La mayoría de las veces los deseos se ven supeditados a la realidad. Es imposible pensar que hace sol -por mucho que lo anhelemos- cuando estamos caminando bajo la lluvia. Sin embargo, la teoría del pensamiento ilusorio sugiere que cuando defendemos una idea en la que creemos, los límites de la realidad empiezan a desaparecer.
Las personas no pueden creer en lo más inverosímil simplemente porque lo desean. El pensamiento ilusorio, wishful thinking en inglés, se refiere al tipo de pensamiento que se sirve de las emociones y decide en función de los que sería más agradable de imaginar en vez de utilizar la evidencia o la racionalidad como base para determinar acciones u opiniones.
En este artículo explicamos en qué consiste el pensamiento ilusorio, sus fundamentos, así como sus principales consecuencias a la hora de tomar decisiones.
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¿Qué es el pensamiento ilusorio?
Se dice que los seres humanos somos seres racionales; sin embargo, a la hora de decidir o formar opiniones, operan multitud de sesgos cognitivos.
El pensamiento ilusorio (wishful thinking) se refiere, en psicología, al proceso de elaboración de opiniones y de toma de decisiones sirviéndose de los deseos y las emociones, en vez de basarse en los hechos o de utilizar la racionalidad. El pensamiento ilusorio se basa en las emociones y es producto del conflicto entre deseo y realidad.
La investigación sugiere que en caso de que la situación permanezca estática, las personas tenemos tendencia a imaginar una resolución positiva de los acontecimientos; esto se conoce como sesgo optimista. En caso contrario, por ejemplo, si se produce algún tipo de amenaza o evento negativo, se produce la situación inversa y las personas tendemos a imaginar una resolución negativa de la situación.
En el caso del pensamiento ilusorio, el sujeto únicamente contempla los argumentos y eventos que apoyan su opinión, deja de observar las evidencias contrarias. En consecuencia, se considera que este tipo de proceso decisorio se basa principalmente en las emociones.
Sin embargo, aunque carezca de racionalidad, en ocasiones se pueden derivar consecuencias favorables de este sesgo cognitivo. El conocido como “efecto Pigmalión” describe cómo el pensamiento ilusorio puede influir de forma positiva en la toma de decisiones, y ayudar a obtener mejores resultados.
Formar opiniones precisas basadas en la evidencia o la racionalidad es un proceso fundamental a la hora de decidir, tanto si hablamos de política como de estrategia empresarial o de cualquier tipo dé interacción que implique negociar.
Cómo se pregunta Melnikoff en su artículo sobre el sesgo de motivación: cuando un abogado defiende a su cliente o cuando un directivo defiende una nueva estrategia empresarial , ¿están limitados por la realidad? ¿O el objetivo hace que la realidad pueda ser más fácilmente distorsionada?
Un ejemplo concreto de pensamiento ilusorio podría ser las predicciones del Tarot. Una persona animada por una tirada de cartas positiva, en la que se le dice que está a punto de cruzarse con el amor de su vida, podría sugestionarse de diferentes formas para que esto sucediera, salir más de lo normal, mostrarse más amable con las personas que conoce etc. Aunque esto no significa que la relación vaya a salir bien, si podemos observar el efecto en el comportamiento que puede producir el pensamiento ilusorio.
El proceso de pensamiento ilusorio sugiere que, a la hora de decidir, las personas solo valorarán las opciones que producen resultado positivo. Al mismo tiempo que se negarán o no se procesarán aquellas posibilidades en que las consecuencias sean negativas.
Por esa razón, se considera el pensamiento ilusorio una forma de sesgo y un proceso inadecuado a la hora de guiar nuestro comportamiento. Esto también implica una falacia lógica, en la que se cree que algo será verdadero simplemente por el hecho de desearlo.
Como vemos numerosos estudios sugieren que las creencias se pueden ver distorsionadas si tenemos objetivos preestablecidos, aunque las teorías actuales afirman que lo que se conoce como sesgo motivado, es decir las creencias impuestas por nuestros deseos, desaparecen cuando la realidad es firme.
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Fundamentos del pensamiento ilusorio
Detrás del pensamiento ilusorio se encuentra la imaginación y el deseo, donde se obvian las evidencias y la realidad para cumplir con los objetivos preestablecidos u obtener el resultado deseado.
La imaginación es una capacidad humana, que nos permite crear o dibujar situaciones que no son reales, es decir, realizar una representación en la ausencia de objetos o situaciones existentes. Aunque esta capacidad no es negativa per se, ya que no solo es el fundamento de la creación artística, también en el contexto de la toma de decisiones puede ayudarnos, por ejemplo, permitiéndonos imaginar posibles escenarios y anticipar resultados en distintos contextos. Sin embargo, en el pensamiento ilusorio, no solo se usa la imaginación, sino que la fuerza del deseo objetivo hace que se obvie la realidad y las distintas evidencias, lo que puede derivar en una serie de riesgos innecesarios.
Es en este proceso de negación donde interviene sobre todo la ilusión. Esta se manifiesta como una interpretación equivocada de un suceso, pero no deja de tener una relación con la realidad. Un ejemplo que evidencia esta correlación son los espejismos: la persona muerta de sed en el desierto verá un oasis de agua. El deseo, o en este caso la necesidad de agua, hará que veamos el oasis.
Las ilusiones, en algunos casos, son difíciles de reconocer, ya que pueden tomar forma de realidad. Si lo analizamos, cuando compramos la lotería tenemos un boleto. Por eso, es importante a la hora de decidir y de tomar decisiones o plantear objetivos, ser lo más realistas posibles y contar con el mayor número de evidencias. Un exceso de pensamiento ilusorio puede llevar a la frustración y al desánimo; al contrario, una serie de metas realistas nos permitirán mantener la motivación y a la larga una mejor autoestima.
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Consecuencias del pensamiento ilusorio
El proceso de pensamiento ilusorio, implica negar la evidencia y la racionalidad, por lo tanto, carece de objetividad. Esto la mayoría de veces lleva a tomar decisiones equivocadas y con consecuencias negativas para el sujeto.
Existen distintas pseudociencias que se basan en el pensamiento ilusorio y el poder de la mente como método para conseguir nuestros objetivos. El efecto placebo también podría ser una especie de pensamiento ilusorio, cuyo efecto positivo está demostrado. Sin embargo, el lado negativo de pensar de esta manera podría hacer que no acudamos al médico o no nos sometamos a un tratamiento necesario, porque pensamos que podemos curarnos solamente con el deseo de hacerlo.
Otro caso de pensamiento ilusorio tendría que ver con nuestras verdaderas capacidades. Imaginemos una persona que desea ser un gran concertista y pasa horas y horas imaginando sus actuaciones y como recibe una gran ovación por parte del público al acabar la función. Sin embargo, a la hora de la verdad dedica muy pocas horas a lo que realmente le convertiría en mejor pianista, ensayar.
Como vemos, este tipo de pensamiento puede a la larga tener consecuencias negativas para la autoestima; ya que solo con la imaginación y el deseo la persona nunca conseguirá sus objetivos y metas. Un pensamiento realista implicaría analizar de qué capacidades reales se dispone y cuántas horas y años de estudio se necesitan para llegar a convertirse en un gran profesional del piano.
Pero, ¿por qué nuestra mente nos engaña? ¿Por qué obedece a pensamientos irracionales y sesgos cognitivos?. Al parecer, la explicación estaría en la evolución; nuestro cerebro a la hora de tomar decisiones no puede tener en cuenta todos los parámetros necesarios. Esta forma de actuar fue muy beneficiosa para nuestros antepasados, ya que vivían rodeados de amenazas externas y era importante activar de forma rápida los mecanismos de huida.
Sin embargo, ya no vivimos en un ambiente al que nos tenemos que adaptar continuamente. Y esta forma de pensar más que ayudarnos parece limitarnos a la hora de tomar ciertas decisiones informadas; optando por nuestros deseos, en vez de por la realidad.
En conclusión, el pensamiento ilusorio se basa en la imaginación y el deseo, y aunque puede ser positivo en algún caso concreto, como en el caso del “efecto Pigmalión”, a la larga este proceso de decisión y formación de creencias afecta a nuestra autoestima y autoconcepto. Tomar decisiones basadas en la emoción y la imaginación, sin tener en cuenta la realidad, puede causar frustración y otros sentimientos desagradables.