Por qué saber cuidarse es clave en la Crianza

Cuidar de tu salud física y mental es clave para saber criar y educar bien a los hijos.

Por qué saber cuidarse es clave en la Crianza

El autocuidado es un concepto del que cada vez se habla más. Parece que, afortunadamente, estamos empezando a comprender y validar la importancia de cuidarnos, atendernos. Esto, sin duda, no es egoísmo aunque durante mucho tiempo ha podido generar ciertos conflictos o discusiones.

Sin embargo, el tema del autocuidado a veces se complica, especialmente cuando la crianza también entra en juego. En este punto, es habitual que muchas madres —especialmente— se sientan culpables si se permiten esos espacios o que no lleguen a permitírselo por diversos motivos.

A lo largo de este artículo explicaremos por qué es tan importante saber cuidarse durante la crianza. Hablaremos de autocuidado y su relación con la crianza, así como de los beneficios que el autocuidado puede tener para toda la familia.

¿A qué llamamos autocuidado?

Son muchas las personas que justifican el hecho de no cuidarse por falta de tiempo o recursos de cualquier otro tipo. Es un error habitual pensar que autocuidado es sinónimo de grandes actos e inversiones tanto de tiempo como económicas.

Si bien es cierto que pasar un día en un spa recibiendo masajes o haciendo cualquier otra actividad placentera puede ser una buena forma de cuidarnos y atendernos, no son las únicas. Es crucial comprender que el autocuidado va más allá de todo esto y que podemos cuidarnos de muchas formas en poco tiempo y con pocos recursos también.

Cuidarnos implica, básicamente, poder escucharnos y observarnos. Esto nos permite saber cuáles son nuestras necesidades físicas y emocionales dependiendo del momento y la situación. Tomar consciencia de nuestras necesidades reales es lo que nos permite llevar a cabo un autocuidado óptimo.

En este sentido, el autocuidado incluye todas aquellas cosas que hacemos para promover nuestra salud física, mental y emocional. Teniendo esto en mente, es posible comprender el autocuidado como algo bastante amplio que va desde nuestros hábitos de vida —incluyendo aspectos como la alimentación, la higiene, la actividad física y el sueño— hasta esferas como la emocional y la espiritual.

¿Por qué saber cuidarse es clave en la crianza?

A pesar del gran cambio que se está dando a nivel social tanto en roles de género como en la conceptualización de la crianza, todavía queda camino por recorrer. Tal y como mencionábamos anteriormente, en muchas ocasiones se sigue pensando que, cuando hay hijos, estos son la única y exclusiva prioridad, especialmente en el caso de las madres.

Sin embargo, es importante comprender que es clave que los adultos y las adultas a cargo de esas criaturas puedan cuidarse porque esto afecta directamente a sus habilidades parentales. Si bien es cierto que el bienestar físico y emocional de los menores es responsabilidad de los adultos y debe priorizarse, no puede ser lo único que importe y “a cualquier precio”.

Por un lado, es necesario remarcar que escucharnos nos permite saber qué necesitamos y solo de este modo podemos intentar atendernos. Por ejemplo, identificar que nos estamos saturando nos permitirá pedir ayuda a nuestro/a compañero/a —si la situación lo permite— y poder retirarnos unos instantes para volver a nuestro estado de regulación.

Son muchas las madres —especialmente, aunque también le pasa a algunos padres—, que se sienten sobrepasadas y agotadas porque priorizan tanto a sus hijos y la crianza que se olvidan de ellas mismas. Son muchos los mensajes que las mujeres han escuchado e interiorizado sobre la maternidad y la necesidad de sacrificio absoluto que esta conlleva.

Todo esto tiene un fuerte impacto en todos los aspectos de su vida. El agotamiento que se produce interfiere también en la forma de atender a sus hijos. Este hecho puede contribuir a que aparezcan emociones intensas y desagradables como, por ejemplo, la culpa o la sensación de no estar haciéndolo suficientemente bien. Es fácil que esto se convierta en una rueda de la que es complicado salir.

Por si todo esto fuera poco y generase poca presión, también es crucial interiorizar que nuestros hijos aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos. En otras palabras, ver que los cuidadores priorizan su cuidado —sin desatender las necesidades reales de los niños— es un gran ejemplo muy positivo que contribuye a que entiendan la importancia del autocuidado también para sí mismos y se permitan hacerlo sin culpa cuando sean mayores.

Beneficios del autocuidado para la familia

Ya hemos visto que el autocuidado de los adultos, o la falta del mismo, tiene un fuerte impacto en el bienestar familiar. Bien sea a favor o en contra. Si nos centramos en los beneficios que observamos cuando los padres y las madres se permiten buscar momentos para cuidarse a sí mismos, veremos que no son pocos.

Por un lado, cuando los adultos pueden atenderse —bien sea dedicándose 5 minutos al día o toda una tarde a la semana—se observa en ellos una mayor regulación emocional. Esto les permite manejar de forma más adecuada el estrés y las situaciones adversas o retadoras que puedan darse en el día a día.

Por otro lado, esta mayor regulación emocional en los padres permite que atiendan a sus hijos/as de forma más regulada, amorosa y compasiva. Esto, sin duda, genera un ambiente más calmado y armonioso en el hogar que fomenta el fortalecimiento de los vínculos intrafamiliares.

Otro de los grandes beneficios del autocuidado parental es el mensaje que transmite a las criaturas. Además de que integran la importancia de cuidarse, también se les permite explorar diferentes formas de hacerlo y esto, sin duda, potencia su autoconocimiento y autonomía.

Estrategias para integrar el autocuidado durante la crianza

Ya hemos comentado anteriormente que no es necesario hacer grandes inversiones de tiempo o dinero en el autocuidado. Es genial que nos permitamos ciertos cuidados si podemos, pero no es una condición sine qua non.

El autocuidado puede darse en “pequeños” detalles del día a día también y, de hecho, estos suelen tener un impacto notorio en poco tiempo. En este sentido, se pueden considerar aspectos como el ejercicio, la alimentación, la meditación o disponer de tiempo de calidad para uno/a mismo/a en el que poder llevar a cabo una actividad placentera.

Para que esto pueda darse, en muchas ocasiones será necesario delegar ciertas tareas o incluso pedir ayuda a otras personas. A veces será posible con la colaboración de la pareja y, en otras circunstancias, quizá se requiera de otras personas.

Para algunas personas este punto puede ser realmente complejo por diversos motivos. Sin embargo, no podemos olvidar que, a pesar de que es lo más habitual en nuestra sociedad, hace muy poco tiempo que la crianza recae únicamente en los progenitores —en el caso de que haya más de uno/a—. Hasta entonces, la crianza se daba más en comunidad. De ahí la importancia de tener una buena red de apoyo en la que sostenerse.

  • Casadevall, L. (2024). Maternidad consciente: Todo lo que necesitas saber para sobrevivir a los primeros dos años de crianza. Vergara.
  • Neff, K. (2016). Se amable contigo mismo: El arte de la compasión hacia uno mismo. Ediciones Paidós.
  • Roig, P. (2022). Madre: Escúchate, compréndete y date lo que necesitas. Bruguera.
  • Roig, P. (2023). La crianza imperfecta: Por qué no puedes llegar a todo, y está bien así. Bruguera.
  • Ros, A. (2022). Lo hago como madremente puedo. Ediciones Destino.

Al citar, reconoces el trabajo original, evitas problemas de plagio y permites a tus lectores acceder a las fuentes originales para obtener más información o verificar datos. Asegúrate siempre de dar crédito a los autores y de citar de forma adecuada.

Nerea Moreno. (2024, agosto 29). Por qué saber cuidarse es clave en la Crianza. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/desarrollo/por-que-cuidarse-es-clave-en-crianza

Psicóloga

Nerea Moreno es graduada en psicología, con mención en psicología clínica, por la Universidad de Barcelona. Cursó el Máster en Psicología General Sanitaria con la Universidad Autónoma de Barcelona. Posteriormente, se formó como experta en psicología de las emergencias y catástrofes. Tanto esta formación como la experiencia laboral en el campo, supusieron para Nerea el descubrimiento de un nuevo mundo: el trauma. Desde entonces, trabaja desde un enfoque integrador y no ha parado de formarse en trauma, sistema nervioso, apego, duelo y emociones.

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