Originariamente, los términos “obsesión” y “compulsión” se definían en latín como «verse cercado, asediado, bloqueado» y «verse forzado a hacer algo que no quiere», respectivamente.
De manera más actual, la descripción que en psicología se aplica sobre la personalidad obsesiva hace referencia a una forma de ser centrada en el perfeccionismo y la rigidez en el razonamiento cognitivo de la que el individuo no puede escapar; así como de un funcionamiento basado en el orden extremo, las dudas frecuentes y una significativa lentitud en la realización de cualquier tarea (Rojas, 2001).
Tras los hallazgos que la psicología conductual y la psicología cognitiva han podido realizar en las últimas décadas en el ámbito experimental, los individuos obsesivo-compulsivos parecen presentar los siguientes rasgos comunes: una gran interferencia ansiosa que les dificulta concluir una acción ya iniciada y un tipo de distorsión a nivel cognitivo basado en pensamientos de tipo dicotómico (a partir del cual categorizan las ideas de forma absolutista, extremista y sin matices, del “todo o nada”).
Este funcionamiento les lleva a disponer de una escasa tolerancia a asumir los errores propios y ajenos, así como a generarse un gran volumen de obligaciones y normas estrictas sobre cómo deberían ser las cosas (y las personas que les rodean) en general. Pero esto es solo una muestra de hasta qué punto la personalidad obsesivo-compulsiva tiene sus propias características. Veamos cuáles son.
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La naturaleza de la personalidad obsesivo-compulsiva
Las personalidades obsesivo-compulsivas suelen orientar el foco de su atención a áreas de interés muy específicas y delimitadas, mostrando escasa habilidad de pensamiento creativo y severas dificultades en desenvolverse en situaciones poco estructuradas, como por ejemplo las de índole social. Se caracterizan por presentar elevados temores a equivocarse o a no saber actuar, por lo que muestran un gran interés y relevancia hacia los detalles insignificantes.
El DSM-V (APA, 2014) define el trastorno de personalidad obsesivo-compulsivo como un patrón dominante de preocupación por el oren, de perfeccionismo y de control mental, a expensas de la flexibilidad, la franqueza y la eficiencia, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y está presente en diversos contextos personales. Dicho perfil se caracteriza por la presencia de al menos cuatro de los siguientes aspectos:
- Preocupación por los detalles, el orden o listas.
- Perfeccionismo que impide la finalización de tareas.
- Dedicación excesiva al trabajo o a la realización de tareas en detrimento de la dedicación al tiempo de ocio y relaciones interpersonales.
- Funcionamiento general escrupuloso, consciente e inflexible en exceso en valores éticos y morales.
- Dificultad para deshacerse de objetos inútiles.
- Poco dispuesto a delegar.
- Avaro hacia sí mismo y hacia los demás.
- Funcionamiento rígido y obstinado.
Desarrollo de la conducta obsesivo-compulsiva
El origen causal de la personalidad obsesivo-compulsiva también parece explicarse, como en gran parte de los constructos en el ámbito de la psicología, por la interacción entre el componente hereditario y la naturaleza del ambiente donde se desarrolla el individuo.
Así, muchos estudios corroboran como la presencia de cierta carga hereditaria en el sujeto es la que lo predispone a esta forma de ser determinada, a la que se le suma el factor ambiental, la cual se encuentra definida sobretodo por contextos altamente rígidos y normativos. Más concretamente, las investigaciones realizadas con muestras de sujetos de gemelos homocigóticos y dicigóticos indican un porcentaje significativamente mayor de sintomatología obsesivo-compulsiva en el primer grupo, con un 57 y un 22% respectivamente (van Grootheest et al., 2005).
Por otra parte, en un estudio de metanálisis de 2011, Taylor y su equipo hallaron que entre el 37 y el 41% de la varianza de sintomatología obsesivo-compulsiva era explicada por factores hereditarios aditivos, mientras que las variables ambientales no compartidas explicarían el 50-52% de la varianza. Así, la hipótesis etiológica sugiere que es la interacción de ambos factores lo que causa este tipo de manifestaciones psicopatógicas.
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El modelo de Salkovskis
Uno de los autores que más aportaciones ha realizado al estudio y naturaleza del constructo de la obsesión-compulsión es Paul Salkovskis, quien propuso uno de los modelos explicativos de referencia sobre el origen y mantenimiento de TOC en 1985, el cual ha sido reformulado y completado a partir de investigaciones más recientes.
Tal modelo expone de forma clara como la interacción entre la exposición a experiencias ambientales tempranas aumentan la predisposición interna del individuo a desarrollar este tipo de perfil personal. Así, el individuo va generando un sistema de pensamiento y de creencias globales e internas sobre el sentido de la responsabilidad personal y los valores morales, y una elevada activación de la atención hacia estímulos potencialmente aversivos, principalmente.
Estas creencias son finalmente exteriorizadas en forma de ideas obsesivas debido a la presencia de estímulos externos disparadores, tanto de carácter interno (como por ejemplo los recuerdos) como también externos (por ejemplo, escuchar una noticia en la radio).
Dicha combinación de elementos dan lugar a la puesta en marcha de dos nuevos fenómenos: en primer lugar, un incremento de la atención ante tal estímulo disparador y de la frecuencia de ejecución de acciones conductuales para aliviar la preocupación y el malestar generados por la idea obsesiva (como los rituales compulsivos o las conductas de evitación y/o reaseguramiento) y, en segundo lugar, una retroalimentación de la interpretación y del razonamiento cognitivo distorsionado por el cual se otorga una relevancia muy elevada a tales ideas obsesivas.
Finalmente, todo ello deriva en un aumento de malestar emocional, culpa, irritación, ansiedad, preocupación o tristeza. Esa consecuencia servirá de base para reforzar el sistema de creencias inicial y potenciar aún más la activación atencional del sujeto, provocando una mayor ocurrencia de ideas obsesivas futuras ante la aparición de un nuevo estímulo disparador. En definitiva, la persona se encuentra atrapada en un círculo desadaptativo donde, lejos de alejar el malestar, consigue alimentarlo y acrecentarlo por el valor de veracidad que la persona otorga a la obsesión y también a la compulsión como fenómeno aliviador del malestar.
Déficits cognoscitivos
Algunos estudios como el metanálisis de Shin en 2014 han observado una serie de déficits en los procesos cognitivos en personas con funcionamiento obsesivo-compulsivo, sobre todo en la capacidad de memoria visoespacial ante tareas o estímulos complejos, en las funciones ejecutivas, en la memoria verbal o en la fluencia verbal.
A partir de estos hallazgos se ha concluido que las personas con perfil TOC muestran significativas dificultades en la organización e integración de la información recibida a partir de las propias experiencias. Es decir que parece que el sujeto presenta una “falta de confianza” en su memoria, la cual es causa y consecuencia de la ejecución de las comprobaciones de forma repetitiva.
Salkovskis et al. (2016) corroboran lo defendido por el autor anterior, añadiendo en un estudio reciente que también se les puede atribuir una falta de confianza en el resultado de sus decisiones, lo cual motiva la comprobación, lo cual se encuentra unido a un déficit en la memoria explicita para recordar los estímulos amenazantes.
Factores que contribuyen a su desarrollo
En Rojas (2001) se exponen una serie de elementos que van incorporándose durante el desarrollo de la personalidad obsesivo-compulsiva en el individuo, motivando en este la adquisición de tal perfil cognitivo y comportamental de manera global y permanente:
1. Un ambiente de desarrollo infantil rígido con muchas normas inflexibles
Estos pueden provocar el aprendizaje de una conducta meticulosa en exceso y de un sistema de creencias dogmático sobre la responsabilidad, una dinámica de frecuente preocupación ante experiencias potenciales de peligro o daño y una gran implicación en la interpretación negativa que se les otorga a los pensamientos intrusivos en general.
2. Un temperamento tendiente a la introversión con poca habilidad comunicativa y significativa capacidad rumiativa
Ello les hace desarrollar patrones conductuales poco interactivos y tendientes al aislamiento social.
3. Una afectividad restringida y limitada
Presentan la creencia de necesitar controlar y cuidar en demasía la forma de relacionarse con el entorno, siendo estas interacciones poco naturales y espontáneas. Entienden las relaciones interpersonales de manera jerárquica, conceptualizándolas en categorías de inferioridad o superioridad, en lugar de verlas como simétricas o de igualdad.
4. El pensamiento obsesivo del individuo motiva la conducta obsesiva
Las ideas obsesivas ilógicas, absurdas, irracionales son centrales, pese a que la persona intenta sin éxito luchar contra ellas, puesto que es capaz de advertir el sin sentido que comportan. Dichos pensamientos se caracterizan por ser frecuentes, intensos, duraderos y perturbadores y generan un gran malestar emocional.
5. Un locus de control externo e inestable
A partir de este la persona concluye que sus propias acciones no tienen ninguna implicación en los eventos ocurridos, siendo estos resultado del azar, de las decisiones ajenas o del destino. Así, la superstición deviene el método de interpretación de las señales situacionales a las que el individuo se ve expuesto, llevándole a realizar un ritual comportamental (la compulsión) que le sirva de alivio ante tal malestar ansiógeno.
Por ello, se encuentran en constante búsqueda de dichas señales anticipatorias que lo mantienen en tensión, alerta e hipervigilancia con el objetivo de “prepararse” para lo que pueda sucederle.
Todo ello provoca un aumento y retroalimentación de la ansiedad, la cual deviene el fenómeno subyacente a este tipo de perfil de personalidad. Finalmente, en constante imaginación de potenciales situaciones temibles, peligrosas o dañinas, la tolerancia a la incertidumbre que presentan es sumamente escasa.
Referencias bibliográficas:
- American Psychiatric Association., Kupfer, D. J., Regier, D. A., Arango López, C., Ayuso-Mateos, J. L., Vieta Pascual, E., & Bagney Lifante, A. (2014). DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (5a ed.). Madrid [etc.]: Editorial Médica Panamericana.
- Bados, A. (2015). Trastorno Obsesivo Compulsivo: naturaleza, evaluación y tratamiento. En Dipòsit Digital de la Universitat de Barcelona. http://hdl.handle.net/2445/65644.
- Rojas, E. (2001). ¿Quién eres? De la personalidad a la autoestima (4a ed.). España: Temas de Hoy.