La disciplina positiva es un recurso educativo y de crianza que consiste en guiar a los pequeños de la casa haciendo que adopten la predisposición a comportarse adecuadamente, pero no desde el miedo a los castigos, sino desde el respeto y las ganas de madurar.
Este concepto tan poderoso se fundamenta en la búsqueda de un equilibrio entre el establecimiento de límites claros y el hecho de dejar que los más jóvenes tengan libertad para explorar el mundo.
Sin embargo, saber aplicarlo en el día a día no siempre resulta sencillo, y en algunos casos es necesaria la asistencia psicológica profesional, ya sea como modo de asesoramiento a padres y madres, o como terapia infanto-juvenil que refuerce ese proceso de crianza.
En este artículo te pondremos las cosas fáciles para que puedas integrar este recurso a tu manera de educar, mediante un resumen de las mejores estrategias para usar la disciplina positiva en la crianza.
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Estrategias básicas para aplicar la disciplina positiva en la crianza de los hijos
No existe el método perfecto de educar, porque nadie es perfecto. Todo el mundo, incluidos los mejores padres, aquellos que quieren con toda su alma a sus hijos, comete errores y es algo que es casi inevitable durante la crianza de los niños.
Sin embargo, que seamos conscientes de nuestras limitaciones como seres humanos no implica que estemos exentos de no intentar lo mejor para nuestros hijos, y entre los métodos más interesantes para ello tenemos la idea de la disciplina positiva. Hoy vamos a aprender cómo aplicar la disciplina positiva en la crianza, una manera de entender la educación de los pequeños y la relación de estos con sus padres que parte del estilo democrático de la educación.
Son varias las formas de aplicar la disciplina positiva en la crianza, aunque se pueden seguir una serie de técnicas generales que nos ayudarán a conseguir tal cometido. Es muy importante evitar el uso de castigos físicos y verbales, puesto que las medidas punitivas no contribuyen a que el niño entienda qué ha hecho mal, sino que simplemente le hace temer comportarse de una determinada forma. El niño debe aprender a imitar los comportamientos deseados, no a obedecer algo porque, de no hacerlo, será castigado.
Entre las técnicas más interesantes para aplicar la disciplina positiva en la crianza tenemos las siguientes.
1. Elogiarlo cuando lo hace bien
Los padres deben tener en cuenta, recordar y elogiar aquellos momentos en los que el niño se comporta adecuadamente. Mediante el halago se puede reforzar las conductas deseadas, aquellas que queremos que repita en el futuro. Es una poderosa recompensa simbólica.
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2. Establecer rutinas
Mediante el establecimiento de normas habituales, dando rutinas fáciles de seguir, se evitarán conductas no deseadas. Por ejemplo, si el niño sabe que después de jugar con su caja de juguetes tiene que recogerla y dejarla en un estante, se le debe hacer entender que si un día no guarda los juguetes estará actuando mal y que ello implicará consecuencias, consecuencias que siempre serán las mismas si se actúa de forma no apropiada.
Estas consecuencias no son castigos, sino que se deben ver como meras consecuencias de haber hecho un determinado acto, como por ejemplo es el no salir a jugar al parque. Al verlo así, el niño tratará de hacer bien las cosas, evitando aquellas consecuencias no deseadas.
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3. No discutir cuando se comporte mal
En muchas ocasiones, el mal comportamiento de los niños puede consistir en un intento de llamar la atención. El niño entiende que, cuando se comporta así, llama tu atención y le dedicas más tiempo.
Por ello, lo mejor es que cuando el pequeño se comporte de una manera inapropiada y que sea evidente que lo hace porque quiere ser el centro, en vez de discutir con él o responder en forma de castigos, lo mejor es no prestar atención. En cuestión de minutos que se canse y vea que está perdiendo el tiempo y energías.
4. Preguntar en vez de ordenar
Es preferible preguntar al niño en vez de ordenarle cosas sin más. Mediante esta técnica nos aseguraremos de que el infante conoce la respuesta, dándole la libertad de hacer las cosas o no, pero sabiendo que en función de lo que decida habrá unas determinadas consecuencias.
De este modo, el niño aprende a comportarse y no obedecer sin más. Un estilo de pregunta de este tipo sería “¿Qué toca hacer ahora?” y dejar que sea él o ella que responda.
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5. Avisar con antelación
Cuando todavía esté haciendo la actividad que le toque hacer en ese momento, es conveniente avisarle con antelación, indicándole y recordándole qué es lo que viene después para que no le pille por sorpresa. Por ejemplo, si después de jugar con los juguetes toca ordenar su habitación, se lo iremos recordando para que sea consciente de ello.
6. Tabla de recompensas
La tabla de recompensas es una técnica perfecta que va en sintonía con la disciplina positiva en la crianza. Implica establecer límites y reglas claras de manera escrita, método que sirve para que el niño vea de manera clara qué implica que se comporte de la manera que los adultos esperan de él. Teniendo bien presente qué recompensas recibe cuando se comporta bien se refuerza enormemente sus buenas acciones.
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7. Hablar a los demás de sus progresos
Si hablas al resto de personas acerca de los avances que ha realizado tu hijo o hija en su progreso hacia una mayor madurez y capacidad para asumir responsabilidades, estarás creando un contexto social a su alrededor que le motivará a seguir haciéndolo así de bien, y que le hará sentirse aún más orgulloso/a de lo logrado.