La agorafobia es un trastorno de ansiedad caracterizado por una ansiedad anticipatoria por el miedo a tener un ataque de pánico en público. La persona teme, además, estar en un sitio público y no poder “huir”. Es por ello que la terapia psicológica para la agorafobia debe ir muy enfocada a tratar las variables cognitivas que influyen en la perpetuación del trastorno.
En este artículo, además de explicar las características generales de la agorafobia, conoceremos en qué consiste la terapia cognitivo conductual para la agorafobia (considerada un tratamiento de primera elección), cómo funciona y cuáles son sus seis componentes fundamentales.
Agorafobia: ¿qué es?
La agorafobia es un trastorno de ansiedad que implica miedo a estar en lugares públicos o en situaciones donde es difícil o embarazoso escapar. También aparece un miedo a estar en sitios donde es difícil conseguir ayuda en caso de padecer un ataque de pánico o síntomas similares. Es decir, el miedo se da en los lugares públicos, y no tanto abiertos, como se suele pensar.
Así, debido a ese miedo, las situaciones que impliquen estar en estos lugares se evitan o se resisten con un gran malestar; en el caso de que se afronten, la persona con agorafobia suele ir acompañada. Por otro lado, dos componentes característicos que suele incluir el concepto de agorafobia son: la multifobia (tener varias fobias a la vez) y la fobofobia (tener “miedo al miedo”, o miedo a la propia ansiedad).
Clasificación en los manuales
En cuanto a su ubicación en los diferentes manuales de referencia, la agorafobia es un trastorno que ha experimentado ciertos cambios en las ediciones del DSM (Manual Diagnóstico de los Trastornos Mentales). De esta forma, en la tercera edición del mismo (DSM-III) y en la CIE-10 (Clasificación Internacional de enfermedades), la agorafobia se clasificaba como un trastorno independiente, y podía ir o no acompañada de trastorno de pánico (generalmente en los casos graves).
En el DSM-III-R y en el DSM-IV-TR, pero, la agorafobia pasa a formar parte de un trastorno de pánico más global. Finalmente, en el actual DSM-5, la agorafobia y el trastorno de pánico se independizan el uno del otro por primera vez, y pasan a ser dos trastornos diferenciados.
Terapia psicológica para la agorafobia
Existen tres tratamientos de elección para tratar la agorafobia: la exposición en vivo, la terapia cognitivo conductual y la farmacoterapia (uso de Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina [ISRS]). En este artículo nos centraremos en la terapia psicológica para la agorafobia desde una perspectiva cognitivo-conductual, y es por ello que hablaremos del segundo tratamiento de elección mencionado: la terapia cognitivo conductual.
Este tipo de terapia se considera bien establecida para tratar la agorafobia, según los manuales de referencia de eficacia de los tratamientos; es decir, que los resultados en investigación la avalan como una terapia eficaz y segura. Así, proporciona resultados positivos para tratar este trastorno.
Componentes
La terapia psicológica para la agorafobia desde una orientación cognitivo-conductual, suele incluir una serie de componentes concretos. Vamos a ver cuáles son y en qué consisten.
1. Psicoeducación
La psicoeducación consiste en “educar” al paciente en su patología, es decir, en proporcionarle la información adecuada para que pueda entender su trastorno, la etiología del mismo, qué factores están favoreciendo que se mantenga, etc. Así, en la terapia psicológica para la agorafobia, esta educación versará sobre la ansiedad y el pánico principalmente.
El objetivo es que el paciente cuente con la información necesaria para que pueda entender por qué le ocurre esto, y para que aprenda a diferenciar algunos conceptos que a veces pueden resultar confusos. Esta información puede ayudar a reducir su incertidumbre y a que se sienta más tranquilo.
2. Técnicas de respiración
La respiración es un factor esencial en los trastornos de ansiedad, ya que aprender a controlarla puede ayudar en gran medida a reducir los síntomas ansiosos. En la agorafobia esto es especialmente importante, ya que precisamente lo que se teme es sufrir un ataque de pánico en sitios donde es difícil recibir ayuda; estos ataques de pánico se caracterizan por presentan un gran número de síntomas físicos y neurofisiológicos relacionados con la ansiedad.
Es por ello que disponer de estrategias para respirar mejor, y para poder ejercer una respiración controlada, puede ayudar al paciente a prevenir los síntomas ansiosos característicos no solo del ataque de pánico, sino también de la propia agorafobia, ya que los pacientes agorafóbicos empiezan a pensar que padecerán un ataque de pánico y eso les origina síntomas ansiosos.
3. Reestructuración cognitiva
La reestructuración cognitiva es otro elemento clave dentro de la terapia psicológica para la agorafobia, ya que ayuda a modificar los pensamientos disfuncionales e irrealistas del paciente, ante la creencia de poder sufrir un ataque de pánico en cualquier momento (o en el momento en que se exponga a un lugar público).
Es decir, la reestructuración cognitiva irá enfocada a modificar estos pensamientos y creencias, y también a corregir las distorsiones cognitivas del paciente (por ejemplo pensar “si cojo el autobús y me da un ataque de pánico, me moriré ahí mismo, porque nadie me podrá socorrer”, o “si voy a la fiesta y me da un ataque de pánico, voy a pasar mucha vergüenza, porque además me agobiaré y no podré salir de ahí”.
El objetivo es que el paciente aprenda a elaborar pensamientos alternativos más realistas que le ayuden a afrontar las situaciones de forma más adaptativa, y que contribuyan a reducir su ansiedad o malestar anticipatorio.
4. Exposición interoceptiva
La exposición interoceptiva consiste en que el paciente se exponga a los síntomas ansiosos que origina un ataque de pánico, pero a través de otros mecanismos (es decir, producidos artificialmente, simulándolos). Estos síntomas se le inducen al paciente (en realidad, generalmente se los induce él mismo) a través de diferentes estrategias, como por ejemplo girar en una silla (para obtener la sensación de mareo), realizar ejercicios cardiovasculares (para aumentar el ritmo cardíaco), inhalar dióxido de carbono, hiperventilar, etc.
El objetivo de la exposición interoceptiva es debilitar la asociación existente entre las señales corporales específicas del paciente en relación a su organismo, y las reacciones de pánico (los síntomas de pánico) que manifiesta. Este tipo de exposición parte de la base teórica que considera que los ataques de pánico son en realidad alarmas aprendidas o condicionadas ante determinadas señales físicas.
5. Autoexposición en vivo
La autoexposición en vivo, el quinto componente de la terapia psicológica para la agorafobia, consiste en que el paciente se exponga a la situación real que le genera el miedo o la ansiedad. Es decir, que acuda a los lugares públicos donde “es difícil escapar”, y que lo haga solo.
Además, no deberá huir de la situación (a no ser que la ansiedad que experimente sea exagerada). El objetivo es, por un lado, empoderar al paciente en la resolución de su trastorno, y por el otro, que “aprenda” que puede afrontar dichas situaciones sin experimentar ningún ataque de pánico. Este tipo de exposición ayudará también al paciente a entender que el hecho de pasar vergüenza por “huir” de un sitio no es tan relevante, y que se puede relativizar.
6. Registros
Finalmente, el último componente de la terapia psicológica para la agorafobia son los registros; en ellos (autorregistros), el paciente deberá anotar diferentes aspectos en función de lo que le pida el terapeuta y de la técnica utilizada.
Generalmente, se trata de registros diarios que pretenden recoger información relevante del paciente, en relación a los momentos en que experimenta ansiedad (con sus antecedentes y consecuentes), el número de ataques de pánico que experimenta, pensamientos disfuncionales, grado de malestar asociado a ellos, pensamientos alternativos, etc. Los registros pueden ser de diferentes tipos, y son una herramienta muy importante de seguimiento.
Características
En cuanto a la eficacia de la terapia psicológica para la agorafobia, ésta puede verse afectada y disminuir, si el tiempo dedicado al componente de la exposición en vivo se reduce.
Por otro lado, una ventaja de la terapia cognitivo conductual de la que hablamos, orientada a tratar la agorafobia, es que tiende a producir menos abandonos y menos recaídas en cuanto a ataques de pánico, en comparación con la exposición en vivo.
Esto es debido a que la exposición en vivo es un tipo de terapia más “agresiva”, donde el paciente se expone realmente a la situación (o situaciones) que teme; en la terapia psicológica, en cambio, el funcionamiento es diferente y mucho menos invasivo o perturbador para el paciente.
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