¿Qué es la dependencia emocional y cómo se expresa?

Una reflexión sobre la dependencia emocional y su vínculo con el apego en las relaciones.

Qué es la dependencia emocional y cómo se expresa

En primer lugar, para entender lo que es la dependencia emocional tenemos que hablar de dependencia a secas. Y cuando hablamos de dependencia hablamos de apego.

El apego no es solo una teoría psicológica. Desde Vínculo Psicología entendemos el apego como una forma de vida y una forma de entender las relaciones y los vínculos. El apego no sólo está en la psicología, está en nuestras vidas constantemente.

Las características del apego

¿Qué es el apego? Apego es sinónimo de dependencia, apegarse, estar en contacto con los otros para sobrevivir. Desde que somos chiquititos, y es lo que tenemos en común con los animales (entre otras cosas), tenemos como necesidad básica el sentirnos seguros, protegidos…

Esta necesidad es sana, básica, universal y no podemos negárnosla. Depender de otros es esencial en determinados momentos de nuestra vida, sobre todo cuando somos niños.

¿Qué ocurre cuando nuestros cuidadores primarios (padres, abuelos…) no pueden proveernos de estas necesidades básicas, o no lo hacen de forma consistente? Que podemos desarrollar un estilo de apego inseguro. Es decir, no aprendemos a depender sanamente de nuestros progenitores.

Esa falta de seguridad nos llevará a relaciones inestables cuando somos adultos. Relaciones que viviremos con mucha angustia pero de las que no seremos capaces de salir. Las necesitaremos a toda costa.

La necesidad constante de estar vinculado a alguien, sin ser capaces de autorregularnos solos, y de vivir solos cuando así lo necesitemos, es lo que denominamos dependencia emocional. Es como una adicción, pero a las personas.

¿Qué factores generan dependencia emocional?

Como ya hemos señalado, un estilo de apego inseguro es el que lleva a la dependencia emocional. A continuación veremos un ejemplo de ello.

Una niña crece en una familia tradicional. Esta niña se llama Clara. Tiene 2 hermanos. Su madre no tiene tiempo de repartirse entre los 3 hermanos y además no tiene claro cómo sintonizar emocionalmente con su hija. Su hija a veces se siente triste, porque juega sola, y mamá siempre está o trabajando o haciendo la comida para ella y sus hermanos.

Esta madre, a su vez, viene de otra madre (la abuela de la niña) muy poco cariñosa. Por tanto, no aprendió a recibir afecto, así que no le da muchos abrazos y besos a su hija. Además, su padre está todo el tiempo fuera de casa, por tanto, la niña se siente cada vez más sola. El padre siempre trae una golosina a casa para compensar esa ausencia, y la niña se pone muy feliz. Esta niña, de adulta, habrá internalizado un miedo a estar sola muy grande, porque es así como se sentía en casa y nadie podía sostenerlo.

Además, la explicación que dio esta niña a esto es que se merecía estar sola, porque su madre era un poco fría y distante y esto tenía que ser porque ella tenía algo malo dentro de ella, no merecía amor. Una niña prefiere contarse mil veces que es mala y no enfadarse con su madre porque no es cariñosa y romper ese vínculo. Recordemos que cuando somos pequeños solo pensamos en sobrevivir y en mantener los vínculos a toda costa, desconectándonos de emociones que ponen en peligro ese vínculo, como el enfado, el miedo, la tristeza por sentirme sola…

¿Qué tipo de vínculos mantendrá esta adulta en el futuro y cómo?

  • Hombres distantes, fríos y que valoran mucho la parte material, como su padre
  • Hombres aparentemente independientes, fuertes, poco vulnerables, pero a la vez cuidadores, tal vez hombres más mayores que ella. La niña necesita una seguridad, y aparentemente este estilo de hombre se la puede dar.
  • Se relacionará en los vínculos desde el miedo al abandono, a que el otro se vaya, le dejen sola, etc. Esto provocará conductas de dependencia emocional: control, angustia ante la mínima señal de distancia (como no dar un mensaje de buenos días), necesidad de ser valorada constantemente, etc.
Dependencia emocional en la pareja

El problema de Clara es que se sigue fijando en hombres fríos, distantes emocionalmente, que van de fuertes y de duros. Cree que estos hombres van a “transformarse” y darle todo ese amor y reconocimiento que no obtuvo de sus padres. Y seguirá contándose que los hombres no le dan ese amor porque hay algo malo dentro de ella y no merece amor. Porque al final, esos hombres siempre acaban dejándola sola. Clara está eligiendo repetir su historia inconscientemente en un intento de solución de la misma. Paradójico a la vez que fascinante, ¿verdad?

Así que vemos que Clara está proyectando su historia familiar en su pareja. Clara cree que se enamora de estos hombres. Pero solo se enamora de lo que siempre le faltó: seguridad, reconocimiento, amor incondicional, cariño… Porque cuando hablamos de amor, hablamos de apego, no de este mito romántico erróneo que la sociedad nos ha contado.

Por tanto, la necesidad infantil no cubierta de Clara le hace permanecer en vínculos que no terminan de llenarla para que la historia cambie. Historia que no pudo cambiar en la infancia porque priorizó la vinculación a ella misma. Y eso está bien, cómo hacemos todos los niños. Porque solos no podemos sobrevivir. Tenemos que hacerlo en manada, como los animales.

¿Pero y cuando somos adultos? ¿Por qué no soltamos esa relación? Precisamente, y tomando el ejemplo anterior como referencia, por esto. Porque pensamos que no somos suficientes y que no encontraremos a alguien mejor, porque nos aterra la soledad como lo hacía en la infancia, porque seguimos esperando que esa pareja (que en el fondo son los conflictos de nuestros padres) cambie y nos de aquello que debió pertenecernos...

La pareja solo es un reflejo del conflicto primero que apareció en nuestra infancia. Y esto es la dependencia emocional. Es una jaula. Es una prisión. Es un muro de hormigón. Un muro con el que luchamos intentando cambiar y moldear a nuestro antojo. Intentamos cambiar a nuestras parejas y eso solo nos hace daño, quedándonos destruidos y destruidas.

La dependencia emocional son necesidades infantiles vinculares no cubiertas de una forma adecuada.

¿Cómo sé que tengo dependencia emocional?

Primeramente, reconociendo y aceptando que tenemos dependencia emocional. Puede ocurrir sobre todo en relaciones de pareja, pero también con nuestros padres y amigos.

¿Te sientes no valorado en tu relación? ¿Sientes que te gustaría cambiar a la otra persona? ¿Tienes momentos de enfado muy intenso, desesperanza o tristeza…? ¿Sientes a la vez que la otra persona lo es todo y que si te dejara te morirías? ¿Te sientes no valorada en la relación? ¿Tiendes a escoger a hombres narcisistas, egoístas, fríos, distantes, inmaduros, o demasiado protectores? ¿Has sentido la ausencia de tus padres o por el contrario un vínculo muy fusional con alguno de ellos? ¿Has dejado y vuelto a tu relación varias veces? ¿Sufres de emociones muy intensas en tu relación como si estuvieses en una montaña rusa (ansiedad, vacío, pensamientos obsesivos, idealización y odio hacia la pareja…)? ¿Sientes desconfianza hacia tu pareja? ¿Desearías cambiar a tu pareja? ¿Has sufrido algún tipo de maltrato ya sea físico o psicológico?

Estas son algunas de las preguntas que puedes hacerte para ver si tienes o no dependencia emocional.

¿Cómo sanar la dependencia emocional?

La dependencia emocional, como hemos visto, es un problema de apego. Es un trastorno del vínculo. Por tanto, ha de sanarse con una persona que tenga un estilo de apego seguro. El vínculo saludable con un terapeuta que genere seguridad, autonomía e independencia es el mejor tratamiento psicológico.

La dependencia emocional va ligada al vínculo, y, por tanto, a los traumas de apego y/o ocultos que describíamos en un artículo similar.

Así que una buena forma de sanarla es yendo a su raíz, a nuestra infancia. Para ello, examinaremos las primeras relaciones vinculares con los padres, dinámicas, transacciones, gestión emocional, tiempos de espacio y juego con el niño, etc.

Posteriormente, se trabajará sobre los recuerdos que dieron origen a esa dependencia emocional. En el caso que poníamos de ejemplo sanaríamos los recuerdos que tienen que ver con el sentimiento de soledad de esa niña. Una vez que transitamos ese duelo, lo cerramos. Si no hay miedo a la soledad, tampoco habrá necesidad de elegir a una pareja desde ese vacío, y tampoco de quedarnos en relaciones que no nos convienen. Elegiremos a una pareja desde nuestros valores, necesidades, proyectos en común, piel, etc.

También trabajaremos en las relaciones que mantenemos actualmente: en cómo poner límites, herramientas para ser más autónomos, para valorarnos más, etc.

No podemos dejar de pensar que cada persona tiene su historia y es diferente, por eso hay que revisarla en terapia. La historia de Clara es una de tantas.

Pero también podríamos encontrar la historia de Mateo, el cual vivió siempre por y para una madre que había perdido a su marido desde que él tenía 6 años… Así que se convirtió en una especie de pareja para su madre. Actualmente tiene una mujer que es como su madre, mayor, directiva, que le dice lo que tiene que hacer, etc. Pero ni él, ni ella (cuyo rol en la infancia fue una cuidadora de sus hermanos siendo una niña adultizada), disfrutan de una relación de pareja. Parece una relación de madre e hijo...

Y, no solo esto, si no que Mateo ha conseguido por fin esta pareja, después de años sin haber estado con ninguna chica, porque para él lo esencial era su madre, y a su madre no le caían bien ninguna de sus novias…

¿Cuál es tu historia? ¿Quieres salir de la dependencia emocional para siempre? Vincúlate sanamente y con cariño conmigo y con Vínculo Psicología. Te esperamos.

Isaac Díaz es Director de Confía Psicología, así como Psicólogo General Sanitario con formación complementaria de Máster de Especialista en Psicoterapia Integradora y Doctorado en Trauma y Suicidio. Especializado en las áreas de apego, trauma, disociación, dependencia emocional y pensamientos obsesivos.

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