Por mucho que nuestra concepción de lo que es una relación amorosa sana haya mejorado en las últimas décadas, eso no significa que la vida amorosa haya dejado de estar llena de imperfecciones. La infidelidad es una de las más frecuentes, por ejemplo.
De hecho, a día de hoy se estima que el motivo de divorcio más frecuente son las aventuras extramatrimoniales, y no es raro que las investigaciones muestren que alrededor de un 4% de las personas con pareja consultadas afirmen haber sido infieles en los últimos 12 meses.
Teniendo en cuenta esto, ¿qué es lo que hace que en algunas parejas no se dé nunca la infidelidad? Veámoslo.
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Teorías sobre lo que hace que una relación se mantenga sólida
En un reciente estudio publicado en la revista científica The Journal of Sex Research, un equipo de investigadores se propuso detectar cuáles son los factores que hacen que las parejas no caigan en la tentación de la infidelidad.
Para ello, pusieron a prueba la validez de una serie de teorías que intentan explicar los modos en los que las personas con pareja se comportan en contextos en los que si quisieran podrían tener aventuras de este tipo. Esas teorías, que durante años han tratado de dar cuenta cuál es el pegamento que mantiene unidas a las personas en relaciones amorosas, son las siguientes.
Teoría de la moral
Por ejemplo, según la teoría basada en la moralidad, las creencias acerca de lo que es bueno y malo en una relación tendrían un peso determinante en las acciones de quienes están casados o no se encuentran en situación de soltería. Desde luego, la moralidad parece tener peso en la vida amorosa, dado que en prácticamente las culturas las relaciones fuera de la pareja son vistas como algo que habla mal acerca de quien comete esos actos.
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Teorías economicistas
Por otro lado, las teorías económicas proponen que las personas que se encuentran en una relación amorosa piensan en términos racionales acerca de los costes y beneficios que supone estar en una relación con una persona concreta, con todos los sacrificios y gestión de tiempo y de esfuerzos que eso supone.
Se da por supuesto que todas las personas que han estado mucho tiempo invirtiendo en una relación, o que creen que se pueden beneficiar mucho de seguir con la que han iniciado hace poco, serán menos propensas a tener relaciones fuera de ella, o al menos exigirán que otras potenciales parejas les aporten bastante más que la actual para que valga la pena la infidelidad.
Teoría evolucionista
La Psicología Evolucionista tiende a enfatizar el papel que la genética y en general la herencia que pasa de generación en generación influye en el comportamiento de los individuos, y en el caso del contexto psicosexual, normalmente estos patrones de conducta son descritos en términos de diferencias entre hombres y mujeres. El motivo es que, si se tiene en cuenta la influencia de la evolución sobre el comportamiento sexual, entonces el hecho de pertenecer a uno u otro sexo tiene que influir en el “punto de partida” desde el que cada persona juzga una posible opción de este tipo.
Normalmente, los hombres son descritos como individuos que valoran más la cantidad que la calidad, mientras que en las mujeres se da lo contrario, y valorarían más la posibilidad de estar con una pareja que aporte estabilidad y compromiso emocional. El motivo por el que desde la Psicología Evolucionista se ha defendido esta idea no se basa en la existencia de estereotipos acerca de diferencias entre sexos, sino a partir de una herencia genética fruto de oportunidades y costes que, por cierto, se daría en muchas otras especies de seres vivos.
Según esta perspectiva, las hembras, al disponer de un número limitado de óvulos y por el hecho de tener que estar embarazadas y por lo tanto “vulnerables” durante un largo tiempo, antes de concebir necesitan asegurarse de que van a contar con la colaboración de una pareja comprometida con la tarea de ayudar a proporcionar bienes materiales necesarios para la supervivencia de la familia, así como protección.
Los machos, en cambio, tendrían menos valor reproductivo ya que biológicamente su compromiso en la creación de una familia es menor, así que sus preocupaciones irían más enfocadas a asegurarse que no están criando a la descendencia de otro individuo (las hembras, al formar los embriones, lo tienen mucho más fácil para saber quién es descendencia suya y quién no).
Así pues, desde la perspectiva evolucionista los hombres deberían ser más propensos a ser infieles, a la vez que temerían más a la posibilidad de que su pareja establezca contacto sexual directo con otras personas, mientras que las mujeres estarían más preocupadas por la posibilidad de que su pareja conectase emocionalmente con otra persona.
Por otro lado, la monogamia resultaría limitadora tanto para un sexo como para el otro, ya que en el caso de los hombres disminuye al mínimo la variedad de posibles parejas sexuales y, en el caso de las mujeres, evita que inviertan en otras potenciales relaciones que pueden valer más la pena. La posibilidad de formar una comunidad fija a su alrededor, ya sea familia o un sustitutivo, sería un aspecto que contribuiría a la unidad de estas relaciones una vez que se han formado.
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Factores que previenen la aparición de infidelidad
Partiendo de las explicaciones anteriores, los investigadores crearon un cuestionario de 34 ítems y lo administraron a 110 personas de entre 24 y 60 años, casadas durante al menos 2 años, con al menos un hijo o hija fruto de esa relación. Las preguntas de ese cuestionario estaban referidas a elementos que, personalmente, cada individuo podía valorar como aspectos que evitarían una infidelidad por su parte.
Los resultados muestran que los aspectos que más contribuyen a evitar que se dé la infidelidad son los estándares morales, las consecuencias que la infidelidad tendría sobre los hijos e hijas, el miedo a quedarse solo, y los efectos que el engaño tendría en el otro miembro de la pareja.
Además, los datos obtenidos reflejan, hasta cierto punto, que las ideas evolucionistas se cumplen, pero solo de manera muy tímida. Los hombres se muestran algo más propensos a cometer infidelidad, dado que el bienestar de los hijos y los aspectos morales tienen mayor peso para las mujeres.
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Referencias bibliográficas:
- Ziv, I., Lubin, O. B., & Asher, S. (2017). “I Swear I Will Never Betray You”: Factors Reported by Spouses as Helping Them Resist Extramarital Sex in Relation to Gender, Marriage Length, and Religiosity, The Journal of Sex Research. DOI: 10.1080/00224499.2017.1347602