​10 claves para tomarse el amor con filosofía

Reflexionemos acerca del amor: entre lo convencional y lo posmoderno.

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Está en las novelas, la televisión, el cine y hasta en la vida pública de los famosos. El amor parece ser uno de los elementos más y mejor instalados en la cultura de los medios de masas, y día a día recibimos por goteo información acerca de cómo es, o debe ser, una vida amorosa convencional, reconocible por todos, normalizada.

Desde luego, en algunos casos puede resultar reconfortante contar con un "molde" para conducir a través de él una relación de pareja con pocas complicaciones y sin momentos de ambigüedad, pero también es cierto que aferrarse de manera irreflexiva a ciertos roles afectivos puede tener consecuencias negativas, restarle espontaneidad a la vida amorosa e incluso propiciar dinámicas de comportamiento que no encajan con la personalidad y hábitos de vida de los amantes en cuestión.

Es por eso que es saludable cuestionarse ciertas convenciones acerca del amor, sus mitos y todo lo que orbita alrededor de los estereotipos sobre la vida en pareja. A fin de cuentas, es posible que tu manera de comprender la vida amorosa vaya mucho más allá de lo que es típico. ¿El primer paso para replantearse ciertas cosas y tomarse el amor con filosofía? Reflexionar sobre el propio concepto de amor puede ser una buena manera de hacerlo, y para ello puedes servirte de estas diez claves.

10 reflexiones acerca del amor convencional

1. Una cosa es el amor, y otra es el hábito

Cumplir cada día con ciertas rutinas durante la vida en común con alguien no es algo positivo de por sí, ni algo que vaya a hacer que la relación progrese. De hecho, no es raro que el cumplimiento de ciertos rituales se realice, más que como una manera de demostrar amor o afecto, como una manera de compensar crisis afectivas que aún no se han manifestado del todo o como si formasen parte de una obligación.

Desde luego, para que una relación de pareja prospere se necesita una base de estabilidad relativa, pero esta no es garantía de nada, sino más bien condición necesaria y no suficiente.

2. La rutina no tiene nada de malo

La contraparte al punto anterior es tener en cuenta que no hay ninguna regla universal según la cual la vida amorosa debe estar atravesada constantemente por la transgresión y los cambios de ambiente. En principio, una vida tranquila y sin grandes contrastes es un caldo de cultivo perfectamente válido para una relación de pareja consistente. Todo depende de las necesidades de cada persona.

3. Cuidado con la idealización

La idealización es un ingrediente ilusionante en las primeras etapas del enamoramiento, pero que suele llevar a engaños. Conviene saber si se siente amor por la persona o por el avatar que representa. Para ello, nada mejor que conocer a esta persona en contextos muy variados, no siempre de la misma forma y en el mismo lugar. La información es poder.

4. Fuera estereotipos sobre parejas ideales

Los estereotipos acerca de la pareja ideal sirven para hacer reconocibles ciertos roles de manera inmediata en series, anuncios y novelas, pero en la vida amorosa sirven más bien poco y, lo que es más, acostumbran a traer problemas

Los estereotipos existen justamente para orientarnos en cuestiones en las que invertimos poco tiempo y cuyos resultados no son de gran importancia, como nuestra manera de considerar a alguien que aparece por primera vez en una película, pero la vida amorosa puede llegar a ser algo bastante más serio que eso y, por tanto, requiere que nuestro cerebro renuncie al piloto automático para tomar directamente los mandos de la situación.

5. Los sacrificios no son pruebas de amor

Siempre que se actúa, se toma una decisión cuyos resultados tienen potenciales ventajas y posibles inconvenientes. Naturalmente, esto sirve también en el amor, y es muy posible que el mantenimiento de una relación amorosa exija esfuerzos en varios ámbitos de la vida

Sin embargo, es necesario saber discriminar entre estos pequeños sacrificios cuya raíz se encuentra en las decisiones que debemos tomar nosotros como individuos que invertimos en mantenernos cerca de la otra persona (y que tiene sentido como tal), y otros que son artificiales, creados como imposición poco justificable por parte de nuestra pareja o como resultado de nuestra imaginación, nuestros prejuicios acerca del amor como algo necesariamente doloroso y una buena ración de pensamiento mágico.

6. Hay que tener en mente la noción de simetría

El amor no puede ni debe ser alienante, o puede pasar a ser un instrumento de manipulación. Este segundo escenario puede parecer algo extremo, pero no lo es tanto si recordamos que el amor tiene un componente profundamente irracional, y que muchas de las decisiones y actos que emprendemos a partir de él no parecen estar encaminados a cubrir necesidades propias fácilmente expresables ni responden a un bien que pueda ser descrito de manera objetiva. 

La manipulación tiene su razón de ser cuando la persona manipulada no sabe que lo está siendo, y además puede cobrar las formas más sutiles, o incluso ser tomada como algo natural por parte de todo el mundo (incluso por parte de los amigos y conocidos).

7. ¿Metas colectivas? Sí, pero con comunicación de por medio

Si a veces es complicado saber qué quiere uno mismo, saber lo que responde a los intereses del colectivo formado por las personas que se aman es tarea de titanes. Por eso merece la pena pensar en si estas metas grupales lo son realmente o han sido alumbradas por un conjunto de colosales malentendidoscomunicación paradójica o "creía que tú creías que...". 

Si algo en concreto no te ilusiona, es mejor que pienses en la mejor manera de decirlo. Con delicadeza, pero sin dejar lugar a dudas.

8. ¿Dónde está el límite de la sinceridad?

La sinceridad es un componente esencial en una relación íntima, pero también lo es la privacidad. Determinar en qué medida queremos exponernos a alguien es fundamental, y también lo es hacerle ver a esta persona dónde está al límite que debe esperar. Lo importante no es tanto la proporción de la parte compartida sobre la privada como el hecho de que la otra persona esté al tanto de su existencia.

9. La frontera temporal

Existe una gran presión social acerca del tiempo que deben pasar juntas dos personas que se quieren, pero no es imposible que el amor exista aún en los casos en los que se quiere pasar mucho tiempo a solas. Este punto tiene que ver también con los prejuicios acerca de la vida amorosa entendida como el inicio de la vida en pareja y el germen de una nueva familia. Una vez más, hay que saber discriminar entre los dictados sociales y lo que pide el cuerpo.

10. ¿Qué es lo que tiene significado para nosotros?

Posiblemente, esta es la pregunta fundamental a la hora de reflexionar acerca del amor, ya sea como algo abstracto a algo que intentamos materializar en nuestra relación con alguien concreto. Dar pistas acerca de cómo enfrentarse a ella es, de hecho, limitar el alcance de sus implicaciones y restarle libertad a quien quiera darle respuesta.

Se han escrito páginas y páginas en libros de filosofía acerca de cómo dotar de significado a todos los proyectos vitales dignos de ser llamados como tal, y esto incluye también, por supuesto, a los tratados sobre el amor. A fin de cuentas, una relación amorosa merece la pena si de algún modo es significativa para nosotros, aunque lo sea de una manera difícil de expresar con palabras.

Desde luego, no es necesario dedicarse profesionalmente a la filosofía para perderle el miedo a esta cuestión y hacer que reflexionar sobre ella de sus frutos. Y más teniendo en cuenta que es una tarea privada, que debe ser resuelta con la materia prima de las experiencias de cada cual. 

Psicólogo

Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.

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