La linterna mágica: el antecedente desconocido del cine

El ingenioso aparato que sentó las bases del séptimo arte.

La linterna mágica: el antecedente desconocido del cine

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¿Qué es la linterna mágica? O, mejor dicho (y para empezar por donde corresponde): ¿cuándo nació el cine? Estrictamente hablando, deberíamos remontarnos a finales del siglo XIX; en concreto, a 1888, cuando Louis Le Prince (y no los hermanos Lumière) dejó para la posteridad la que está considerada como la grabación más antigua. Se trata de unas imágenes que solo duran dos segundos, y que muestran a la familia de Le Prince dando vueltas por el jardín de la casa.

Más tarde, con las patentes de Edison y el cinematógrafo de Auguste y Louis Lumière (que se presentó oficialmente el 28 de diciembre de 1895, en el salon Indien del Grand Café de París), se abrió el camino para lo que sería el séptimo arte, y que haría las delicias de varias generaciones.

Pero, ¿cuáles son los antecedentes del cine? ¿Nos creerías, lector, si te decimos que podemos buscarlos nada menos que en el siglo XVII? Si has sentido curiosidad, sigue leyendo. Hoy te proponemos un viaje en el tiempo para conocer la linterna mágica, el ingenioso aparato que sentó las bases del cine.

La linterna mágica: el arte de ‘mover’ imágenes

La denominada linterna mágica es un aparato hijo del creciente interés por la óptica, que empezó en los siglos XIII y XIV con el famoso ‘círculo de Oxford’ (y Roger Bacon a la cabeza) y siguió adelante durante la Revolución Científica, ya en pleno siglo XVII. Así, los estudiosos de la mecánica y la óptica se interesaron vivamente por un fenómeno conocido como persistencia retiniana o, en otras palabras, la capacidad de nuestro ojo de retener imágenes durante un tiempo muy efímero que, cuando se presentan de forma seguida, dan sensación de movimiento.

El estudio de la persistencia retiniana acabó dando como fruto un ingenioso aparato, que se empezó a llamar ‘linterna mágica’: linterna, porque expedía luz (en forma de imágenes); mágica, porque estas imágenes... ¡se movían!

Una fábrica de sueños

Así pues, mucho antes que los espectadores que acudieron ese día de diciembre a contemplar la proyección de los Lumière (y salieron corriendo porque tuvieron la sensación de que el tren que entraba a la estación era real), las personas de los siglos XVII, XVIII y principios del XIX se deleitaban observando las ‘películas’ que ofrecía la linterna mágica.

De hecho, durante la época victoriana fue un entretenimiento muy popular en los salones de las casas pudientes. A menudo denominadas también ‘fantasmagorías’, porque se aprovechaba la proyección para crear la ilusión de la aparición de fantasmas, los espectáculos de linterna mágica se hicieron cada vez más populares.

Finalmente, el aparato llamó la atención de algunos inventores, que, a partir de él, crearon distintos dispositivos capaces no solo de crear imágenes en movimiento, sino también de materializar estas imágenes.

¿Cómo funcionaba la linterna mágica?

El funcionamiento de la linterna mágica, esa fábrica de sueños de las generaciones anteriores al cine, no es demasiado complejo. De hecho, estaba basada en un aparato ya de sobras conocido, la ‘cámara oscura’ que, por cierto, es el antecedente de la cámara fotográfica.

El antecedente: la cámara oscura

Algunos pintores, como Johannes Vermeer, se sirvieron de cámaras oscuras para crear sus obras. La cámara oscura captaba la imagen del exterior a través de una lente, y la reproducía en su interior. Era un ‘truco’ óptico que, años más tarde, al conseguir fijar la imagen en nitrato de plata, daría lugar a la fotografía.

Pues bien, la linterna mágica recogía el concepto de la cámara oscura, con la diferencia de que, además de proyectar la imagen hacia dentro, también lo hacía hacia fuera. De este modo, las imágenes se podían apreciar en paredes blancas, con la ayuda de un dispositivo de luz.

En un principio, esta luz era una simple vela. A causa del intenso humo que desprendían estas primeras fuentes de luz, la linterna mágica disponía de una obertura por donde el humo salía al exterior, aunque esto no evitó que sucedieran no pocos accidentes.

Paulatinamente (sobre todo, a partir de la eclosión del alumbrado eléctrico), la iluminación fue perfeccionándose y volviéndose más segura y eficiente.

Imágenes pintadas en vidrio

Las imágenes estaban pintadas en vidrio, elemento translúcido que permitía que la luz penetrara a través de ellas. Para conseguir el tan deseado movimiento, solo era necesario incluir varias imágenes, cada una con una leve variación sobre la anterior (a modo de fotogramas), para que, al ser proyectadas, el espectador tuviera la sensación de que se movían.

A partir de la década de 1820, las imágenes empezaron a manufacturarse de forma más o menos masiva, lo que nos da una idea del éxito que tenía la linterna mágica entre la población victoriana. También en esa década aparece la limelight o luz de calcio, que permitía que las proyecciones fueran mucho más claras y nítidas.

Y así nació el cine

Podemos considerar todos los aparatos de cine como hijos de la linterna mágica. Y decimos bien: aparatos, en plural. Porque, a pesar de que solo ha pasado a la historia el cinematógrafo de los hermanos Lumière, existieron muchos otros, que se inspiraron en la linterna mágica y el fenómeno de la persistencia retiniana.

En 1879, Eadweard Muybridge (1830-1904) inventó el zoopraxiscope, un perfeccionamiento de la linterna mágica, que constaba de un cilindro con imágenes que, al girarlo, parecía que se movían. Es famoso su jinete a caballo, que milagrosamente, ‘galopa’ al girar el aparato.

Una década más tarde, el ya citado Louis Le Prince (1842 – desaparecido en 1890) inventa otro aparato de cine, con el que consigue grabar la primera película. Cuando Le Prince viajaba a París para patentar su invento, desapareció en circunstancias misteriosas. Nunca se hallaron ni su cuerpo ni su equipaje. En 1886, más o menos de forma contemporánea a Le Prince, Lionel S. Beale (1828-1906) diseñó el corotoscopio, que usa el mismo principio de la linterna mágica y que nunca fue patentado. Tres años más tarde, Thomas A. Edison (1847-1931) patenta su kinetoscopio.

Como podemos ver, hay un largo recorrido hasta llegar a ese 28 de diciembre de 1895, en el que los Lumière presentaron su cinematógrafo en París. Y, si queremos rizar el rizo, podríamos remontarnos a las cuevas de Altamira, donde existe un curioso testimonio de que el ser humano siempre ha deseado plasmar el movimiento: unos bueyes con multitud de patas. Algo que, por cierto, recogerá, muchos milenios más tarde, el futurismo para sus pinturas.

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  • FRUTOS ESTEBAN, F (2010), Los ecos de una lámpara maravillosa: la linterna mágica en su contexto mediático. Univ. de Salamanca
  • POPPLE, S. (1993), Le Prince's Early Film Cameras, Photographica World

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Sonia Ruz Comas. (2025, octubre 3). La linterna mágica: el antecedente desconocido del cine. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/linterna-magica-antecedente-desconocido-del-cine

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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