Uno de los criterios de demarcación científica es el verificacionismo, la idea de que para que algo sea considerado como significativo debe ser empíricamente demostrado o, mejor dicho, poder ser captado a través de los sentidos.
A lo largo de los años han habido varias corrientes que se podrían considerar como partidarias de este criterio de demarcación científica, aunque sí que es cierto que usando su particular visión de lo que se entiende como conocimiento significativo.
A continuación vamos a ver qué es el verificacionismo, qué corrientes históricas se podrían considerar como seguidoras de esta idea y qué es lo que lo diferencia del falsacionismo.
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Verificacionismo: qué es, corrientes históricas y falsacionismo
El verificacionismo, también llamado criterio de significancia, es un término usado para describir a la corriente que siguen aquellos que son partidarios de usar el principio de verificación en ciencia, esto es, sostener que sólo los enunciados (hipótesis, teorías...) que son empíricamente verificables (p. ej., mediante los sentidos) son cognitivamente significativos. Es decir, si algo no se puede demostrar por medio de los sentidos, de la experiencia física o la percepción, entonces es una idea más bien rechazable.
El criterio de significancia ha sido un tema de debate entre incluso quienes dicen sentirse verificacionistas, básicamente debido a que muchos debates filosóficos se hacen sobre la veracidad de enunciados que no son empíricamente verificables. El verificacionismo ha llegado a ser usado como una regla para demostrar que los enunciados metafísicos, éticos y religiosos carecen de sentido, aunque no todos los verificacionistas consideran que este tipo de enunciados no sean verificables, como sería el caso de los pragmáticos clásicos.
1. Empirismo
Tomando una perspectiva histórica sobre la idea del verificacionismo, podemos poner sus orígenes más tempranos en el empirismo, con figuras tales como el filósofo inglés John Locke (1632-1704). La premisa principal en el empirismo es la de que la única fuente de conocimiento es la experiencia a través de los sentidos, algo que realmente defiende el verificacionismo y que, de hecho, podría decirse que el criterio de verificación es la consecuencia de esta primera idea empirista.
Dentro de la filosofía empirista se sostuvo que las ideas que nos rondan por la mente tienen que ser resultado de la percepción-sensación, esto es, sensaciones que hemos convertido en ideas o también es la combinación de esas mismas ideas obtenidas a través de la experiencia convertidas en nuevos conceptos. A su vez, este movimiento está asociado a la idea de que no hay forma posible de hacer que una idea llegue a nuestra mente sin estar conectada a las percepciones y que, por lo tanto, tiene que poder ser verificable empíricamente. En caso contrario sería una fantasía.
Esta concepción de dónde venían las ideas llevó a empiristas como David Hume a rechazar posiciones filosóficas acerca ideas de tipo más metafísico, como por ejemplo la existencia de Dios, el alma o el propio ser. Esto era motivado por el hecho de que estos conceptos y cualquier otra idea espiritual no tiene en realidad un objeto físico del cual emane, esto es, no hay un elemento empíricamente experienciable del cual se derive la idea de Dios, el alma o el propio ser.
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2. Positivismo lógico
La corriente filosófica que más ha sido relacionada con el verificacionismo es, sin duda, el positivismo lógico. Hasta la década de 1920 las reflexiones que se hacían acerca la ciencia se caracterizaron por ser fruto de pensadores aislados, filósofos que tenían poca interacción los unos con los otros y que optaban por debatir sobre otras cuestiones de interés filosófico, aunque esto no quiere decir que no hubieran antecedentes en debate sobre cómo debía delimitarse lo científico.
En 1922 se formó en Austria lo que se llamó el Círculo de Viena, un grupo de pensadores que por primera vez se reunían para discutir largo y tendido sobre qué era la ciencia, incluyendo tanto a filósofos como a científicos. Los miembros de este círculo no se pueden considerar como filósofos “puros”, puesto que habían trabajado en algún ámbito científico particular y se habían ido haciendo una idea de lo que era ciencia a partir de su experiencia de primera mano.
Fruto de este grupo surge la corriente epistemológica del positivismo lógico, teniendo entre sus grandes referentes a figuras como Rudolf Carnal (1891-1970) y Otto Neurath (1882-1945). Este movimiento hizo del verificacionismo su tesis central con el propósito de unificar la filosofía y la ciencia bajo una teoría naturalista común del conocimiento. Su objetivo era que, de conseguirlo, se podría delimitar claramente lo científico de lo no, centrando los esfuerzos investigativos en ideas que realmente contribuyeran en el desarrollo de la humanidad.
3. Pragmatismo
Aunque el pragmatismo apareció antes que el positivismo lógico, su influencia en este segundo movimiento fueron más bien escasas, aunque sí que tenían en común su interés hacia la verificación del conocimiento para considerarlo significativo. Igualmente, hay bastantes diferencias entre ambos movimientos, siendo el principal el hecho de que el pragmatismo no era partidario de rechazar por completo disciplinas como la metafísica, la moral, la religión y la ética por el simple hecho de que muchos de sus postulados no fueran empíricamente demostrables, algo que sí eran partidarios los positivistas.
Los pragmáticos consideraban que, más que rechazar la metafísica, la ética o la religión por el simple hecho de no superar el principio de verificación, era adecuado plantear una nueva norma para poder llevar a cabo una buena metafísica, religión y ética, sin olvidarse del hecho de que no son disciplinas empíricamente demostrables pero no por ello menos útiles en según que contextos.
4. Falsicacionismo
La idea opuesta o, mejor dicho, antagónica al verificacionismo es el falsacionismo. Este concepto hace referencia a que se debe buscar un hecho observacional que pueda anular un enunciado, hipótesis o teoría inicial y que, en caso de no encontrarse, la idea original se ve reforzada. El verificacionismo sería lo contrario en el sentido de que se busca pruebas empíricas que demuestren la teoría planteada, para que esta sea corraborada y que, en caso de no ser así, se considera que no ha superado el criterio de verificación. Ambos conceptos se inscriben dentro del problema del inductivismo.
Se tiene la creencia común de que fue Karl Popper (1902-1994) quien rechazó el requisito de que para que un postulado sea significativo debe ser verificable, pidiendo él que en vez de esto fueran falseables. De todas formas, Popper más tarde indicó que su exigencia de falsabilidad no pretendía ser una teoría del significado, sino una propuesta metodológica para las ciencias. Pero pese a este hecho no son pocos quienes agrupan a Popper en el grupo de los verificacionistas, a pesar de ser un crítico justo del verificacionismo.
Este problema hace referencia a que no se puede afirmar algo universal a partir de los datos particulares que nos ofrece la experiencia. Por ejemplo, por millones de cisnes blancos que veamos, no podemos afirmar que “todos los cisnes son blancos”. En cambio, si nos encontramos un cisne negro, aunque solo sea uno, sí que podremos afirmar sin duda alguna que “No todos los cisnes son blancos”. Es por esta misma idea que Popper opta por introducir el falsacionismo como un criterio de demarcación científica.