Abrir la puerta de la habitación de un hijo puede suponer, para muchos padres y madres, un gran impacto emocional: ropa apilada en la silla, juguetes fuera de lugar, la cama sin hacer, libros y papeles desperdigados… En definitiva, una sensación de caos que parece no tener fin. La reacción instintiva es pensar que se trata de pereza, falta de responsabilidad o, incluso, ganas de llamar la atención. Sin embargo, el desorden en niños y adolescentes no es siempre un síntoma de desinterés, sino que puede ir mucho más allá y revelar muchos aspectos sobre su estado emocional.
El espacio que un niño o adolescente habita es, en gran medida, un espejo de su estado de ánimo, su etapa de desarrollo y sus necesidades —muchas veces no expresadas—. Detrás de una habitación caótica puede haber creatividad en plena efervescencia, una cierta búsqueda de independencia, dificultades para organizarse, un tanto de rebeldía o, incluso, señales de estrés o malestar.
Entender qué nos está diciendo ese desorden es clave para evitar que la limpieza se convierta en una batalla diaria y, lo más importante, comprender a nuestros hijos y acompañarlos de forma afectiva y respetuosa para que sepan gestionarlo.
El desorden infantil como reflejo del desarrollo evolutivo del niño
Nieves Ceinos, especialista en psicología infantil y adolescente, explica a Psicología y Mente que en la infancia y, sobre todo, en la adolescencia, el cerebro está en constante evolución. Una parte clave de este proceso es el desarrollo de las funciones ejecutivas, que son las habilidades que nos permiten planificar, organizar, priorizar y mantener el orden.
En edades tempranas, estas funciones aún están inmaduras, lo que hace que ordenar no sea algo natural para muchos niños. En la adolescencia, aunque estas habilidades ya han avanzado significativamente, todavía se combinan con cambios hormonales, búsqueda de identidad y una necesidad de autonomía que puede manifestarse, entre otros aspectos, en desafiar las normas del hogar, lo que incluye el orden de la habitación, asegura la experta.
Señales de que el desorden infantil podría indicar algo más
Aunque un cierto grado de desorden es normal en niños y adolescentes, hay casos en los que puede ser un síntoma o consecuencia de algún tipo de trastorno o dificultad que el menor no sabe gestionar.
Tanto la AEP (Asociación Española de Pediatría) como la ALAPE (Asociación Latinoamericana de Pediatría) alertan de que detrás de una habitación desordenada también puede haber trastornos o problemas psicológicos como el estrés o ansiedad; problemas de atención derivados por ejemplo del TDAH, que se caracteriza por la dificultad para planificar y organizar; problemas de baja autoestima o incluso cambios emocionales bruscos: un desorden repentino e intenso, por ejemplo, puede estar ligado a la tristeza, a algún tipo de duelo o a conflictos.
En estos casos, más que exigir un cambio inmediato, conviene que los padres indaguen en qué está ocurriendo emocionalmente. Según Ceinos, si atendemos a los detalles y hablamos con nuestros hijos abiertamente sobre el desorden de su habitación, no tiene por qué resultar complicado saber si se trata de alguno de los trastornos mencionados o de parte de su desarrollo.
En cualquier caso, la experta alerta de que, en caso de duda, y especialmente si percibimos que el desorden se acompaña de otros síntomas, como aislamiento social, apatía, bajo rendimiento escolar o cambios de humor drásticos, puede ser momento de consultar con un psicólogo. Un profesional podrá evaluar si detrás hay un problema de atención, una dificultad emocional o un cambio vital que requiere acompañamiento, concluye.
Consejos para fomentar el orden en la habitación de nuestros hijos
Lograr que nuestro hijo ordene su habitación y lo mantenga todo en su sitio no es fácil, pero resulta una oportunidad para enseñar a los más pequeños a respetar y cuidar el material y los espacios. Segun las expertas no se trata de solucionarlo todo por ellos, sino de acompañarles en la búsqueda de sistemas, asegura la psicóloga infantil Elisenda Salsas a Psicología y Mente. Estas son algunas ideas que pueden ayudar a las famílias, según la experta:
Explicar por qué es importante mantener el orden de su habitación
Los niños necesitan comprender que no se trata de una imposición arbitraria. Debemos hacerles ver que el orden tiene beneficios concretos: evitar accidentes, encontrar más fácilmente sus cosas, conservar en buen estado los objetos que aprecian, etc. Cuando entiendan que ordenar les favorece, es más probable que lo incorporen como hábito.
Aumentar su responsabilidad de ordenar de forma gradual
En los primeros años, es normal que no puedan organizarse solos: sus habilidades ejecutivas están todavía en desarrollo. Sin embargo, a partir de los 6 o 7 años, empiezan a tener más autonomía, por lo que es un buen momento para empezar a incluir el orden como parte de sus responsabilidades diarias. Eso sí, no debemos esperar resultados inmediatos; el hábito se construye con constancia y acompañamiento.
No hacer el trabajo de ordenar por ellos
Podemos guiar, supervisar e incluso participar para mostrarles cómo deben ordenar su habitación, pero asumir completamente la tarea conlleva el mensaje de que no son capaces de hacerlo o de que ya se lo harán otros. El objetivo es que sepan que cuentan con nuestro apoyo, pero que la responsabilidad final es suya.
Evitar premios y castigos
El orden no debería convertirse en una moneda de cambio. Los castigos y las recompensas pueden generar dependencia externa y restar valor al hábito en sí mismo. En cambio, establecer consecuencias naturales, como por ejemplo no poder usar un juguete que está tirado fuera de sitio, les ayuda a comprender la relación directa entre sus actos y sus resultados, concluye la experta.
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