La vida en pareja no siempre es un camino de rosas. Lo normal es salir con alguien a quien le vemos más cosas buenas que malas, aunque es cuestión de tiempo que seamos un poco más objetivos y no podamos dejar de fijarnos en ciertos aspectos negativos que, aunque ignorables, están ahí.
A veces esto llega a niveles tan grandes que llega un momento en el que nos provoca cierta vergüenza salir con esa persona, a pesar de que la amamos y queremos seguir con la relación.
Puede que las personas que se dicen a sí mismas “me avergüenzo de mi pareja” estén muy preocupadas, pensando que son superficiales y mala gente al ser capaces de pensar esto. No obstante, puede haber una explicación y, también, hay algunas soluciones. Veamos cómo.
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Me avergüenzo de mi pareja
No podemos elegir de quién nos enamoramos, pues el amor se escapa a nuestro control. No son pocas las veces que nos enamoramos de alguien que poco tiene que ver con cómo somos ni con cómo lo es nuestro grupo de amigos y familiares. Objetivamente, puede que no nos parezca guapo, estiloso, con un trabajo que no cumple con nuestras expectativas y que tenga rasgos de personalidad un tanto excéntricos y de acciones poco refinadas. Pero, a pesar de todos estos “problemas”, nos sigue gustando.
Nadie sale con alguien que le disgusta por completo. Cuando estamos enamorados somos capaces de ver las muchas cualidades que tiene esa persona, pero también nos fijamos en cosillas que nos da miedo que sean objeto de mofa o comentario crítico por parte de nuestros amigos o familiares. Hay cosas de nuestra pareja que nos provocan cierto rechazo. Sí, se podría decir que nos avergonzamos de nuestra pareja.
En la mayoría de ocasiones, el problema no está en él o ella, sino más bien en cómo percibimos nosotros a nuestra pareja y lo que creemos que los demás pensarán de la misma. La principal problemática detrás de sentir vergüenza de nuestra pareja no es que tenga muchas cosas negativas o que nuestro entorno sea crítico con nuestras relaciones, sino que nosotros, como individuos, percibimos como más amenazante e importante lo que piensan los demás de todo lo que hacemos y dejamos de hacer. Sobreestimamos lo malo que creemos que los demás verán de nosotros y, también, de nuestras parejas.
No nos debería importar qué piensan de los demás de nuestra pareja pues lo importante es que estemos cómodos con él o ella. Si ese hombre o mujer nos hace reír, nos comprende y nos satisface en la intimidad, lo que opinen los demás está de más. Además, el hecho de sentir vergüenza de él o ella cuando estamos con más gente puede hacer que parezcamos superficiales. Cuando hay amor, lo demás poco importa.
Pero, siendo justos, no todo es tan sencillo. Al margen de si es superficial o no esto, si nos sentimos incómodos por su físico, comportamiento o nos da la sensación de que nuestra pareja no encaja muy bien en nuestra vida social, hay un problema que se debería abordar.
Si bien lo importante es que nos respete y apoye, y que sea buena persona, si no encaja con nuestros amigos y familiares e, incluso, es causa de dramas y escándalos cuando estamos con nuestros conocidos, es evidente que la relación va a ir mal.
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La función de la vergüenza
La vergüenza es una emoción muy humana y, como las demás, tiene una función evolutiva. Sentirse avergonzado es una reacción social que actúa como señal de alarma que trata de protegernos de no quedarnos excluidos de nuestro grupo social de referencia. En este sentido, la vergüenza se puede considerar una reacción de supervivencia, ya que fuera del grupo, sin recibir su apoyo y protección, muy difícilmente podríamos sobrevivir.
Hablando de sentir vergüenza de nuestra pareja, podemos aprovechar para hablar del denominado “efecto reflector vicario”. Este efecto consiste en creer que los demás nos prestan mucha más atención a nosotros y nuestras acciones que lo que en realidad hacen. Pero no nos preocupemos porque, aunque pueda parecer paranoia, es totalmente normal que sintamos que los demás se fijan en qué hacemos o dejamos de hacer, otra cosa es que esto sea real. Simplemente es uno de los tantos fenómenos psicológicos que influyen en nuestra percepción social.
Teniendo en cuenta esto, es lógico pensar que este fenómeno ocurre también cuando vamos con nuestra pareja en público, especialmente con personas cuya opinión y actitudes hacia nosotros nos importan mucho como lo son los amigos y los familiares. Es normal sentir cierta vergüenza y miedo por lo que opinarán de nuestra pareja, pues ahora que estamos con otra persona sus acciones se van a convertir en nuestras acciones. Las relaciones significativas se incorporar a nuestro “yo”, convirtiéndose en un “nosotros”.
En un sentido positivo, los rasgos de nuestra pareja que percibimos como algo positivo pueden elevar nuestra autoestima. Sin embargo, si percibimos la conducta de él o ella como algo socialmente inadecuado, sentiremos que la gente se pensará que su forma de ser es también la nuestra, pues como hemos comentado aquí hay un “nosotros”. Las parejas no son percibidas como dos individuos, sino como un todo. Lo que uno de los miembros de la relación dice y hace se asocia y atribuye también al otro, aunque ese otro no haya hecho nada.
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Me avergüenza la imagen social de mi pareja
Puede que sintamos vergüenza por la imagen social que percibimos de nuestra pareja. Esto puede pasar cuando, después de un tiempo saliendo y habiendo agotado la etapa de enamoramiento, empecemos a percibir a nuestra pareja bajo una luz más “objetiva” y que su forma de ser en público no nos acaba de convencer.
Si esta es la situación, deberías preguntarte qué es lo que tú quieres en realidad. Si ocurre que tu pareja es de una forma, quizás hay ciertos aspectos de su vida que no te gustan, de la misma manera que a él o ella tampoco le tiene que gustar absolutamente todo de ti.
Sin embargo, no podemos someter a nuestra pareja a cambios que están por encima de sus posibilidades y, por supuesto, de su voluntad. No podemos cambiar a alguien por quien no es, ni forzarlo a ello.
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¿Por qué antes no me avergonzaba?
Uno de los motivos principales por los que ahora sentimos vergüenza de nuestra pareja y no antes es que las personas cambiamos. Así de simple.
Lo que antes nos divertía al salir con él o ella ahora nos aburre o nos parece incluso infantil, como ir de juerga o hacer bromas pesadas. Esto es especialmente así cuando ya se llevan muchos años en la relación, se tienen hijos y, como mínimo, una de las dos partes ha madurado, viendo a la otra como una persona que todavía está en una etapa más juvenil de su vida.
También puede ocurrir que hemos cambiado de círculo social, uno en donde la conducta de nuestra pareja se ha vuelto descontextualizada y no sabemos muy bien si la van a recibir bien. Muchas veces, aquello que empezó por ser atractivo de nuestra pareja acaba por volverse molesto ante la repetición, el paso del tiempo y, sobre todo, cuando esa acción se vuelve descontextualizada.
Mi pareja sigue haciendo lo que le he dicho que me da vergüenza
Puede que seamos conscientes de qué es aquello de nuestra pareja que nos da vergüenza. No solo eso, sino que además se lo hemos hecho saber, puede que de una manera un poco brusca.
Es posible que aquello que no nos gusta de nuestra pareja no le parezca algo tan malo y que no lo haga a propósito, sino más bien como un hábito, algo que ha aprendido de forma inconsciente y sin la intención de molestar a nadie. Si desde un principio hubiera sabido que no nos gusta su forma de comportarse o de hacer las cosas, lo más probable es que hubiera evitado que se convirtiera en un hábito.
Ahora estamos ante el problema de que es algo que tiene tan interiorizado y automatizado que le costará horrores deshacerse del hábito que nos molesta tanto. Y como ya lleva un tiempo haciéndolo, que justo ahora le digamos que eso nos molesta lo interpretará como que hemos sido poco sinceros o que estamos exagerando.
El cambio va a ser difícil, más si se lo hemos dicho de malas maneras y no explicándole por qué nos provoca vergüenza aquello que dice o hace. Responderle con un simple “eso está mal” o “me da vergüenza” no aclara las cosas. Si lo hemos hecho desde la crítica, el regaño y la prohibición de la conducta, obtendremos justo el efecto contrario: que nuestra pareja haga aquello que nos provoca vergüenza con mayor frecuencia. Siente amenazada su libertad de actuar como quiere.
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¿Qué hacer?
Como hemos comentado, sentir vergüenza tiene mucho que ver con cómo nosotros mismos percibimos lo que sucede a nuestro alrededor que no como son las cosas en realidad. Cuando sentimos vergüenza de nuestra pareja, en la mayoría de las ocasiones es porque creemos que los demás nos juzgan negativamente por algo que hace él o ella, no porque lo que hace o dice sea necesariamente malo ni tampoco porque realmente le importe a los demás.
Sin embargo, si realmente hay algo en su conducta o su forma de ser que consideramos que es perjudicial para nosotros y un problema real, es legítimo decírselo y pretender que lo cambie. No obstante, deberemos decírselo de forma asertiva y con un tono adecuado porque ninguna persona recibe como algo positivo saber que su pareja siente vergüenza de ella.
Se debe hablar del tema sin criticar, sin regañar y nunca durante el momento en el que ha hecho o dicho algo que nos ha molestado. Es mejor hablarlo después, cuando estemos todos más calmados. No sirve de nada comentárselo en el momento en que ocurren los hechos porque difícilmente tendrá la oportunidad de hacer algo al respecto.
Hazle saber que no te sientes cómodo con lo que ha hecho o dicho, pero evitando a toda costa reprocharle su comportamiento con palabras ofensivas y duras. No es buena idea decirle cosas como “eso estuvo muy mal”, “eres vulgar”, “eso fue una tontería”...
Lo último que necesitas en este momento es que tu pareja se ponga a la defensiva, sintiéndose atacado al escuchar tus ácidos y duros comentarios. A la mínima que se sienta atacado, dejará de escucharte pues estará más preocupado en cómo articular su defensa y, posteriormente atacándote a ti diciéndote qué es lo que le avergüenza de tu forma de ser.
Debes comentarle cómo crees que esa forma de comportarse podría afectar a los dos. Si resulta que es que solo te afecta a ti, entonces el problema principal es que es algo que te molesta a ti, y probablemente la solución esté en ti más que en la otra persona.