Muchas veces, en el lenguaje cotidiano, se confunden los términos de “manía” y “obsesión”; así, usamos estos conceptos indistintamente, cuando en realidad, son conceptos diferentes.
En este artículo conoceremos las 6 diferencias entre la manía y la obsesión, haciendo referencia a 6 criterios o parámetros que nos permiten distinguirlos. Primero, pero, explicaremos en qué consiste cada uno de estos conceptos, mencionando algunos ejemplos.
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¿Qué son la manía y la obsesión?
Antes de conocer las seis diferencias entre la manía y la obsesión, vamos a conocer el significado (o significados) de cada uno de estos conceptos a continuación.
1. Manía
Cabe aclarar que la manía, a su vez, puede tomar dos significados diferentes: por un lado, encontramos la manía propia de un trastorno bipolar, que consiste en una alteración del estado de ánimo, que se vuelve expansivo y eufórico (episodios maníacos). Este significado de manía es más grave que el siguiente.
Por el otro lado, el concepto de manía también alude a pequeños comportamientos que mantenemos las personas a modo de ritual o por razones supersticiosas: por ejemplo, dormir con una pequeña luz encendida, cerrar las puertas con la mano derecha, limpiar los jarrones de la misma forma, etc.
Es decir, son una especie de rituales que las personas tenemos, maneras particulares de hacer las cosas, que implican que siempre las hagamos de la misma forma (son ideas o comportamientos “rígidos”).
En este artículo haremos referencia al segundo significado de la manía que hemos explicado. Antes de explicar las seis diferencias entre la manía y la obsesión, pero, vamos a ver qué es una obsesión.
2. Obsesión
Las obsesiones son características del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), y consisten en pensamientos, imágenes o impulsos recurrentes y persistentes, que son vividos por la persona como intrusivos e inapropiados. Además, generan una elevada ansiedad o malestar.
Es decir, se trata de pensamientos a los que les damos vueltas de forma compulsiva, ideas que nos vienen a la cabeza y que no podemos evitar pensar. Aparecen en la mente de las personas de forma permanente y fija (irrumpen en ella), y la persona se puede sentir dominada por ellas. Son muy difíciles de controlar o de frenar.
Ejemplos de obsesiones propias del TOC son: pensar que las manos siempre están sucias (y consecuentemente lavárselas cada “X” minutos; esto sería la compulsión), pensar que no se ha cerrado bien la puerta antes de salir, pensar que no se ha apagado el gas antes de salir, pensar que si no se hace “X” acción, algo malo ocurrirá, etc.
Cabe mencionar que las obsesiones también pueden aparecer fuera de un Trastorno Obsesivo Compulsivo, en personas “sanas” (sin patología mental), aunque las características de las mismas pueden variar ligeramente. Así, una obsesión también podría ser una persona (pensar en ella de forma compulsiva), o una idea en relación a esa persona, por ejemplo.
Las diferencias entre la manía y la obsesión
Vamos a ver las diferencias entre la manía y la obsesión, aludiendo a diferentes parámetros o criterios.
1. Grado de intrusión
El grado de intrusión hace referencia a la capacidad que tiene algo de interferir en nuestra mente o en nuestro funcionamiento diario. En este caso, una obsesión es mucho más intrusiva que una manía, ya que nos puede llegar a condicionar aspectos importantes del día a día, y además, irrumpe en nuestra conciencia de forma más intensa que una manía.
Esto se aprecia, además, porque las obsesiones generalmente (aunque no siempre) forman parte de un trastorno mental que en muchas ocasiones puede ser grave: el TOC. Las manías, en cambio, aparecen más típicamente en personas sin trastorno mental, es decir, en la población general.
2. Frecuencia de aparición en la población
El segundo parámetro para explicar las diferencias entre la manía y la obsesión es su frecuencia de aparición en la población.
Así, las obsesiones son menos frecuentes que las manías, si tenemos en cuenta que casi todas las personas tienen alguna(s) manía(s). Las obsesiones, por su parte, aparecen en la gran mayoría de casos de TOC (es necesario que aparezcan obsesiones y/o compulsiones para poder diagnosticar un TOC); fuera de él también aparecen, pero en comparación a las manías, no tanto, ya que son más graves.
3. Gravedad
Otro criterio que diferencia a la manía de la obsesión, muy en relación al primero que comentábamos (grado de intrusión) hace referencia a la gravedad. Así, las obsesiones son más graves, porque generan un malestar o una ansiedad importantes.
Además, la gran mayoría de las obsesiones conllevan para la persona la necesidad de aplicar una compulsión (acción que reduce la ansiedad originada por la obsesión), que de no realizarse, aumenta la ansiedad del paciente; este aspecto le otorga un mayor grado de gravedad a la obsesión.
En cambio, las manías, aunque pueden generar cierto desasosiego o sensación de malestar si no se realizan, no suelen causar tanta ansiedad. Por otro lado, es más fácil que las personas incorporen las manías como “parte de su personalidad” o de su “manera de ser”, que las obsesiones.
4. Población que las padece
Como ya hemos mencionado en alguna ocasión, las manías aparecen tanto en la población general (sin trastorno mental) como en la población clínica (en el contexto de algún trastorno mental) (seguramente en esta segunda población adquieren mayor gravedad).
Sin embargo, la mayoría de las manías aparece en el primer grupo (población general); así, seguramente todos conozcamos a amigos, familiares (o incluso uno mismo) con ciertas manías.
Las obsesiones, en cambio, aunque también pueden aparecer en población clínica o general, es más frecuente que aparezcan en población clínica (en el contexto de un TOC o de otro trastorno, como por ejemplo una esquizofrenia o un trastorno de personalidad paranoide).
5. Origen
Más diferencias entre la manía y la obsesión las encontramos en su origen o causa. De esta forma, las obsesiones aparecen, generalmente, como consecuencia de padecer un TOC (es el trastorno por excelencia donde aparecen). No se sabe muy bien el origen del TOC, pero sí se conoce que los estados estresantes o ansiosos exacerban los síntomas del mismo (y por lo tanto acentúan las obsesiones).
Las manías también se asocian a estados de ansiedad o a estados emocionales elevados. Por otro lado, también pueden aparecer porque se está experimentando un proceso de cambio interno. Es decir, que el origen de manías y obsesiones suele ser similar, aunque con los matices correspondientes.
6. Frecuencia de aparición de los síntomas
Mientras que la obsesión suele ser de carácter permanente (es decir, no desaparece hasta que se realiza la compulsión o, en el caso de obsesiones sin compulsión, suelen permanecer), la manía tiende a ser intermitente.
Es decir, ésta última suele aparecer y desaparecer “sin más”, sin necesidad de realizar una acción compensatoria como sería la compulsión.
Referencias bibliográficas:
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American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
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Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (2010). Manual de Psicopatología. Volumen I y II. Madrid: McGraw-Hill.
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Triglia, Adrián; Regader, Bertrand; García-Allen, Jonathan (2016). Psicológicamente hablando. Paidós.