El 22 de noviembre de 2024 se publicó en Research in Social Stratification and Mobility un interesante estudio que proponía un análisis de los ingresos de los matrimonios desde una nueva perspectiva: considerar los movimientos en las ganancias de cada miembro según una relación de larga trayectoria, en lugar de focalizarse en momentos vitales concretos.
El estudio, titulado His and hers earnings trajectories: Economic homogamy and long-term earnings inequality within and between different-sex couples, fue dirigido por Allison Dunatchik, profesora asistente de sociología de la Universidad de Carolina del Sur. Los resultados arrojan nueva luz sobre la idiosincrasia de las relaciones de pareja en relación con las respectivas ganancias de sus miembros.
Ingresos y relaciones de pareja: un cambio de perspectiva
La novedad del mencionado estudio es su cambio de perspectiva. Mientras que las investigaciones anteriores sobre las ganancias de los miembros de una pareja se focalizaban en cuánto ganaba el esposo y cuánto la esposa en un momento concreto de la trayectoria vital (por ejemplo, tras el nacimiento del primer hijo), el estudio de Dunatchik se centra en las variaciones gananciales en matrimonios de larga trayectoria, incluyendo en el análisis las variaciones en los ingresos que suponen los diversos cambios vitales.
De esta forma, se extraen conclusiones acerca de la relación entre género y finanzas y sobre cómo los vaivenes económicos están supeditados a las inestabilidades sociales de cada miembro. En palabras de la propia Allison Dunatchik: “Estudio cómo las parejas comparten las responsabilidades laborales y familiares en el transcurso de las relaciones a largo plazo y cómo el género juega un papel en estas decisiones”.
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Analizando las ganancias de treinta años de matrimonio
El estudio tomó los datos de la National Longitudinal Survey of Youth de 1979, que incluye información sobre parejas nacidas entre 1957 y 1964, es decir, en pleno Baby Boom. Las encuestas proporcionaron datos sobre su situación económica, educativa y social, por lo que resultaba una fuente inestimable para un estudio como el que pretendía Dunatchik.
La información contenida en la National Longitudinal Survey of Youth permitió a la investigadora analizar cómo iban evolucionando las ganancias de ambos miembros de la pareja a lo largo de los años. En concreto, fueron analizadas 5.354 parejas heterosexuales durante nada menos que 30 años.
El 60% de las parejas tenían ganancias igualitarias
A la luz de los datos, Dunatchik detectó que aproximadamente el 60% de estos matrimonios seguían un patrón de finanzas igualitarias, que se manifestaba de 3 formas distintas:
La primera, denominada Dual-earner partner, constituía aproximadamente un 50% del total y se caracterizaba por unas ganancias estables e iguales por parte de ambos miembros del matrimonio.
La segunda, representada por aproximadamente un 6% de las parejas analizadas, reportaba el modelo de Jointly mobile patterns, según el cual, los dos miembros de la pareja experimentaban las mismas o parecidas fluctuaciones en sus ingresos a lo largo del tiempo, causadas por más o menos los mismos factores económicos y sociales.
El tercer patrón consistía en un Alternating earner pattern; es decir, el esposo y la esposa iban intercambiándose el puesto del miembro con más ganancias. En otras palabras, en algunos períodos, el que ganaba más era el esposo, mientras que, en otros, era la mujer. En este caso, la incidencia era de un 5% aproximadamente.
El segundo y tercer patrón, según Dunatchik, se encuentran mayoritariamente en parejas con niveles educativos y socioeconómicos más bajos.
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Diferencias gananciales entre géneros
El estudio también confirmó que el género marca una evidente diferencia. En el 34% de los casos, la figura económicamente predominante (el denominado en inglés breadwinner o “ganador de pan”) era el hombre, mientras que la mujer solo era la que más aportaba de la pareja en un 5% de los casos.
El análisis de Dunatchik también concluyó que el primer patrón (el del hombre como breadwinner) coincide con parejas con niveles socioeconómicos inferiores. El segundo patrón (la mujer como principal portadora de ganancias) coincide, a su vez, con modelos de pareja en los que la esposa, antes de casarse, posee un nivel educativo y económico elevado.
Por otro lado, la investigación arrojó luz sobre la situación económica de las esposas. En un 55% de los casos estudiados, estas poseían unas ganancias estables a lo largo de su matrimonio (una stable earner trajectory), lo que contradice la idea general de que las mujeres abandonaban sus trabajos o disminuían sus ingresos después de casarse. La realidad, a la luz de los datos, es que las mujeres tenían gran protagonismo en la economía doméstica.
La propia Allison Dunatchik se mostró sorprendida con el gran porcentaje de esposas que poseían ingresos estables y elevados, especialmente si se coteja con el porcentaje de esposos que presentan ganancias inestables (nada menos que un 23%).
Conclusiones
El enfoque innovador de este estudio arroja nueva luz sobre las situaciones económicas de las parejas nacidas alrededor de 1960, y destrona teorías consideradas inalterables.
Por ejemplo, evidencia que las mujeres, después de casarse, no abandonaban su carrera y que, incluso, poseían rentas altas y estables. Por otro lado, el 60% de parejas que presenta el dual-earner pattern (es decir, una situación en la que ambos miembros aportan ganancias similares) es igualmente sorprendente. Otro aspecto que se ha visto desmentido a través de este estudio es la idea de que los esposos tienden a mantener ingresos estables durante toda su vida matrimonial. El 23% de hombres con ganancias inestables (es decir, casi un 25% del total) demuestra que esto no es exactamente así.
En resumen: se necesitan más estudios económicos desde una perspectiva de género para aclarar ciertos puntos relacionados con la diversidad de géneros. La misma Dunatchik reconoce el sesgo de información que supone el hecho de que sus datos provengan solamente de fuentes de Baby Boomers, por lo que se deberían realizar nuevas investigaciones sobre las denominadas Generaciones Millenial y Z, que probablemente acusen los diversos cambios sociales, demográficos, culturales y económicos.