Entender bien cómo funciona el cerebro requiere años de aprendizaje, y a pesar de eso el nivel de comprensión que podemos llegar a tener acerca de este conjunto de órganos siempre será muy limitado; no en vano el encéfalo humano es uno de los sistemas más complejos que existen.
Por otro lado, hay algunas ideas que ayudan a empezar entendiendo mejor esa maraña de conceptos que sirven para explicar lo que es esta parte del sistema nervioso. Estas son algunas de estas claves.
Ideas básicas sobre cómo funciona el cerebro
Este es un listado de ideas que creo que ayudan a comprender las ideas fundamentales sobre el funcionamiento del cerebro. Recomiendo leerlas en orden, porque están ordenadas desde lo micro hasta lo macro.
1. Glía y neuronas
Un cerebro es, fundamentalmente, un conjunto de neuronas y de células gliales. Estas últimas son menos conocidas fuera de las universidades, pero en realidad son mucho más numerosas que las neuronas (lo cual impresiona bastante, teniendo en cuenta que un cerebro humano adulto tiene alrededor de 80.000.000.000 de neuronas).
¿De qué se encarga cada uno de estos tipos de células? Las neuronas son las que crean los flujos de señales electroquímicas que constituyen los procesos mentales; básicamente, todo lo que estudia la psicología está plasmado en el modo en el que se comunican entre sí las neuronas.
Las células gliales, por su parte, cumplen funciones muy diversas, y hasta hace poco se creía que se encargan básicamente de proteger a las neuronas y a facilitar su movimiento. Sin embargo, en los últimos años han aparecido investigaciones en las que se ve cómo las células gliales tienen su propia red de comunicación y pueden influir en cómo se relacionan entre sí las neuronas. Es decir, que apenas estamos empezando a comprender del todo su importancia.
2. El papel de las sinapsis
A la hora de entender cómo funciona el cerebro, saber cómo funcionan las redes de comunicación entre las neuronas importa tanto o más que saber cómo funciona cada neurona de manera individual, y eso significa que los puntos en los que estas células nerviosas se mandan la información entre ellas tienen una importancia crucial para los neurocientíficos y los psicólogos. El nombre que reciben estas áreas es "espacio sináptico", que en la gran mayoría de los casos es una pequeña separación que se abre entre las membranas celulares de los terminales nerviosos de dos neuronas: una de ellas es la presináptica y la otra es la postsináptica.
En las sinapsis, la señal eléctrica que recorre una neurona se transforma en una señal química, es decir, un torrente de sustancias que llamamos neurotransmisores y neuromoduladores. Estas partículas microscópicas llegan al terminal nervioso de la otra neurona y allí, son captadas por unas estructuras llamadas receptores. A partir de ese punto, el torrente de sustancias químicas recibidas por la neurona postpsináptica tienen un efecto sobre la frecuencia con la que esta célula nerviosa emitirá impulsos eléctricos que puedan tener efectos sobre otras neuronas.
Este mecanismo parece sencillo, pero realmente no lo es, porque existen muchos tipos de neurotransmisores y de estructuras que interactúan con ellos, y a la vez cada neurona suele estar conectada a muchas otras a la vez: no suelen pasarse información de manera lineal, como en el juego del teléfono.
3. El software y el hardware son indistinguibles
Es habitual tratar de entender el cerebro como si fuese un ordenador convencional, pero esta comparación solo está justificada en ciertos contextos, porque no sirve para plasmar el funcionamiento real del encéfalo. Y uno de los motivos principales por los que un cerebro se distingue de un ordenador es el hecho de que en el primero no tiene sentido distinguir entre software y hardware. Todos los procesos que se están llevando a cabo en un cerebro modifican materialmente el cerebro, y la estructura del cerebro en sí es la que hace que las neuronas se manden señales nerviosas: no depende de códigos de programación.
Es por eso, entre otras cosas, que el cerebro no trabaja con contenidos que puedan ser almacenados en un USB, tal y como ocurre con los ordenadores. Se puede jugar a interpretar lo que ocurre en un cerebro en tiempo real, y hacer que esta interpretación se estructure como un código comprensible para nosotros, pero ese código nos lo habremos inventado nosotros; no surge del cerebro. Lo cual no significa que sea imposible saber de un modo aproximado en qué consisten ciertas partes del torrente de información que viaja por un cerebro.
4. La plasticidad cerebral
Por lo dicho anteriormente se deriva esta otra idea: que el cerebro está cambiando todo el rato, hagamos lo que hagamos. Todo aquello que percibimos y hacemos deja una marca más o menos intensa en nuestro cerebro, y esta marca, a su vez, hará que todas las que se produzcan a partir de ese momento sean de una u otra forma. Es decir, que nuestra vida mental es una acumulación de modificaciones , de neuronas que estrechan sus lazos y que luego los aflojan según todo lo que nos vaya pasando.
Esta capacidad (o, más bien, necesidad) de nuestro cerebro de cambiar constantemente dependiendo de las circunstancias se llama plasticidad cerebral.
5. El papel de la atención
Por mucho que el cerebro humano parezca un prodigio de la naturaleza capaz de hacer cosas bastante impresionantes, lo cierto es que el conjunto de datos con los que trabaja siempre está lleno de lagunas. De hecho, ni siquiera es capaz de procesar debidamente toda la información que le va llegando en tiempo real a través de los sentidos, y no hablemos ya de recordarlo todo, algo que solo ocurre en casos increíblemente excepcionales.
Lo que hace el cerebro humano es obedecer al principio de supervivencia: lo que importa no es conocerlo todo, sino conocer lo justo para sobrevivir. La atención es el mecanismo por el que se seleccionan ciertas partes de la información disponible y se ignoran otras. De este modo, el sistema nervioso es capaz de localizar elementos de información que resultan relevantes para focalizar la atención en ellos y no en otros, todo ello dependiendo de cuál sea nuestro objetivo. Este mecanismo da mucho juego, porque hace que en ciertas circunstancias parezcamos estar ciegos ante cosas que pasan delante de nuestras narices.
6. El cerebro se inventa cosas
Este punto se deriva del apartado anterior. Como el cerebro dispone de una cantidad de información "procesable" que es limitada, hay algunos vacíos de información que tiene que rellenar sin que constantemente nos veamos obligados a buscar la información que falta. Para ello, hay algunos mecanismos automáticos que tapan esos huecos de manera discreta.
Un ejemplo es lo que ocurre con la parte de la retina que da paso al inicio del nervio óptico. Esta es una zona en la que el ojo es incapaz de transformar las señales de luz en impulsos nerviosos, y por lo tanto es como si tuviésemos un agujero en el medio de nuestro campo visual. Sin embargo, no nos damos cuenta de eso.
7. Las partes del cerebro trabajan siempre juntas
Aunque en cerebro esté formado por diferentes áreas anatómicas más o menos especializadas en algunos procesos, todas ellas necesitan estar bien conectadas entre sí para hacer su trabajo bien. Eso no significa que todas tengan que comunicarse directamente con todas las demás, sino que para funcionar han de estar cableadas con la "red general" de información que va circulando por el cerebro.
8. Lo racional y lo emocional van de la mano
Aunque nos sea muy útil distinguir entre lo racional y lo emocional en términos teóricos**, en nuestro cerebro todos los procesos mentales que podamos vincular a uno u otro dominio trabajan conjuntamente**.
Por ejemplo, las partes del cerebro más relacionadas con la aparición de emociones (un conjunto de estructuras conocido como sistema límbico) son las que fijan los objetivos que se intenta alcanzar eficazmente a través de planes de acción basados en la lógica y que, de todos modos, no pararán de verse influidos por factores emocionales que harán que lo racional de esas estrategias sea bastante relativo, incluso aunque no nos demos cuenta de ello.