Francisco y Ana María tenían una relación que parecía de ensueño ante cualquiera mirara. Se conocieron gracias a un amigo en común y, al poco tiempo, se volvieron inseparables. Sin embargo, mientras fue pasando el tiempo, la felicidad comenzó a depender casi exclusivamente de Ana María.
Si ella no respondía a sus mensajes de inmediato, su mente imaginaba lo peor. Sentía una necesidad constante de su aprobación y vivía con el miedo de perderla. Ana María, aunque lo amaba, empezaba a sentirse asfixiada y sin espacio para sí misma.
Lo que al principio parecía amor, poco a poco revelaba que detrás había algo más… Y ese algo es llamado dependencia emocional.
Este tipo de situaciones son más comunes de lo que creemos, y por eso es tan importante entender las diferencias entre la dependencia emocional y el amor sano. Sobre esto hablaremos a continuación.
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7 distinciones entre la dependencia emocional y el amor
Muchas películas de antaño, miles de canciones románticas y la educación emocional escasa que recibieron nuestros abuelos o padres y que vimos en casa nos han hecho confundir durante años la dependencia emocional y el amor.
Ambos tienen algo en común: una conexión intensa. Pero hay una diferencia clave: el amor sano se basa en la libertad y el respeto mutuo, mientras que la dependencia emocional se alimenta de miedos e inseguridades.
En las siguientes líneas, descubrirás las diferencias más importantes entre estas dos experiencias. Así podrás reconocerlas y reflexionar sobre el tipo de relación que tienes o que deseas construir.
Aquí tienes siete claves para distinguirlos:
1. Cuando hay amor, la felicidad no está solo en el otro
En una relación donde prevalece el amor saludable, las dos personas se preocupan por el bienestar del otro, pero sin descuidarse a sí mismas. Esto implica disfrutar el tiempo juntos y apoyarse mutuamente, sin dejar de lado que siguen siendo dos y que cada uno tiene sus necesidades por cubrir.
En cambio, la dependencia emocional gira más en torno a cómo la otra persona puede llenar nuestros vacíos, así que, por lo general, al menos una de las partes siente que su felicidad depende completamente de lo que su pareja hace o dice.
2. En el amor sano, la individualidad importa
Imagina que ves a una pareja que hace todo junta: van al mismo gimnasio a la misma hora, trabajan en la misma empresa, tienen los mismos amigos, todos sus hobbies son compartidos, rara vez salen a solas con sus amigos y familiares.
No nos malinterpretes, está bien querer pasar tiempo con tu pareja, pero no quiere decir que al amar ambos se conviertan en uno. Es normal tener hobbies diferentes, intereses distintos, tiempo en soledad. Cultivar la individualidad hace más grande el amor (por sí mismo y por el otro) y reduce los riesgos o efectos de la dependencia emocional.
3. Amar sanamente implica dar y recibir con equilibrio
En las relaciones sanas, hay un equilibrio natural entre lo que das y lo que recibes. Pero, ¡ojo!, no es cuestión de estar llevando cuentas, ¡para nada!, pero sí de sentir que el cariño y el apoyo van en ambas direcciones.
Por otro lado, la dependencia emocional suele crear desequilibrios, por lo que es bastante común que una de las partes lo dé todo, mientras la otra persona se siente agobiada o hasta culpable porque no logra devolver lo mismo.
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4. Un poco de distancia también es sana cuando hay amor
En un amor saludable, estar lejos de la otra persona por un tiempo no te causa ansiedad abrumadora. La extrañas, sí, pero sin que eso afecte tu paz emocional.
En cambio, la dependencia emocional viene cargada de miedo y angustia. Por ejemplo, si te has sorprendido a ti mismo revisando el móvil cada dos minutos o sientes un gran vacío cuando no estás con tu pareja, quizá sea hora de parar y pensar en lo que está pasando.
5. El amor por el otro, cuando es sano, te hace amarte más a ti
Una relación con amor saludable fortalece tu autoestima, por lo que te sientes querido por lo que eres, no solo por lo que haces por la otra persona. En cambio, la dependencia emocional tiende a dañarla.
Por ejemplo, ¡vamos a la historia del principio! Francisco empezó a perder confianza en sí mismo cuando Ana María le pidió espacio. En vez de entender que ella necesitaba su tiempo, lo tomó como un rechazo hacia él.
6. El amor sano te da paz, no intranquilidad
El amor sano se siente como tranquilidad, alegría y satisfacción. Pero, ¡cuidado! Eso no significa que no haya conflictos, pero cuando aparecen, se manejan con respeto y buscando soluciones juntos.
En cambio, la dependencia emocional suele venir cargada de ansiedad, inseguridades y malestar, así que, si te encuentras en una relación que te deja constantemente agotado o en tensión, puede ser una señal de que no estás viviendo un amor saludable.
7. Cuando el amor es sano, ambos crecen
En una relación saludable, ambos crecen tanto por separado como juntos. Además, se apoyan para lograr sus metas y celebran los éxitos del otro.
Al contrario, la dependencia emocional tiene el efecto adverso: frena el crecimiento personal. Esto pasa porque todo se centra en mantener la relación, incluso si eso implica dejar de lado tus sueños o proyectos.
Avance Psicólogos
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Centro de Psicología en Madrid
Notar estas diferencias es un buen primer paso para tener relaciones más saludables. Si te sentiste identificado, ¡descuida! No se trata de ponerle una etiqueta a lo que sientes, sino de entender cómo te afecta y qué puedes hacer al respecto.
Si algo de esto te suena familiar, recuerda que siempre puedes trabajar en superar la dependencia emocional, y que el amor sano empieza por quererte a ti mismo, disfrutar tu tiempo solo y saber que una relación debe complementar tu vida, no ser el centro.