Todo empezó con algo que parecía inofensivo: un mensaje que tu pareja no mencionó. Después vino ese “like” con doble sentido en redes, aunque te juró que no tenía importancia. Más adelante, esas conversaciones repetidas con una expareja que ya no parecían tan casuales. Y así, paso a paso, lo pequeño empezó a hacerse grande.
Todos estos son detalles que quizá no llegan a ser una infidelidad como tal, pero que igual hieren porque siembran desconfianza.
Hoy queremos hablarte de esos microengaños que parecen intrascendentes, aunque en realidad pueden mover mucho por dentro.
Qué significa hablar de microengaños
Se usa la palabra microcheating para describir actitudes que no encajan en lo que solemos llamar infidelidad, pero que tampoco se sienten del todo claras. No es lo mismo que estar en una relación paralela o besar a alguien más, sino acciones sutiles que van rompiendo la confianza poco a poco.
No hay una lista universal que aplique para todos, pues cada pareja define sus límites y acuerdos. Lo que para unos es normal, para otros resulta inaceptable. Hoy, con redes sociales, aplicaciones y formas nuevas de interactuar, esos límites se vuelven aún más borrosos, porque un simple “me gusta” o un mensaje privado puede abrir discusiones que antes ni existían.
También es importante mencionar que a veces la confusión o incomodidad surge porque, no porque la conducta sea grave por sí sola, sino que cuando se esconde o se repite genera la duda de si realmente hay un compromiso sólido o si la conexión emocional sigue siendo tan fuerte como pensabas.
Ejemplos que ayudan a entenderlo mejor
Estas son algunas de las situaciones que suelen considerarse microengaños, aunque recuerda: el peso depende de cómo cada pareja entienda la lealtad y la intimidad.
- Seguir con un perfil en apps de citas. Aunque se diga que “solo está ahí” y no se usa, para muchos es un recordatorio de que la persona no cerró esa puerta.
- Mensajes escondidos. No se trata solo del contenido, sino de la necesidad de ocultar la información a toda costa. Ahí es donde nace la herida.
- Coqueteos en redes sociales. Un comentario aislado quizá no importe, pero cuando se vuelve un intercambio constante, genera incomodidad.
- Compartir demasiada intimidad emocional con otra persona. Cuando los problemas o los pensamientos más profundos se cuentan a alguien de afuera en vez de a la pareja, puede abrirse una grieta.
- Hablar mal de la pareja con terceros. Parece un desahogo, pero poco a poco debilita el vínculo porque crea complicidad afuera y resta dentro.
El común denominador no es la acción aislada, sino el secretismo y la sensación de que algo se oculta o de que se repite, sobre todo si está fuera de los acuerdos de la relación.
Por qué duelen tanto aunque se vean pequeños
Desde fuera podría sonar exagerado molestarsse por un “me gusta” o un mensaje, pero el dolor no viene del gesto en sí, sino de lo que representa. Estos son algunos efectos que suelen aparecer:
1. Golpe a la seguridad personal
La persona afectada empieza a preguntarse si dejó de ser suficiente o si la pareja está buscando algo más en otro lado. Eso desgasta y afecta la autoestima.
2. Mucha ansiedad
Cuando se rompe la confianza, aparecen las dudas todo el tiempo: “¿Con quién habla ahora?”, “¿qué habrá borrado?”. Esa desconfianza consume energía y genera malestar.
3. Distancia en la relación
Cuando alguien deposita más confianza emocional fuera que dentro de la pareja, la intimidad puede enfriarse. Y esa distancia crece de forma casi invisible.
4. Riesgo de que vaya a más
Los microengaños pueden abrir el camino a infidelidades más grandes, porque poco a poco se normaliza el ocultar.
En resumen: no duele el detalle aislado, sino la idea de que tu pareja no está cuidando la conexión que tienen.
¿Se puede recuperar la confianza después de esto?
Aquí no hay recetas exactas porque cada relación es distinta. Lo que para unos puede trabajarse, para otros es una señal de que el vínculo ya no va más. Lo importante es detenerse a observar algunos puntos antes de decidir:
1. Reconocer lo que pasó
Minimizar o restar importancia solo empeora la herida. Si algo dolió, importa, aunque a la otra persona le parezca pequeño.
2. Tomar responsabilidad
Cuando quien lo hizo reconoce el error, muestra arrepentimiento y busca reparar, se abre un camino. Si niega lo ocurrido o se justifica, la confianza difícilmente se recupera.
3. Conversar sobre límites
No hay forma de avanzar sin acuerdos claros. Es necesario hablar sobre qué se considera fidelidad en la relación y qué conductas no son aceptables.
4. Revisar la disposición de ambas partes
Si quienes integran la pareja tienen disposición a hablar, escuchar y cuidar el vínculo, hay terreno para reconstruir. Pero si una parte no quiere o no le interesa, también es válido repensar si tiene sentido seguir.
Para pensar un poco más
Los microengaños casi nunca empiezan con la idea de hacer daño, pero eso no quita que duelan. El problema no es solo el mensaje o el gesto, sino la sensación que deja: “esto lo escondo porque no puedo mostrarlo en la relación”. Y, así, la otra parte se siente traicionada.

Avance Psicólogos
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Centro de Psicología en Madrid
Por eso lo mejor es abrir conversaciones, aunque incomoden. No para controlar cada paso del otro, sino para acordar qué les hace sentir cuidados y qué no. Y si esas conversaciones ya no son posibles, también es válido reconocer que tal vez ese vínculo ya cumplió su ciclo.


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