Tipos de antipsicóticos (o neurolépticos) y sus características

Los neurolépticos utilizados contra los trastornos psicóticos pueden ser clasificados.

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Existe una gran diversidad de teorías e hipótesis sobre los trastornos psicóticos, sus causas y la manera de tratarlos. Estos trastornos suponen un gran perjuicio a aquellos que los sufren, y producen una fuerte angustia tanto para la propia persona como para las que la rodean. Interfieren en las capacidades cognitivas, las relaciones sociales y en la esfera emocional, alterando el contacto con la realidad. Siendo trastornos que limitan el funcionamiento normativo del ser humano, se hace imprescindible su tratamiento.

En base a la investigación llevada a cabo, desde una vertiente de los psicofármacos se han desarrollado varias sustancias y principios activos que pueden ayudar a tratar este tipo de problemas. Se trata de los diferentes tipos de antipsicóticos o neurolépticos.

Los trastornos psicóticos

Para la mayor parte de las personas la palabra esquizofrenia no es algo desconocido. Hace referencia a uno de los principales y más conocidos trastornos psicóticos, un grupo de trastornos caracterizados por la presencia de percepciones, ideas y comportamientos alejados de lo normativo, normalmente con cierta pérdida del contacto con la realidad.

Este tipo de trastornos suelen comportar dos tipos de síntomas: los positivos, que provocan o añaden algo al comportamiento, percepción o flujo de pensamiento habitual, y los negativos como aquellos síntomas que aplanan y producen un déficit en el estado psicosocioemocional del que lo sufre.

Los ejemplos más típicos y conocidos de los síntomas de los trastornos psicóticos son la presencia de percepciones anormales o alucinaciones y la de sistemas de creencias más o menos estructuradas, los denominados como delirios. Si bien los síntomas negativos son menos visibles, destacan la pérdida de lógica y coherencia en el pensamiento, la pobreza en el lenguaje y la pobreza de pensamiento o alogia.

Centrémonos ahora en una de las formas de tratamiento, la farmacológica, repasando las diferentes sustancias que se emplean ante la presencia de síntomas psicóticos.

Mecanismo de acción de los neurolépticos

Los fármacos dedicados a combatir los síntomas de los trastornos psicóticos reciben el nombre de antipsicóticos o neurolépticos. Antiguamente conocidos como tranquilizantes mayores, este tipo de fármaco combate con gran éxito los síntomas típicos, especialmente los de tipo positivo.

Este tipo de psicofármaco se centra principalmente en el neurotransmisor conocido como dopamina, debido al elevado nivel de relación hallado entre esta hormona y los síntomas psicóticos.

Concretamente se ha contemplado que un exceso de dopamina en la vía mesolímbica causa la presencia de sintomatología positiva como alucinaciones y delirios, mientras que un déficit dopaminérgico a nivel mesocortical es la causa más probable de sintomatología negativa como la pobreza de pensamiento y la alogia. Es por esto que el mecanismo de acción de los fármacos que tratan estas problemáticas se va a centrar en trabajar con la dopamina a nivel de su síntesis, recaptación y transmisión. Sin embargo, entre los diferentes tipos de antipsicóticos existen diferencias y matices en el modo en el que trabajan, tal y como veremos.

Además de en el tratamiento de los trastornos psicóticos, algunos neurolépticos se han empleado ante otro tipo de problemas, como algunos trastornos motores, afectivos o de personalidad (por ejemplo en el caso del trastorno límite).

Tipos de antipsicóticos

Tradicionalmente, los antipsicóticos o neurolépticos se han clasificado en dos grandes grupos, los neurolépticos clásicos o típicos y los atípicos.

1. Antipsicóticos clásicos o típicos

Descubiertos por casualidad en la década de los cincuenta, los antipsicóticos típicos son aquellos con los que se inició el tratamiento farmacológico de los trastornos psicóticos. Este tipo de medicamentos ejercen su actuación al bloquear los receptores de dopamina D2 de la vía mesolímbica, reduciendo el exceso de esta hormona en el sistema y provocando el cese de la sintomatología positiva.

Dentro de este grupo de antipsicóticos encontramos algunos tan conocidos como el haloperidol, la clorpromazina o la levomepromazina, junto con otros como la pimozida, el zuclopentixol o la flufenazina. Se pueden administrar tanto de forma directa como en presentación depot, en la que se inyecta dentro del músculo la sustancia en forma cristalizada de manera que se va liberando lentamente a través del tiempo (en los casos en que hay poca voluntad de medicarse o poco control del seguimiento del tratamiento).

Sin embargo, a pesar de su gran utilidad, los neurolépticos típicos son inespecíficos, con lo que el bloqueo de los receptores dopaminérgicos no se da únicamente en la vía mesolímbica. Esto provoca que se alteren otras vías que también dependen de la dopamina, afectando también a la vía mesocortical, desde la que al parecer surge la sintomatología negativa debido a un déficit de dopamina. Debido a que los neurolépticos clásicos actúan bloqueando su captación, los antipsicóticos típicos no tienen prácticamente efectos en los síntomas negativos, pudiendo incluso empeorarlos.

Los efectos adversos

Además de esto, otras vías como la nigroestriada y la tuberoinfundibular, que en los trastornos psicóticos no tienen por qué estar alteradas de por sí, también ven inhibida la captación de dopamina, con lo que pueden surgir efectos adversos en forma de trastornos del movimiento como la acatisia, el síndrome parkinsoniano y la discinesia, o de alteraciones sexuales como la amenorrea o la ginecomastia. Estos síntomas no son únicamente molestos, sino que se puede provocar el síndrome neuroléptico maligno, que podría llevar al paciente a la muerte. Por ello es necesario pautar cuidadosamente el consumo de estos fármacos, siguiendo las prescripciones de los profesionales y pudiéndose cambiar el antipsicótico con el fin disminuir las molestias y efectos adversos.

Es por este motivo por el que la investigación posterior se centró en investigar y elaborar otros antipsicóticos que tuvieran un efecto positivo en los síntomas negativos y no produjeran tantos efectos secundarios. Esto no quiere decir que los antipsicóticos típicos hayan dejado de usarse, dado que son muy efectivos y los síntomas adversos pueden controlarse con otra medicación (antiparkinsonianos para el caso de los problemas motores, por ejemplo).

2. Antipsicóticos atípicos

Teniendo en cuenta el poco efecto de los antipsicóticos convencionales sobre los síntomas negativos y el elevado número de efectos secundarios indeseados que comportan, la investigación posterior a ellos ha intentado crear nuevas sustancias que suplan las deficiencias de este tipo de neurolépticos, creando fármacos más seguros y eficaces. Estos fármacos más seguros han sido catalogados como antipsicóticos o neurolépticos atípicos.

Dentro de los antipsicóticos atípicos encontramos sustancias de diversas familias y composiciones, con lo que según cúal se emplee tendrá un mayor o menor efecto sobre diversas problemáticas. Los principales fármacos que entran dentro de esta categoría son la clozapina, la olanzapina, la risperidona, la sulpirida, la quetiapina y la ziprasidona.

Diferencias con respecto a los neurolépticos clásicos

Al igual que con los convencionales, los antipsicóticos atípicos funcionan bloqueando los receptores D2 de dopamina, con lo que en la vía mesolímbica tendrían un efecto inhibidor de este neurotransmisor, lo cual provoca el cese de síntomas positivos. Sin embargo, además de ésto los antipsicóticos atípicos tienen un efecto sobre la serotonina, produciendo también un efecto antagonista respecto a esta.

Es necesario tener en cuenta que la serotonina actúa de inhibidor de la liberación de dopamina. Por ello, el efecto que los antipsicóticos atípicos provocan en las vías tuberoinfundibular y nigroestriada (que se verían afectadas por un neuroléptico convencional) genera una interacción entre dopamina y serotonina que dejaría el nivel de dopamina igual o cercano al que sería normal. Dicho de otro modo, se reduce en gran medida la presencia de posibles efectos adversos.

Sin embargo, dado que en la corteza cerebral hay más receptores de serotonina que de dopamina el hecho de inhibir la serotonina provoca un aumento en la liberación de dopamina al dejar ésta de frenar su liberación. Es decir que a pesar de que parte de su funcionamiento bloquea la liberación de dopamina, el hecho de que se inhiba un inhibidor de su liberación que está mucho más presente y extendido hace que el nivel total de dopamina sea más elevado. Por este motivo, los antipsicóticos atípicos sí provocan un efecto en los síntomas negativos, al aumentar el nivel bruto de dopamina en la vía mesocortical.

Con todo ello, los neurolépticos atípicos suponen un avance que produce mejoría tanto en síntomas positivos como negativos y generan un menor número de efectos adversos (a pesar de que tienen algunos).

Riesgos y efectos secundarios de la toma de antipsicóticos

Hemos comentado brevemente que la toma de antipsicóticos puede provocar diferentes efectos secundarios poco deseables, algunos especialmente peligrosos. Este fenómeno ocurre con todos los psicofármacos, dado que cada cuerpo es diferente y no se sabe de manera exacta el modo en el que el principio activo interactuará con el organismo. Es por ello que es imprescindible contar con supervisión médica, para detectar a tiempo estos problemas y proponer alternativas.

Estos efectos pueden controlarse con la toma de otras medicaciones o cambiando de neuroléptico, habiendo de evaluarse los posibles efectos y la aparición de efectos adversos tras su administración. Algunos de los principales riesgos y efectos secundarios de los diferentes tipos de antipsicóticos son los siguientes.

1. Síntomas motores

Una de las vías afectadas de forma secundaria por la toma de antipsicóticos es la nigroestriada, la cual está vinculada al control motor.

De este modo, es frecuente que aparezca el síndrome extrapiramidal, en el que aparecen síntomas tales como temblores tipo parkinson, la aparición de movimientos involuntarios en la discinesia tardía, la desaparición de movimientos espontáneos de la acinesia o la inquietud motora de la acatisia. Estos síntomas se dan principalmente ante la toma de antipsicóticos convencionales o típicos, no siendo frecuente su aparición con antipsicóticos atípicos.

2. Síntomas sexuales

La toma de determinados neurolépticos puede provocar diferentes síntomas sexuales, debido generalmente a la afectación de la vía tuberoinfundibular (especialmente en la hipófisis). Dentro de este tipo de síntomas destaca el cese del flujo menstrual o amenorrea, así como la galactorrea o emisión de leche por los pechos independientemente del sexo y la ginecomastia o crecimiento de pechos, también independientemente del sexo del paciente. Si bien en general solo ocurren con antipsicóticos típicos, se dan algunos casos con determinados atípicos, como la risperidona.

3. Sedación

Tal y como hemos visto, uno de los nombres originales de los antipsicóticos es el de tranquilizantes mayores. Este término no fue dado por casualidad, y es que la toma de antipsicóticos produce un efecto de sedación que puede ser más o menos potente.

4. Síndrome neuroléptico maligno

Este síndrome es uno de los más graves efectos secundarios que puede causar la toma de antipsicóticos, pudiendo llevar al paciente al coma o incluso a la muerte. Se caracteriza porque el individuo sufre taquicardias, arritmias, fiebre alta, rigidez muscular y pérdida de consciencia. Sin embargo se trata de un síndrome muy infrecuente.

5. Agranulocitosis

Descrita en el caso de la clozapina, este posible efecto secundario reviste cierta seriedad al causar que los niveles de glóbulos rojos y blancos se descontrolen. Puede llegar a ser letal, de modo que es necesario hacerse análisis de sangre como método de control.

6. Otros síntomas

Al margen de los anteriores síntomas, es posible encontrarse otras problemáticas tales como aumento de peso, salivación excesiva, taquicardia o mareos.

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Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica

Barcelona

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.

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