10 obras de Arte sobre la Muerte

Un recorrido a través del tema de la muerte en la Historia del Arte.

El Ángel de la Muerte de Domenico Morelli

Paradójicamente, la muerte siempre está presente en la vida. A lo largo de nuestra existencia tomamos contacto de múltiples maneras con ella, y afrontamos su inevitable llegada como podemos o como nos han enseñado a afrontarla.

En el arte, la muerte se ha plasmado de diversas maneras, dependiendo de la época en que se han realizado las obras, y también según las propias ideas y el sentir del artista. En este artículo revisaremos brevemente 10 obras de arte en las que se ha plasmado la idea de la muerte.

10 obras de arte que hablan sobre la muerte (explicadas)

En la Edad Media y la Era Moderna, las graves crisis demográficas y la alta tasa de mortalidad hacían que la población tuviera muy presente el concepto del memento mori, “recuerda que vas a morir”. Las llamadas danzas macabras y las vanitas proliferaron en las manifestaciones artísticas, y la muerte se representaba, con pocas excepciones, como algo atroz, repulsivo y, sobre todo, unificador. Nadie se escapa de ella.

Más tarde, el Romanticismo aporta una especie de gusto morboso por la muerte, y ya en las últimas décadas del siglo XIX, y siguiendo las teorías de Freud, el Thanatos se funde con el Eros y la muerte se erotiza.

Por supuesto, es impensable realizar un análisis en profundidad sobre el tema en tan pocas líneas; son muchas las obras de arte que nos hablan de la muerte. A continuación, os presentamos algunas de las más representativas.

1. Danza macabra de la iglesia de San Nicolás de Tallin, de Bert Notke (1475-99)

Este lienzo de colosales dimensiones (160 x 750 cm) es una de las expresiones plásticas más contundentes de la danza macabra, motivo recurrente a finales de la Edad Media y gran parte de la Era Moderna.

¿Qué son las danzas macabras? Se basan en la idea de la muerte como gran unificadora, puesto que llega a todos los seres humanos sin importar su condición social o su riqueza. La iconografía de estas danzas macabras mantiene características comunes a lo largo de los siglos finales de la Edad Media: una serie de muertos, representados como esqueletos o tránsidos, es decir, cadáveres en estado de descomposición, se unen a los vivos en un macabro baile. En realidad, y tal y como sostiene Herbert González Zymla (Universidad Complutense de Madrid) en su ensayo La danza macabra, solo los muertos bailan; los vivos quedan como petrificados ante la visión de lo que les espera.

En la obra de Notke, el concepto de la muerte como unificadora queda muy claro. En el lienzo podemos observar, en fila y de cara al espectador, a una serie de cadáveres que se acercan a varios personajes y les invitan a unirse al baile. Entre los personajes podemos ver a un papa, a un emperador y a una dama de alta alcurnia. Todos van a morir invariablemente, sin importar su estatus.

Danza macabra de Bert Notke

2. El triunfo de la Muerte, de Pieter Brueghel el Viejo (1562-63)

El triunfo de la Muerte es otra de las obras de arte sobre la muerte más conocidas. Heredero directo de las tradiciones de las danzas macabras medievales, este impresionante cuadro no arroja ningún tipo de esperanza. Todos los vivos están condenados. En un paisaje desolador, pintado con tonalidades rojizas y amarillas que acentúan la sensación de aridez, la muerte entra cabalgando un escuálido caballo y portando en su mano su característica azada. Con ella viene a la tierra un ejército de muertos, representados como esqueletos, que siegan la vida de los vivos y los empujan hacia un gran ataúd que se abre en la parte derecha de la tabla.

Brueghel tomó muchas de sus imágenes de su predecesor, El Bosco. Como él, sus pinturas tienen una fuerte carga moralizante, heredera también de las danzas macabras medievales. Da igual lo que tengas, al final todos acabaremos en el mismo sitio.

Lo realmente escalofriante de este cuadro de Brueghel es su falta absoluta de esperanza. Dios no aparece por ningún lado, tampoco Cristo. No se plasma ninguna promesa de redención. La muerte lo llena todo, terrible y poderosa.

El triunfo de la muerte

3. El juicio final, de Jan van Eyck (ca. 1440-41)

Esta tabla forma parte de un díptico, constituido por el Juicio Final, en su lado derecho, y la Crucifixión de Cristo, en el izquierdo. A diferencia de El triunfo de la Muerte de Brueghel, en esta obra el maestro flamenco presenta a los fieles la esperanza de la salvación. La tabla está claramente dividida en tres partes: en la inferior, se abre un abismo infernal, donde caen los condenados; un enorme esqueleto alado sirve para separar este espacio del resto de la composición. Sobre aquel, el arcángel san Miguel levanta su espada, en plena lucha contra el mal.

En la parte central, a la izquierda, podemos observar a los difuntos levantarse de sus sepulcros. Como telón de fondo, contemplamos un colosal incendio, los restos del Apocalipsis. Más arriba, encontramos a los resucitados a la espera del juicio y, ya en la parte superior de la composición, Cristo mostrando las llagas rodeado de la Virgen, San Juan Bautista y varios ángeles que tocan trompetas.

El juicio final

4. Las tres edades y la Muerte, de Hans Baldung (1541-44)

Estrechamente vinculada con las danzas macabras medievales encontramos en la Edad Moderna la idea del memento mori, es decir, “recuerda que morirás”. Se trata de un concepto constante en las representaciones artísticas del siglo XVI y, especialmente, del XVII, al que se le une la idea de la vanitas: da igual que seas hermoso o hermosa, la juventud y la belleza desaparece con el tiempo y, sobre todo, con la muerte.

En esta tabla, Baldung (por cierto, discípulo de Durero), presenta las tres etapas de la vida: la infancia, representada por el bebé que yace durmiente en el suelo, en primer plano; la juventud, personificada en la hermosa joven de la izquierda, y la senectud, representada por la anciana que tira de ella. El paso del tiempo está claramente plasmado en el envejecimiento del cuerpo de la anciana y, sobre todo, en el reloj de arena que el cuarto personaje, la muerte, sostiene. En su doloroso tránsito, la mujer mayor intenta llevarse a la muchacha, que se gira desdeñosa y de cuyos ojos brotan unas cuantas lágrimas.

Las edades de la muerte

5. La Muerte, de Gil de Ronza (1522)

Gil de Ronza realizó esta escultura para el conjunto que debía decorar una de las capillas funerarias del convento de San Francisco de Zamora. El título de la obra es bastante claro: el artista no está representando a un muerto en particular, sino a la Muerte como figura alegórica. Gil de Ronza la materializa como un esqueleto o, más bien, un tránsido, ejecutado con asombroso realismo. Si nos fijamos, todavía podemos ver los jirones de carne que penden; la sensación de putrefacción es evidente. En la mano izquierda, la muerte lleva una de las trompetas del juicio final, lista para despertar a los muertos.

La Muerte de Gil de Ronza

6. Finis Gloriae Mundi, de Juan Valdez Leal (1670-72)

Esta es una de las dos obras encargadas por Miguel Mañara, intelectual sevillano, que se encuentran en el coro bajo del Hospital de la Caridad de Sevilla. Se enmarca en el contexto del Barroco, durante el cual adquiere notable importancia la idea del memento mori y de la vanitas. Además, durante el siglo XVII se desató en Sevilla una terrible peste que magnificó la idea de la muerte y la labor del hospital.

La visión descarnada de la muerte, junto con la ejecución naturalista tan característica de las obras barrocas, dan como resultado un escalofriante cuadro, en el que se representan, simple y llanamente, dos cadáveres. El naturalismo del Barroco queda patente en la carne tumefacta y en los insectos y los gusanos que asoman por entre los restos de la carne. A pesar de esta representación tan realista, el mensaje sigue siendo el mismo, pues los cadáveres corresponden a un obispo y a un caballero de Calatrava. La muerte nos llega a todos.

Finis Gloriae Mundi de Juan Valdez Leal

7. El beso de la Muerte, de Jaume Barba o Joan Fontbernat (1930)

De autoría discutida, esta hermosa escultura se yergue sobre una de las tumbas del Cementerio del Poblenou, en Barcelona. Vemos a la muerte descarnada, representada como un esqueleto con alas; sin embargo, la sensación que evoca es muy diferente a la obra de Gil de Ronza. Aquí la Parca no aparece como algo espantoso, sino como un ser casi dulce, que toma amorosamente al difunto y le deposita un suave beso en la cabeza. La dulzura del gesto contrasta con el aspecto lúgubre de la representación.

Dejando de lado la concepción personal del autor, es evidente que ya no estamos ante el mismo concepto de la muerte que el que se tenía a finales de la Edad Media y en la Era Moderna. Durante el siglo XIX y parte del XX se producen muchas representaciones de la muerte como algo inevitable y poco deseado, cierto, pero identificado más bien con un sueño beatífico y consolador.

El beso de la muerte

8. El ángel de la muerte, de Domenico Morelli (1897)

Este óleo de Domenico Morelli (en portada) es otro claro ejemplo de la representación de la muerte como algo “dulce” y “pacífico”. En un paisaje extraño, pintado con tonalidades violáceas, un hermoso ángel vestido de rojo se agacha y besa a una joven que acaba de fallecer. El rostro de la muchacha, que todavía no ha entrado en estado de descomposición, es bello a pesar del pálido color que le otorga la muerte. En su cabeza lleva una guirnalda de flores blancas, símbolo de pureza.

La sensación de placidez es reforzada por el gesto del ángel, que cubre suavemente a la joven con una sábana, como si la arropara para dormir. De nuevo encontramos el símil, tan típico del siglo XIX, de la muerte como un sueño, y la figura del ángel como conductor del alma a la inmortalidad.

9. La joven y la muerte, de Henry Lévy (1900)

Desde la antigüedad, el ser humano ha considerado una relación, a menudo inquietante, entre la Muerte (Thanatos) y el Amor (Eros). Encontramos testimonios de esta conexión en algunas obras del siglo XVI, como Muerte y lujuria, de Hans Baldung, donde un esqueleto, personificación de la muerte, agarra lascivamente a una joven y le muerde el rostro. Detrás de ello está la idea de la muerte como algo ávido que siempre se lleva lo que quiere.

La joven y la muerte de Lévy tiene también una fuerte carga erótica. Como es común en el siglo XIX, la muerte está personificada por un ángel, que desciende de las alturas y toma entre sus brazos a una joven desnuda. Pero, a diferencia del cuadro de Baldung, que transmite una evidente violencia (la chica se resiste al embiste de la muerte), en el de Lévy ella cae prácticamente en sus brazos, como desvanecida o dormida. Las manos del ángel, una tomando suavemente la cintura de la joven y la otra tocándole el seno, aumentan la sensación erótica de la obra.

La joven y la muerte de Henry Lévy

10. Muerte y vida, de Gustav Klimt (1910)

Es una de las obras más famosas y también más inquietantes del pintor simbolista. El lienzo está dividido en dos partes: a la derecha está la Vida, simbolizada con una serie de cuerpos que se retuercen, se abrazan y se pliegan; a la izquierda, un esqueleto cubierto por un manto oscuro plagado de cruces (la Muerte) agarra con sus manos nudosas un garrote, como para dar en cualquier momento el golpe fatal. La mirada vacía de la Muerte, que observa con curiosidad y malicia el bullir de la Vida, es el único punto de unión entre los dos mundos.

Muerte y vida de Gustav Klimt

Los personajes que forman la Vida parecen no darse cuenta del acecho de la Muerte: una madre mece en sus brazos a su hijo, una joven se funde con la figura de una anciana y dos amantes entrelazan sus brazos. Todos están sumergidos en su mundo; solo la muchacha que se encuentra al lado de la madre levanta la mirada y dirige los ojos al espectador.

  • Bietoletti, S., Comentarios sobre “El ángel de la muerte”, artículo recogido en https://www.bellasartes.gob.ar/coleccion/obra/2459/
  • Colaboración especial de Montserrat Oliva Andrés, especialista en arte funerario.
  • González Zymla, H. (2013). Danzas macabras, Base de datos digital de Iconografía Medieval. Universidad Complutense de Madrid.
  • Jeroglíficos de las postrimerías, de Valdés Leal, video del canal de Youtube Vitruvio Arte (Hugo García): https://www.youtube.com/watch?v=O_fwVqcXB3c
  • Museo Nacional de Escultura: https://www.culturaydeporte.gob.es/mnescultura/colecciones/escultura-espanola/la-muerte.html
  • Museo del Prado: El triunfo de la muerte: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/el-triunfo-de-la-muerte/d3d82b0b-9bf2-4082-ab04-66ed53196ccc
  • Las tres edades y la muerte: https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/las-edades-y-la-muerte/d5ef2c3e-48d1-40a8-8bb7-745314a1197c
  • VV. AA., La muerte en el arte pictórico, artículo publicado en https://www.funeralnatural.net/articulos/la-muerte-en-el-arte-pictorico

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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