Es innegable que la llegada de un bebé es uno de los momentos más importantes en una relación de pareja. Los adultos cambian, deben aprender a encontrarse en sus nuevos roles como padres y madres y eso no siempre es fácil. Además, las prioridades también se modifican y todo este proceso requiere de un tiempo de adaptación.
Podemos afirmar que convertirse en madre o padre es una experiencia transformadora que impacta en todas las áreas de la vida de una persona, aunque no siempre de forma positiva. No es extraño escuchar que se producen rupturas o distanciamiento en algunas relaciones de pareja tras la llegada de los hijos. Desgraciadamente, esto también sucede con las relaciones de amistad.
Pero, ¿por qué sucede? Para dar respuesta a esta pregunta hablaremos de los cambios que se dan en una relación de pareja con la llegada de un bebé. También hablaremos de la transformación en las relaciones de amistad y los factores externos que empeoran la situación. Por último, veremos algunas estrategias que pueden ayudarnos a reducir estos conflictos.
Los cambios en la pareja tras la llegada de un hijo
Los cambios que se producen con la llegada de un/a hijo/a, especialmente cuando es el/la primero/a, pueden llegar a suponer todo un reto para las parejas. En esta transición aparecen desafíos emocionales, físicos y también relacionales.
Diversos estudios sugieren que la satisfacción en la relación de pareja puede disminuir considerablemente después del nacimiento del primer hijo. Esto va acompañado de un aumento de los conflictos y la disminución de la comunicación positiva que suele estar muy ligada al agotamiento físico y mental.
Se sugiere que estos efectos negativos se acentúan en los primeros años y el hecho de que persistan o no depende de factores como la calidad de la relación antes del embarazo y la capacidad de cada pareja para adaptarse a la situación y los nuevos roles.
Las investigaciones señalan que el impacto no se relaciona únicamente con la esfera emocional, sino que también afecta a la vida sexual. Habitualmente, las parejas experimentan una reducción de la calidad y cantidad de los encuentros íntimos. La disminución de las relaciones sexuales se relaciona con la recuperación física, el agotamiento así como la falta de tiempo e intimidad. Esto puede llevar a que algunas parejas se sientan más distanciadas.
No obstante, no se pueden olvidar otros factores relevantes como son el reparto desequilibrado de responsabilidades, la diferencia de criterios en cuanto a la crianza y la falta de tiempo para la relación de pareja. En el primer caso, la persona en la que más responsabilidades recaen puede acabar sintiendo resentimiento y rechazo a causa del estrés y la sobrecarga. En el segundo, pueden darse conflictos de forma frecuente debido a las discrepancias.
La transformación de las amistades
Aunque quizá es un tema del que se habla menos a nivel social, son muchas las relaciones de amistad que se rompen o deterioran con la llegada de bebés. Las investigaciones señalan que un número elevado de parejas experimentan aislamiento social. Esto supone un gran duelo para muchas madres y padres, así como también puede serlo para la otra parte implicada.
Tal y como comentábamos anteriormente, las prioridades cambian al tener hijos/as. En este sentido, también se da un cambio en las preocupaciones que puede generar distancia a la hora de entablar conversación con amigos no padres. Además, el tiempo libre del que se dispone es significativamente menor y la suma de todos los factores puede hacer que disminuya o se reduzca considerablemente el contacto con las amistades.
Puesto que el estilo de vida cambia de forma radical, puede darse un distanciamiento debido a que aquellas actividades que anteriormente se compartían (salir de fiesta, hacer planes de forma espontánea, etc.) ahora ya no pueden darse o, al menos, no de la misma manera. Esto puede contribuir al sentimiento de desconexión por ambas partes.
En algunos casos, los nuevos padres pueden encontrarse con amistades que no quieran adaptarse a los cambios que la nueva realidad requiere y esto les lleva a sentirse aislados y solos. Según las investigaciones, las parejas con relaciones más satisfactorias antes de la llegada del bebé tienden a mantener un mejor contacto y las parejas con relaciones más conflictivas suelen verse afectadas por la falta de apoyo.
Por último, también es importante tener en cuenta que las amistades que no han sido padres o madres pueden sentirse desplazadas o desatendidas ante todos estos cambios de prioridades, disponibilidad, horarios e intereses. Este hecho genera, sin duda, un intenso malestar que puede generar frustración y conflictos en ambas partes.
Factores externos que agravan la situación
Lamentablemente, podemos encontrar diversos factores que empeoran las tensiones y el malestar tras la llegada de un bebé. El principal suele ser la falta de apoyo familiar y social. Cuando no se dispone de una red de apoyo a nivel familiar y/o social y, como consecuencia, el peso de la crianza recae únicamente sobre los padres incrementan los niveles de estrés y ansiedad.
Por otro lado, aspectos como la escasez de recursos económicos, las tensiones laborales y la presión social son factores que, sin duda, empeoran la tensión e incrementan tanto el malestar como la probabilidad de conflictos. La tensión que estas situaciones generan pueden llevar a la disminución o el empeoramiento de l comunicación y afectar tanto a la convivencia como a la relación de pareja.
Estrategias para minimizar estos conflictos
No se puede negar que las parejas que están transitando la transformación que supone la paternidad y la maternidad se enfrentan a un gran número de desafíos en los diferentes aspectos de la vida. Es necesario tener en cuenta que si el malestar es muy intenso y se siente que no tienen recursos para hacerle frente, es conveniente pedir ayuda profesional.
Es importante comprender que los conflictos no tienen por qué ser algo negativo, sino que pueden verse como una oportunidad para crecer tanto a nivel individual como a nivel de pareja y familia. No obstante, también es cierto que muchos de esos problemas se deben al agotamiento, la presión y la falta de apoyo y es difícil sobrellevarlos.
Algunas estrategias que pueden ayudar a reducir los conflictos y mantener relaciones saludables son:
- Comunicarse de forma abierta, respetuosa, efectiva y, en definitiva, asertiva.
- Repartir las responsabilidades y establecer roles claros.
- Revisar las expectativas y trabajarlas para que sean lo más realistas posible.
- Fomentar el apoyo social. Participar en grupos de crianza, buscar ayuda en el entorno si es posible y, si no, profesional.
- Dedicar tiempo de calidad para cuidar la relación de pareja.
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