En los últimos años, la diversidad sexual se ha convertido en un tema de gran relevancia y generador de múltiples debates. Comprender y aceptar las diferentes y diversas orientaciones sexuales e identidades de género es fundamental para la construcción de una sociedad inclusiva, diversa y respetuosa.
La diversidad sexual tiene un impacto significativo en nuestra sociedad, principalmente por su relación directa con los derechos humanos y justicia social. Todas las personas merecen la igualdad de derechos, protección legal y respeto; independientemente de su orientación sexual o identidad de género. La aceptación e inclusión de la diversidad sexual tiene un impacto muy positivo en la salud y bienestar de las personas LGBTQ+, mientras que la discriminación y estigma afectan a su salud mental y emocional.
Es importante hablar de diversidad sexual e incluirla en nuestras conversaciones porque comprendiendo y promoviendo las realidades de las personas que la protagonizan es la única forma de avanzar hacia una sociedad más justa y respetuosa con todo el mundo. En este artículo nos vamos a centrar en lo que es la orientación sexual y las identidades de género, haciendo un repaso histórico de los conceptos y comentando términos relacionados.
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La historia del movimiento LGTBQ+
La diversidad sexual abarca siglos de evolución y cambios en actitudes sociales y culturales hacia la sexualidad y el género. A lo largo de diferentes épocas y culturas, ha habido diversas concepciones y expresiones de la sexualidad e identidad de género. En la Antigüedad, algunas sociedades como la griega o la romana tenían una comprensión más amplia y fluida de la sexualidad, reconociendo y aceptando una diversidad de prácticas y orientaciones sexuales que nos podrían parecer sorprendentes incluso a día de hoy.
Sin embargo, durante la Edad Media y como consecuencia de la influencia religiosa y moral, se estableció un paradigma de heterosexualidad como norma y se condenaron otras formas de expresión sexual. A lo largo de los siglos XVIII y XIX, hubo un importante desarrollo de ideas médicas y científicas que clasificaron y patologizaron las orientaciones sexuales no heterosexuales. En el siglo XIX se acuñaron los términos homosexualidad y heterosexualidad, estableciendo una distinción entre ellas y dando una calidad de enfermedad a la primera.
La diversidad sexual comenzó a ganar reconocimiento y visibilidad durante el siglo XX, ganando reconocimiento y visibilidad mediante la formación de movimientos con el objetivo de la obtención y el respeto de derechos LGBTQ+. Un momento crucial para este desarrollo fue el levantamiento de Stonewall entre el 28 de junio y 3 de julio de 1969. Este consistió en una serie de manifestaciones espontáneas y violentas ante una redada policial al pub de Stonewall Inn, frecuentado por personas del colectivo. Este fue un hito en la lucha por los derechos LGBTQ+ en Estados Unidos, que pronto se extendió a nivel global.
Hoy en día, se han logrado avances significativos y poco a poco, en los imaginarios colectivos de las personas es más común la aparición y comprensión de conceptos relacionados con la diversidad sexual. No obstante, aún queda mucho por hacer, y uno de los primeros pasos debe venir de la mano de la educación social; se debe orientar a la sociedad hacia la diversidad.
Orientaciones sexuales
Las orientaciones sexuales son una manifestación intrínseca de la diversidad sexual de la que venimos hablando a lo largo de este artículo. Abarcan una amplia gama de formas en las que las personas experimentamos atracción emocional, romántica y sexual hacia otras personas. A continuación, vamos a explorar algunas de las orientaciones sexuales más comunes y desmitificaremos conceptos o creencias erróneas y prejuicios asociados a cada una de ellas.
Es importante tener en mente que estas son solo algunas de las orientaciones sexuales existentes; pero la diversidad sexual abarca muchas más identidades y experiencias. Celebrar la diversidad sexual implica rechazar los estereotipos y prejuicios asociados con diferentes orientaciones sexuales y reconocer y respetar la autenticidad de cada una de estas experiencias.
1. Heterosexualidad
La heterosexualidad hace referencia a la atracción romántica, emocional y/o sexual hacia personas del género opuesto; es decir, la atracción por un hombre si eres una mujer, y por una mujer si eres un hombre (partiendo de conceptos puramente binarios y como parte del binomio heteronormativo). Esta es la orientación sexual normativa en nuestra sociedad (y la mayoría de sociedades), y es ampliamente aceptada y reconocida en la gran mayoría de culturas.
2. Homosexualidad
La homosexualidad se refiere a la atracción romántica, emocional y/o sexual hacia personas del mismo género; es decir, la atracción por un hombre si eres un hombre, y por una mujer si eres una mujer. Las personas homosexuales han enfrentado mucha discriminación y estigmatización a lo largo de la historia en la mayoría de sociedades. Como se ha comentado previamente, la homosexualidad se consideraba una patología, y no fue hasta el año 1990 en el que la OMS dejó de considerarla una enfermedad mental, hace 33 años.
3. Bisexualidad
La bisexualidad se caracteriza por la atracción romántica, emocional y/o sexual hacia personas de ambos géneros; pueden sentirse atraídas tanto por personas del mismo género que por personas del opuesto. Los estereotipos a los que estas personas se enfrentan mayoritariamente son la creencia de que son personas promiscuas o indecisas, y sobre todo la falsa percepción de que la bisexualidad es una fase temporal entre la heterosexualidad y la homosexualidad. Las personas bisexuales experimentan una falta de representatividad social que genera su invisibilización.
Identidades de género
La identidad de género también forma una parte fundamental de la diversidad sexual. Hace referencia a las formas en las que cada persona se percibe e identifica en términos de su género. Las identidades de género son diversas en sí mismas y cada persona tiene el derecho de definir su propia identidad de género y ser respetada en ella.
La comprensión y apoyo hacia las identidades de género son fundamentales para la creación de espacios inclusivos, respetuosos y seguros para estas personas. La aceptación de las identidades de género promueve la igualdad y respeto hacia todas las personas, independientemente de su identificación en términos de género. Vamos a comentar las tres identidades de género más conocidas, pero de nuevo es importante recalcar la existencia de muchas más y la libertad de vivir y expresar el género de una forma individual y diferenciada; que cada persona haga lo que sienta correcto para ella.
1. Cisgénero
Ser cisgénero implica que la identidad de género de una persona se alinea con el sexo asignado al nacer. Es decir, si una persona asignada como mujer al nacer se identifica y expresa como una mujer, entonces hablaríamos de una persona cisgénero. Las personas cisgénero tienen el privilegio social de que su identidad de género normal y mayoritariamente coincide con las expectativas de la sociedad en relación a esta. Un tema distinto es la expresión de este género; una persona puede ser cisgénero pero expresarse socialmente de una forma más fluida y que no encaje en las expectativas sociales de los demás.
2. Transgénero
Las personas transgénero son aquellas cuya identidad de género difiere del sexo asignado al nacer. Las personas transgénero pueden identificarse como el género opuesto al sexo asignado en el nacimiento, o pueden experimentar una identidad de género que no se ajuste estrictamente a las categorías binarias de masculino-femenino u hombre-mujer.
Según datos de un estudio elaborado en 2020, el 70% de las personas trans en España son insultadas de una forma regular, y una de cada diez son víctimas de amenazas o maltrato a lo largo de su vida. A pesar de estas cifras, solo un 6% denuncia estos hechos, principalmente debido al miedo o la impotencia derivada de la exclusión social que suelen experimental.
3. Género no binario
Las personas no binarias son aquellas que experimentan una identidad de género que no se ajusta exclusivamente a las categorías de masculino o femenino. Se pueden identificar como una combinación de género, como algo más fluido o como algo completamente distinto. Cada persona es libre de elaborar, experimentar y sentir su género de la manera que le plazca. Estas identidades desafían todas las concepciones tradicionales en torno al género y dan importancia y relevancia al respeto y validación de toda una gama de experiencias relacionadas con el género.
La diversidad sexual nos enriquece
Para concluir, la diversidad sexual es un aspecto fundamental de la condición humana que merece ser reconocido, respetado y celebrado en nuestra sociedad. A lo largo de la historia y el tiempo, se han generado cambios significativos en la comprensión y aceptación de la diversidad sexual, desde la imposición de normas rígidas hasta la lucha por los derechos y la inclusión de personas LGBTQ+.
Todas las orientaciones sexuales e identidades de género son válidas y merecen respeto y derechos. Superar estereotipos, prejuicios y discriminaciones es un desafío continuo, pero esencial para construir una sociedad inclusiva y equitativa. En definitiva, la diversidad sexual enriquece nuestra cultura, nuestra creatividad y nuestra comprensión del mundo, y es responsabilidad de todos, todas y todes buscar información y recursos que nos ayuden a apoyar a todas las personas que puedan sentirse diferentes de la norma en estos aspectos.