Todos conocemos lo que significa aprender, pero en ocasiones nos resulta difícil cómo enseñar a aprender o cómo aprender a aprender. Para ello, en los últimos años, la neurociencia ha puesto en conocimiento de las personas los procesos cognitivos que se ponen en marcha en la adquisición de conocimientos.
En este artículo veremos qué nos dicen las investigaciones centradas en el cerebro acerca de cómo se aprende a aprender.
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¿Cómo aprende el cerebro humano?
La neurociencia nos dice que el cerebro no aprende repitiendo, sino que la información se consolida “haciendo”, moviéndonos, creando, emocionándonos. El córtex es un órgano motor, y el niño requiere del juego y el movimiento para descubrir, explorar y, por lo tanto, aprender. Asimismo, consolidamos mejor la información, cuando nos relacionamos con los otros y hay una implicación emocional. Como decía Jan Amos Comenius; “todo lo que a la hora de aprender produce contento, refuerza la memoria”.
La educación debería ir encaminada a potenciar lo mejor de cada a individuo, a ayudarnos a ser más creativos, a poner pasión y alma en lo que hacemos y a desarrollarnos social y emocionalmente. Y para ello, es importante que tanto profesores como familias tengamos en cuenta los siguientes puntos.
1. Conocimiento del cerebro
Saber y entender el funcionamiento de las diferentes estructuras corticales que trabajan en el proceso de aprendizaje, nos ayudará a padres y profesores a acompañar de la mejor manera posible en el estudio a nuestros hijos y alumnos.
Enseñarles que descansen durante su estudio cada 15-20 minutos para realizar ejercicios de Brain Gym o una actividad de cierta intensidad física durante 5 minutos, les ayudará a reactivar su sistema de atención ejecutiva. Además, las últimas investigaciones sobre el cerebro reflejan que incluir dinámicas como el Mindfulness o yoga en el aula potencian muchos factores asociados a las llamadas funciones ejecutivas. Estas últimas son las encargadas de sistemas cognitivos fundamentales para la escuela, como son la atención, el autocontrol, la memoria de trabajo o la flexibilidad cognitiva entre otras.
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2. Cooperación
Es fundamental tener una visión de trabajo en equipo entre la escuela y la familia. Posibilitar contactos entre el profesorado y los padres mediante encuentros o cafés, puede potenciar una comunicación más fluida y propiciar un conocimiento más profundo del alumnado. Otro aspecto interesante podría ser, apoyarnos en los familiares como facilitadores o colaboradores dentro de las dinámicas del aula, pudiendo convertirse en un gran recurso para el profesorado.
Dentro del aula, esta cooperación también puede ser posible entre los alumnos, a través del apoyo al otro. Crear “compañeros de viaje”, donde dos chicos sean referencia el uno del otro, para temas como apuntar en la agenda o llevar el material a casa.
3. Motivación
Crear la chispa de la curiosidad en ellos, es algo importante para que puedan ponerse en marcha y mantener el interés. Hacerles entender para qué estudian lo que estudian, qué implicaciones tiene en su día a día, y para ello emplear aprendizajes contextualizados, con prácticas en el laboratorio, al aire libre o con centros de interés que despierten sus ganas de aprender. Apoyar el aprendizaje con material audiovisual, documentales, excursiones y juegos, fomentará su ilusión y sus ganas de aprender.
4. Conexión
Conectar y empatizar con nuestro hijo o alumno es la base para que ellos se sientan seguros en el camino de su formación. Poderles ver, sentirles, entenderles, hará más fácil acompañarles en el ámbito académico. Si tenemos un niño que está teniendo dificultades, y le hacemos ver que entendemos cómo se siente, le calmamos y recogemos su malestar, ayudará a que se sienta sentido y sea más fácil que empiece a confiar en sí mismo, con nuestra ayuda.
Un ejemplo
Vamos a aplicar todos estos consejos a un caso práctico.
Ander es un chico de 10 años diagnosticado de TDAH. Acude a nuestro gabinete Vitaliza ya que la familia refiere que en el colegio tiene muchos problemas para mantenerse tranquilo, llegando a molestar a compañeros. Nunca apunta las tareas en la agenda y se le olvida la mitad del material. Todo ello, está generando reproches constantes en casa y en la escuela, repercutiendo negativamente en la motivación para ir al colegio y en su estado de ánimo.
Chicos como Ander, son en muchas ocasiones, niños incomprendidos, catalogados como vagos, despistados o disruptivos. Es importante entender, que estos niños se regulan a través del movimiento y que necesitan de él para calmarse. En ocasiones, ellos hacen verdaderos esfuerzos por mantenerse quietos y callados, pero cuando no lo consiguen, sienten una gran frustración.
Permitirles un movimiento adaptado al aula, como puede ser enviarles a secretaría a por algún material, hacerles responsables de repartir los libros o dejar que ordene el espacio de lectura durante la sesión lectiva, puede ser una buena solución para que estos chicos realicen el movimiento que necesitan. Cooperar entre la familia y el colegio para llevar las mismas pautas en ambos entornos y que dentro del aula, Ander tenga un compañero de viaje donde ambos repasen la agenda al final del día, le ayudará a estructurarse y organizarse mejor.
Generar dinámicas en el aula que requieran de la participación de Ander y sus compañeros, trabajando a través de proyectos elegidos por ellos. Combinando dichas sesiones con vídeos, experimentos y juegos, facilitará aumentar los períodos de atención de estos chicos. Si además, este niño recibe la comprensión del profesor y de su familia, que cuando comete algún error se pone en su lugar, conecta con el estado emocional que está viviendo y le ayuda a reconducir sus energías, dará lugar a Ander y otros muchos como él, puedan tener un futuro prometedor.
Autora: Anabel de la Cruz Psicóloga-Neuropsicóloga, especializada en psicología perinatal en Vitaliza.
Referencias bibliográficas:
- Bona, C. (2015) La nueva educación. PLAZA & JANES EDITORES
- Cortés, C. (2017) Mírame, siénteme. Estrategias para la reparación del apego en niños mediante EMDR. Bilbao: Desclée de Brouwer.
- Guillén, J.C. (2015). Neuroeducación en el aula: De la teoría a la práctica. España: Amazon.
- Siegel, D. (2007) La mente en desarrollo. Cómo interactúan las relaciones y el cerebro para modelar nuestro ser. Bilbao: Desclée de Brouwer.
- Siegel, D. (2012) El cerebro del niño. Barcelona: Alba Editorial.
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