Aunque creyéramos que aún no teníamos que ocuparnos de ellos, al dar vuelta la página de nuestra agenda, ahí están: las fechas de los exámenes finales que habíamos apuntado, cada vez más cerca. Es en ese momento donde se instala en nosotros una cuenta regresiva algo apabullante.
Además, en el caso de la preparación de los exámenes de la EBAU, o Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad (anteriormente conocida como "exámenes de selectividad"), suele ocurrir que el estudiante tiene poca experiencia estudiando para pruebas tan decisivas, algo que hace que este reto sea aún más intimidante. A modo de ayuda, aquí te daremos varias estrategias de estudio para los exámenes de la EBAU.
La gestión emocional ante los exámenes es clave
Si bien no podemos negar que rendir un examen es una situación estresante —ya que consideramos como amenazante la posibilidad de desaprobar o de estar siendo evaluados por un profesor—, para conseguir nuestros objetivos necesitamos presentarnos de todos modos.
Desde esta posición, también podríamos sostener que despojarnos de nuestros miedos ante un examen es una ilusión poco realista. Por lo tanto, lo mejor será rendir el examen aún teniendo a la ansiedad y al miedo como compañeras de viaje; lo que no quita que podamos acudir al examen final estando objetivamente preparados.
Tener la certeza de que hemos estudiado lo suficiente —o, mejor dicho, de manera inteligente— podría brindarnos cierto grado de seguridad al momento de encontrarnos frente a la hoja; o, en su defecto, podría significar una reducción en la incidencia de los nervios cuando queramos resolver la tarea.
Por tales motivos, a continuación desarrollaremos las estrategias de estudio más eficaces, como así también propondremos algunas pautas que pueden ser útiles para planificar y organizar el estudio previo a los exámenes finales.
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Antes de estudiar para la prueba de acceso a la universidad: la planificación
Algo adelantábamos acerca de esta clave: más que la cantidad de tiempo que invirtamos en el estudio, lo que en verdad nos acercará a obtener buenos resultados es llevar un estudio inteligente. ¿Acaso no te ha sucedido alguna vez que dispones un día entero para estudiar, pero a las pocas horas acabas dispersándote? Pues bien, aunque no existe un consenso acerca del tema entre los científicos, algunos argumentan que cuarenta horas es el tiempo máximo en el que puede uno sacarle provecho a su estudio (incluyendo tiempo de clases).
Establecer un tiempo acotado para estudiar es una buena estrategia para optimizar la preparación de un examen final. Al mismo tiempo, no cometerás el error de resignar otras actividades de vital importancia como ir a eventos sociales, descansar, hacer ejercicio y tener tiempo de ocio. De hecho, son necesarias para el aprendizaje. Por ejemplo, se ha demostrado que mientras dormimos se asientan los conocimientos aprendidos, o que dar paseos cortos en la naturaleza a modo de descanso ayudan a mejorar el recuerdo de los conocimientos a largo plazo.
La importancia de la planificación también radica en establecer en qué momento estudiaremos. Esto dependerá de tus obligaciones y preferencias, pero la ventaja de estipular un horario determinado —en lo posible, en un mismo lugar, momento del día o luego de hacer cierta actividad, por ejemplo, después de sacar a pasear al perro por la tarde— es que tendrás más posibilidades de convertirlo en un hábito. Encadenar la tarea que quieres hacer detrás de otra a la que estás habituado aumentará las posibilidades de que se cumpla, estrategia que se denomina aplicación de desencadenantes de acción.
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Estrategias de estudio para los exámenes de la EBAU
Habiendo planificado y organizado el estudio, llega el momento de sentarse frente al escritorio. Lo más probable es que cada persona tenga muy arraigado un método de estudio particular, por ejemplo, la elaboración de resúmenes o el subrayado. Sin embargo, también es posible que la técnica de estudio predilecta para esa persona sea poco eficaz en comparación a otras estrategias que aún no haya explorado. Veamos algunas de ellas.
1. Práctica espaciada
Esta estrategia está estrechamente relacionada a la organización. Se ha comprobado que distribuir el tiempo de estudio en varias sesiones más cortas en lugar de hacerlo en un único bloque permite reflexionar acerca de lo que se está estudiando, y así consolidar mejor la información en la memoria de largo plazo. Para planificar que estudiaremos en cada sesión puede ser útil fraccionar el material de estudio, quizás según las unidades o ejes que organizan el programa de la asignatura, por lo que es indispensable tenerlo a mano. En esto, la agenda es tu mejor amiga (o alguna aplicación del teléfono que haga de calendario).
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2. Explicárselo a alguien
Se ha comprobado que la tutoría entre iguales, es decir, explicar o compartir los conocimientos que tenemos acerca de un determinado tema con un compañero. Esto se debe a que en este proceso ponemos a prueba lo que hemos comprendido, pudiendo detectar posibles errores o espacios vacantes. Además, esa acción interpersonal y colaborativa ya es suficiente para que los circuitos cerebrales de recompensa intervengan, ocasionando que experimentemos placer y que tendamos a repetir esa actividad.
3. Ensayo en voz alta
Al ensayar en voz alta, aunque sea leyendo nuestros apuntes, estaremos aumentando nuestra posibilidad de recuerdo de la información. La razón por la cual esto ocurre es que nuestro aprendizaje involucraría tanto un acto motor (al hablar) como información autorreferencial (soy yo quien dice esto). Aunque ya hemos mencionado los beneficios de explicar lo que hemos aprendido a otra persona, el hecho de estar solo no es un impedimento para aplicar otras estrategias: también se ha comprobado que grabarnos a nosotros mismos y luego oírnos nos ayuda a memorizar la información de modo más efectivo que practicando o leyendo en silencio.
4. Dibujos para esquematizar
Las personas recordamos mejor las imágenes que las palabras, por lo que dibujar los conceptos principales el temario y las relaciones que mantienen entre ellos es una tarea que puede potenciar nuestro aprendizaje. No obstante, al combinar dibujos con un texto que los explique (es decir, un elemento visual con uno que apunte al significado), incluso mejor. A esta estrategia se la denomina codificación dual. Otro recurso similar en el que podemos apoyarnos, en especial en asignaturas como biología, es hacer maquetas o figuras con plastilina. No es necesario que sean bonitas: a nuestro cerebro les gusta igual. Esto se debe a que estaremos utilizando un enfoque multisensorial (lo táctil y lo visual), lo que producirá que activemos conexiones neuronales en distintas áreas cerebrales.
Upad Psicología Y Coaching
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Centro de Psicología en Madrid
5. Autoevaluación
Esta estrategia es muy útil para romper con largos períodos de lectura en los que el estudio se torne una actividad pasiva y aburrida. La autoevaluación es una técnica que sirve para ejercitar la recuperación de la información (es decir, el recuerdo). En este ejercicio de traer al momento actual lo que recordamos se reelabora el aprendizaje, ya que generamos nuevas ideas que serán relacionadas con las que ya teníamos. De cierta manera, nos sirve para evaluar que lo que recordamos sea relacionado semánticamente, es decir, según su significado, y no por la lectura repetitiva del texto. Para ello, una buena idea es practicar con modelos de examen de esa asignatura, o elaborar un listado de preguntas en función a los temas más importantes.