El tálamo es una de las partes del cerebro más importantes. No solo es una de las estructuras encefálicas más grandes, sino que además está situado en pleno centro del encéfalo, tal y como refleja su nombre, que viene de la palabra griega thalamos (o "cámara interna").
Al ocupar tanto y estar tan bien comunicado con el resto de partes del cerebro, el tálamo interviene en una gran cantidad de procesos mentales que dan forma a nuestra manera de percibir las cosas y de actuar sobre el entorno que nos rodea... incluso aunque no nos demos cuenta de ello.
¿Qué es el tálamo?
El tálamo es, básicamente, un conjunto de sustancia gris (cuerpos de neuronas) formado por dos estructuras encefálicas con forma de huevo que se encuentran por debajo de la corteza cerebral. Estas estructuras están situadas la una junto a la otra, y además de tener la misma forma y tamaño guardan una disposición simétrica, al igual que los dos hemisferios cerebrales que las cubren. Se comunican entre ellas a través de una especie de puente que las mantiene unidas y que es llamado conexión intertalámica.
El tálamo forma parte de una zona llamada diencéfalo. El diencéfalo está situado entre la corteza cerebral (y todos los lóbulos del cerebro) y la parte superior del tronco del encéfalo. A su vez, el diencéfalo está compuesto, por el tálamo, el hipotálamo (situado justo debajo del primero) y algunas otras estructuras más pequeñas.
Además, el tálamo tiene una forma simétrica y al estar situado justo debajo del espacio que separa los dos hemisferios cerebrales, tiene salida a los dos lados del encéfalo. Para ver el modo en el que se interconecta con estas partes, podemos echar un vistazo a las estructuras del tálamo y a los tipos de neuronas que hay en este.
Las estructuras del tálamo
El tálamo es, básicamente, un amontonamiento de cuerpos de neuronas, es decir, una estructura de materia gris, al igual que la corteza cerebral. Pero dentro de este conjunto de grupos neuronales se pueden distinguir una serie de núcleos del tálamo:
- Núcleos de conexión específica. Estos mandan información sensorial a zonas concretas de la corteza cerebral que están especializadas en trabajar con ese tipo concreto de datos provenientes de un sentido específico.
- Núcleos de conexión inespecífica. Mandan información a zonas muy amplias de la corteza cerebral, sin discriminar por especializaciones.
- Núcleos de asociación. Forman parte de un circuito de información que comunica la corteza cerebral con estructuras subcorticales.
Las neuronas del tálamo
El tálamo está compuesto por muchas otras subestructuras especializadas, pero todas ellas son, al fin y al cabo, neuronas y células gliales. Como cualquier otra parte del cerebro, el tálamo solo tiene razón de ser si está conectado a otras zonas del sistema nervioso, y esto queda reflejado en el tipo de neuronas que lo componen. En la distribución de estas se nota que están asociadas a muchos otros fajos de neuronas que llegan de muchas partes del sistema nervioso central.
Desde el punto de vista funcional, las clases de neuronas del tálamo son las siguientes:
- Interneuronas locales. Estas células nerviosas se encargan básicamente de hacer que la información que llegue desde otras partes del sistema nervioso se procese en el tálamo, transformándola en una nueva serie de datos. Por lo tanto, su función principal es enviar impulsos nerviosos a otras interneuronas del tálamo. Suponen aproximadamente el 25% de las neuronas del tálamo.
- Neuronas de proyección. Estas células nerviosas se encargan de mandar información fuera del tálamo, hacia la corteza cerebral. Son el 75% de las neuronas talámicas.
Las funciones del tálamo
Hemos visto que el tálamo está muy bien comunicado, pero su papel no es el de ser un simple puente de comunicación entre partes del cerebro relevantes. El tálamo en sí mismo es una estructura que juega un papel activo en el procesamiento de la información que le llega desde otras áreas. Pero... ¿cuáles son las funciones que desempeña esta estructura encefálica?
1. Integración de los datos sensoriales
La función del tálamo más conocida y estudiada es la de ser una de las primeras paradas en el cerebro para la información que nos llega a través de los sentidos, con la excepción del olfato.
El tálamo procesa esta información sensorial, descarta las partes que no sean demasiado importantes y manda el resultado final hacia la corteza del cerebro, donde esta información seguirá siendo procesada.
Así pues, facilita la integración de la información sensorial para pasar de los datos crudos a las unidades de información relativamente complejas y capaces de sostener un significado para nosotros. De todas formas, hay que tener claro que este proceso no solo tiene lugar en el tálamo, sino que en él participan varias redes de neuronas distribuidas por prácticamente todo el cerebro.
2. El ciclo sueño-vigilia
El tálamo, al igual que su hermano menor el hipotálamo, interviene a la hora de regular el ritmo con el que la sensación de sueño va y viene. Esta función, además de ser fundamental para regular toda la actividad nerviosa en general, también está relacionada con la siguiente.
3. La atención y la consciencia
Recientes investigaciones indican que el tálamo podría tener un papel muy importante en la aparición de la consciencia y todo lo que está relacionado con ella; desde la capacidad de pensar en los propios pensamientos, hasta el uso del lenguaje, pasando por la capacidad de centrar la atención en informaciones concretas según los objetivos que se tengan en cada momento.
Sin embargo, es importante señalar que esos procesos relacionados a los estados conscientes no son la consciencia en sí misma, aunque aparecen en paralelo. No podemos centrar nuestra atención en nada cuando no nos damos cuenta de que existimos, y tampoco podemos hablar ni reflexionar; pero cuando estamos conscientes, hay aspectos de la atención y del lenguaje que están más allá de la consciencia.
Además, todos estos procesos mentales tan complejos y relacionados con el pensamiento abstracto requieren de la participación de muchas áreas del cerebro, no solo del tálamo; esta parte del diencéfalo es un componente necesario pero insuficiente a la hora de hacer que el pensamiento, la atención y el lenguaje tengan lugar (algo que se puede decir de prácticamente todas las partes del cerebro, porque todas trabajan de manera interconectada).
Como el tálamo está tan bien conectado con muchas áreas de la corteza a la vez, podría ser capaz de intervenir en la sincronización de la actividad neuronal necesaria para que se mantenga el nivel de consciencia. Sin él, el resto de partes del cerebro se vuelven no funcionales, al menos en la gran mayoría de los casos. Siempre pueden aparecer excepciones de personas nacidas sin tálamo o con uno muy poco desarrollado y que a pesar de ello puedan vivir muchos años; en casos así, el resto del encéfalo habría aprendido a reconfigurarse para llevar a cabo las tareas de esta estructura ausente usando para ello otras redes de neuronas.
4. La regulación de las emociones
El tálamo no solo está conectado con circuitos que llevan información sensorial, sino que también interactúa con vías neuronales que participan directamente en la aparición de estados emocionales. No en vano el tálamo está rodeado por el sistema límbico.
Así pues, el tálamo integra estas dos vías y trabaja juntando estos dos tipos de información, haciendo que las emociones afecten a lo percibido y viceversa. Además, recibe información del hipotálamo, que a su vez interviene directamente en la regulación de las emociones y de la segregación de diferentes tipos de hormonas en el torrente sanguíneo.
Conclusión
El tálamo es una de las partes del cerebro más grandes y, además, parece tener un rol en multitud de funciones que ni se parecen demasiado ni tienen que ver mucho entre sí en un primer vistazo.
Sin embargo, esto es un reflejo del propio funcionamiento del sistema nervioso, en el que todo el rato, con independencia de si dormimos o estamos despiertos, multitud de procesos se están llevando a cabo en paralelo y a la vez de manera coordinada.
También tiene un papel muy relevante en la aparición y mantenimiento de los estados de activación cerebral responsables de que nos mantengamos conscientes de nuestra propia existencia y de lo que ocurre a nuestro alrededor. Esto ha hecho que el tálamo haya llegado a ser considerado "el interruptor de la consciencia".
Sin embargo, el tálamo en sí mismo no es la parte del cerebro en la que "reside" la consciencia. Suponer esto sería como pensar que dentro de nuestra cabeza existe un duendecillo con consciencia propia que está rodeado de materia no consciente tal y como lo haría el piloto de un avión; es decir, nos haría caer en el dualismo de filósofos como René Descartes.
Actualmente se entiende que la consciencia es el fruto de la actividad de varias partes del cerebro (entre las que destacaría el tálamo) trabajando entre sí a gran velocidad y de manera coordinada, y por consiguiente este estado mental no puede ser reducido a una sola estructura.