La separación de una familia puede ser una experiencia emocionalmente muy difícil y compleja tanto para los padres que están en proceso de empezar una nueva vida como para los hijos, ya que su rutina cambiará y las figuras de apego no estarán en el mismo hogar.
Los hijos de padres separados tienen que enfrentarse a diferentes desafíos y ajustes, en comparación con hijos de padres que están unidos en el mismo núcleo y la crianza se realiza en el mismo hogar de manera conjunta.
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Aspectos psicológicos a considerar en hijos de padres divorciados
En primer lugar destacar que la respuesta de cada niño va a ser diferente, puede variar en función de su edad, el nivel de apoyo que tenga a su alrededor, la personalidad y la calidad de la relación que tenga con sus progenitores.
Hay que tener en cuenta aspectos como la angustia emocional. Debido a la fragmentación de la estructura familiar que los niños conocían, pueden experimentar síntomas depresivos, además de ansiedad por la incertidumbre sobre el futuro y el bienestar de todos a partir de ese momento.
Por otro lado, habrá cambios conductuales y aparecerán síntomas relacionados con la rebeldía, retraimiento o incluso con la agresividad. A ésto hay que sumarle las dificultades académicas que pueden aparecer debido a los cambios en la rutina o distracciones y presentarán sentimientos de lealtad dividida al estar entre el conflicto parental.
Como consecuencia de la separación de los padres pueden surgir problemas en las relaciones futuras, y afecta a la autoimagen de los niños y a la percepción de su propio valor. De igual modo, en casos de situaciones conflictivas se pueden desarrollar síntomas de estrés postraumático. Además, existirán dificultades para adaptarse a los cambios en la rutina como por ejemplo cambios de horarios, de vivienda, de colegio, entre otros.
Con el paso del tiempo, los niños pueden desarrollar inseguridad acerca de la estabilidad en las relaciones presentando temor por que vuelvan a vivir pérdidas.
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El trabajo del psicólogo con los hijos de padres divorciados
El trabajo del psicólogo con los hijos en una situación de divorcio puede ser crucial para que los niños puedan adaptarse y enfrentarse a los desafíos emocionales y psicológicos que conlleva la nueva normalidad. La intervención temprana y el apoyo continuo pueden ser cruciales para que el niño de manera saludable entienda la nueva situación. Algunas áreas claves en las que los psicólogos pueden desempeñar un papel crucial:
- Terapia individual: ofrecer a los padres la terapia individual para el menor, centrada en las necesidades del niño y su desarrollo emocional. En la terapia individual se trabajará el manejo de las emociones (asociadas a la separación).
- Evaluación: llevar a cabo una evaluación inicial para conocer el impacto de la separación en el hijo. Una vez realizada la evaluación, proporcionar un espacio seguro para que el niño exprese sus miedo y emociones.
- Terapia familiar: establecida para ayudar a mejorar la comunicación entre los padres e hijos y negociar nuevas dinámicas.
- Apoyo en los cambios: ofrecer estrategias a los niños para manejar la incertidumbre y la inestabilidad producida por la nueva situación y proporcionar apoyo para adaptarse a los cambios.
- Desarrollo de habilidades de afrontamiento: enseñar habilidades de afrontamiento para que puedan continuar su vida lidiando con la ansiedad que se puede presentar y además, fomentar la resiliencia.
- Coordinación con profesionales: trabajar con los abogados que lleven el caso y mediadores para trabajar en el bienestar del niño y en acuerdos relacionados con la custodia.
- Apoyo a los padres: es conveniente guiar a los progenitores ya que necesitarán comprender y abordar necesidades emocionales de sus hijos.
Pautas para que los padres puedan manejar la nueva situación con los hijos
El divorcio es una situación nueva para los hijos pero también para los padres, lo que en ocasiones el miedo a tomar decisiones perjudiciales les paraliza. Es importante que tengan en cuenta varias pautas que ayuden a manejar la situación de manera efectiva y supongan un apoyo para los hijos en este proceso.
La comunicación con los hijos debe establecerse desde el primer momento, animando a que éstos hablen de manera abierta y honesta además de que se sientan seguros para expresar sus sentimientos provocados por la nueva realidad.
Por otro lado, evitar conflictos o discusiones delante de los niños ya que puede desencadenar ansiedad o confusión, incluso pueden estresarse ya que sus dos figuras de apego están enfrentadas. Es recomendable resolver los problemas sin que estén los hijos presente.
Es fundamental que se sientan queridos por ambos progenitores y no tengan dudas de que aunque ahora la situación no será la misma, el sentimiento de amor no cambia ni en el padre ni en la madre.
En cuanto a la rutina, es aconsejable mantenerla en la medida de lo posible para que ellos no perciban de manera radical el proceso de cambio. Además, en estos momentos la flexibilidad en cuanto a custodias y visitas debería tenerse en cuenta para una correcta adaptación.
En cuanto a la crianza de los hijos, la coordinación en la toma de decisiones es lo más efectivo para el bienestar emocional y el correcto desarrollo. Para la estabilidad de los niños, los padres deben abordar en conjunto la educación, salud y rutinas diarias.
El apoyo externo es un buen aliado para la estabilidad emocional de los niños durante el proceso de divorcio ya sea mediante amigos, familiares o si es necesario, apoyo de un profesional de la salud mental.
Los niños tendrán eventos sociales como por ejemplo cumpleaños o actividades extraescolares y los padres deberían participar de manera conjunta, mostrando apoyo para que ellos se sientan reconfortados.
Froilan Ibáñez
Froilan Ibáñez
Psicólogo Clínico Educativo y pericial
Finalmente y uno de los aspectos más importantes, los padres deben trabajar en el autocuidado ya que necesitan mantenerse fuertes para ser capaces de brindar apoyo a sus hijos en esta situación que puede ser desbordante para ellos.
El proceso de divorcio puede ser difícil de gestionar, pero con una comunicación correcta y unos padres comprometidos para lograr el bienestar común, se resolverá de manera saludable con el menor daño emocional posible.