta. Cada proceso puede entender mediante sus unidades integrativas en partes más pequeñas.
Esto resulta de utilidad terapéutica debido a su capacidad para identificar y entender cada subelemento de cada pensamiento, emoción y conducta de los pacientes. Así, la intervención terapéutica puede personalizarse al máximo y dirigir las técnicas a utilizar según las experiencias y vivencias de cada persona.
Técnicas clave de la Terapia Basada en Procesos
A continuación, presentaremos algunas de las técnicas más características de la terapia Cognitivo-Conductual basada en procesos y que más definen la orientación terapéutica que esta defiende:
1. Atención plena (mindfulness)
La atención plena es una técnica central en la Terapia Basada en Procesos. Consiste en desarrollar una conciencia no reactiva y sin juicios de los pensamientos, emociones, sensaciones corporales y experiencias presentes en el momento. Se anima al cliente a observar sus pensamientos y sentimientos como si fueran eventos pasajeros, sin aferrarse a ellos ni intentar cambiarlos. La práctica de la atención plena ayuda a desarrollar una mayor comprensión de uno/a mismo/a y a cultivar una actitud de aceptación hacia las experiencias internas.
2. Clarificación experiencial:
Esta técnica implica profundizar en la experiencia emocional y cognitiva del cliente. El terapeuta ayuda al cliente a explorar y describir con detalle sus sentimientos y pensamientos, alentándolo a poner en palabras lo que está experimentando internamente. Esta ayuda a dar forma y significado a las experiencias internas del cliente, lo que puede llevar a una mayor comprensión y resolución de problemas.
3. Focalización en el proceso:
En lugar de centrarse únicamente en los contenidos verbales del cliente, este enfoque presta especial atención a cómo los eventos se desarrollan en el momento presente. Esto incluye la observación de cambios emocionales, patrones de pensamiento y respuestas físicas durante la sesión terapéutica. El terapeuta puede destacar y explorar cualquier cambio o fluctuación que ocurra durante la terapia para comprender mejor los procesos subyacentes.
4. Aceptación y compasión:
La Terapia Basada en Procesos promueve una actitud de aceptación compasiva hacia uno/a mismo/a y sus experiencias internas. El terapeuta ayuda al cliente a cultivar una actitud amable y no crítica hacia sus pensamientos y emociones, incluso si son dolorosos o difíciles. La aceptación y la compasión permiten que el cliente se sienta más seguro y abierto a explorar sus problemas sin miedo al juicio.
5. Observación del lenguaje
Es importante prestar atención no solo al contenido de lo que el cliente está expresando, sino también a cómo se relaciona con su propio lenguaje y pensamientos. Esto implica observar patrones de comunicación, autoetiquetado y las metáforas que utiliza el cliente para describir sus experiencias internas. Esto puede proporcionar una mayor comprensión de sus patrones de pensamiento y conducta.
6. Experiencia directa
En la Terapia Basada en procesos, se enfatiza la importancia de explorar y trabajar con las experiencias emocionales y cognitivas que surgen en el momento presente. En lugar de simplemente hablar sobre los problemas o síntomas, el terapeuta guía al cliente para que se conecte con sus emociones y reacciones actuales. Al hacerlo, el cliente puede obtener una comprensión más profunda y auténtica de sus problemas y encontrar nuevas formas de afrontarlos.
Conclusiones
Como hemos visto, la Terapia Basada en procesos es un enfoque con origen en las Terapias Cognitivo-Conductuales y como resultado de su evolución científica y el paso del tiempo que establece requerimientos terapéuticos novedosos para amoldarse a las necesidades contemporáneas. Este enfoque intenta alejarse de las concepciones terapéuticas exclusivamente basadas en la categorización diagnóstica y médica, para pasar a entender la terapia de una forma holística y que empodere a las personas, considerando todos los aspectos de su vida y no solo los que puedan relacionarse con un trastorno o una etiqueta médica.