Nuevas dinámicas de interacción influyen significativamente en nuestra salud mental. La proliferación de las redes sociales y la omnipresencia de la tecnología han traído consigo una serie de fenómenos psicológicos emergentes que merecen atención.
¿Qué es el “sadfishing”?
El surgimiento del sadfishing es solo un ejemplo de cómo la intersección entre la tecnología y la psicología está generando nuevas patologías que no existían hace unos pocos años. En la era digital, las redes sociales han transformado la forma en que nos comunicamos y compartimos nuestras experiencias. Sin embargo, esta interconexión también ha dado lugar a fenómenos psicológicos emergentes, uno de los cuales es el "sadfishing". Este término describe la práctica de publicar en línea contenido emocionalmente cargado o triste con el objetivo de obtener atención y validación de los demás usuarios.
La búsqueda de validación y apoyo emocional es normal en los humanos, desde pequeños estamos ocupados en satisfacer los deseos de nuestros padres o cuidadores a cambio de afecto y atención, eso nos valida y nos da confianza, o no. Esta práctica persigue esa validación, pero aumentada de manera exponencial, por ende, las emociones son más desesperantes cuando en vez de apoyo recibimos críticas. De esta manera al compartir con los seguidores se espera que el sentimiento de soledad producto de nuestras mal llevadas crisis emocionales desaparezca o que al menos nos reduzca ese dolor.
Me refiero a crisis mal llevadas debido a que se espera que al salir de una crisis los resultados sean otros y que el producto final sea mejor autoestima, una adecuada gestión de nuestras emociones y resultamos ser responsables afectivos de nosotros mismos. Una crisis, duelo o situación bien elaborada nos va a dejar un lugar de paz e introspección bastante distinto al grado de exposición al que nos expone el sadfishing.
Como dijimos, los buenos comentarios pueden proporcionar un breve alivio emocional al percibir que sentimos apoyo, pero también puede traer efectos negativos en la salud mental a largo plazo. La dependencia excesiva de la validación externa puede perpetuar un ciclo de búsqueda constante de atención, lo que lleva a una sensación de vacío y desesperanza cuando la respuesta de los demás no cumple con las expectativas. Desde la pena se intenta movilizar emocionalmente a los espectadores y así captar su atención, simpatía o cuidado, en este sentido tampoco debemos dejar de lado el componente adictivo que este bucle produce.
Diferentes estudios afirman que más de un 90% de los jóvenes hacen uso excesivo y casi adictivo de las redes sociales, especialmente Instagram y Tik Tok. También se sabe que el ejercicio de pasar la pantalla hacia arriba, solo eso, genera liberación de Dopamina. Es decir que finalmente no importa tanto el contenido ya que rara vez la vista de los Reels es completa. Sabido es que el carácter adictivo ya es de por si algo conflictivo, y se encuentra relacionado con síntomas de ansiedad, cansancio, reducción del tiempo de sueño y calidad del mismo, baja autoestima, mala autoimagen y depresión.
¿Y el “catfishing”?
Otro fenómeno parecido es el “catfishing". Este hace referencia a la personalidad o imagen que una persona adopta o “copia”, en este caso con la finalidad de tener un impacto positivo en el otro o resultar atractivos. Comúnmente es una práctica que se observa en redes sociales y aplicaciones de citas. Así, como las personas no se conocen de antemano es fácil que a través del engaño o manipulación puedan persuadir a sus espectadores.
El hecho de crear nuestra propia narrativa en redes sociales, y ser quienes inventamos ser, lejos de ser quienes en verdad somos hace que nos convirtamos en avatares de nuestro propio ser o sentir armando casi ficticiamente en su totalidad un self virtual que podría llegar convencernos de que se trata de algo real. Tal cual como cuando viendo una serie o una película terminamos entrando en el personaje de manera tal que creemos ser el hombre araña.
El arraigo de esta situación se encuentra en el origen de nuestras conductas infantiles en donde la defensa o las herramientas frente a las dificultades de la vida eran inventadas o tomadas de los súper héroes o algo similar. La dificultad comienza a presentarse cuando a esta conducta que de niños podría ser normal y esperable se le suma el componente adictivo que comienza a modificar nuestro cerebro.
Las personas que sufren sentimientos de soledad marcados, no me refiero a sentimientos normales a lo largo de nuestra vida, ya que la soledad o el sentir que las situaciones nos sobrepasan son propios del desarrollo y del mismo vivir, en el caso que estos sentimientos sean esporádicos, me refiero entonces a esos sentimientos o emociones que nos abruman con demasiada frecuencia.
Es probable que estos sujetos, que pueden ser realmente jóvenes, se vuelquen, debido al acceso fácil, en una red de interacción en la que creen buscar y obtener apoyo. En general debemos entender que se trata de personas con dificultades con su autoimagen y su autoestima, buscando validación por parte de los seguidores o su entorno. También el hecho de sentir que las emociones de vacío y el dolor que producen y que nada puede cubrir, ni el dinero, el éxito o la fama, se alivia con esta moda que pretende llenar de manera ficticia lo que se debe solucionar por otros caminos que no es el mostrar a sus seguidores una imagen que precisamente se adecue a aquello de cómo les gustaría ser vistos. Los “likes” e interacciones de sus seguidores refuerzan estas conductas, para bien y para mal.
Pasarla bien y mal en la vida es casi la esencia de la existencia humana ahora bien, el aprender a responder de manera adecuada, madura y eficiente requiere de cierta disciplina y responsabilidad propia para encontrar un camino saludable a la resolución de problemas creando o desarrollando herramientas que necesariamente implican el conocimiento y reconocimiento del mismo, las habilidades y ganas de solución por caminos menos dopaminicos es decir aquellos que ameritan una satisfacción no tan inmediata sino más a largo plazo, comprendiendo que el verdadero valor es que formamos parte del problema y la solución, de las vicisitudes de nuestra propia vida.
Las redes sociales y la validación constante
No todo es bueno en las redes para los propios seguidores o fomentadores del sadfishing, también pueden ser acusados de fraude y manipulación, todo es posible y saber quién sí y quien no es sincero con las declaraciones es del orden de lo casi imposible. Pero el punto son las consecuencias devastadoras que pueden resultar en carreras mediáticas profesiones o simplemente en la vida de quienes practican estos niveles de exposición, que implican algo muy importante en la constitución de la salud psíquica que es lo privado y lo público.
Cuando estos puntos se juntan los límites se borran, y el aprendizaje del propio cuidado pasa inadvertido. En la red encontramos todo tipo de personas y los espectadores pueden ser niños además de jóvenes y adultos. Las redes son armas y como tal tienen su parte útil y la que no lo es. Entender el valor de los límites en los niños va por parte de los adultos o cuidadores y en los jóvenes y adultos va de la mano del fortalecimiento de las emociones y responsabilidades afectivas hacia nosotros y a quienes nos rodean.
Decir voy a mostrar que soy vulnerable implica el mal uso de las palabras y su significado mientras que, estoy pasando un momento de vulnerabilidad te hace humano, ¿quién no? Declarar que soy vulnerable es como declarar soy depresivo soy psicópata y solo se los muestro, creo que en esto es donde radica el problema. No puedo glorificar algo que daña, si soy y me quedo en eso, nada hago ni por mí ni por los demás, si la intención es ayudar o empatizar con quien sufre lo mismo, el camino es otro en donde lo que se debería plantear es la búsqueda de salida y lo conveniente de de recurrir a la ayuda de quien realmente puede hacerlo.
Parte del origen de esta conducta se arma cuando somos niños y nos enfermamos por ejemplo o estamos mal y se nos da un lugar especial de ternura afecto o compensación reforzando la idea que esta dificultad o minusvalía transitoria refuerza de alguna manera que ese estado más que ser un momento en el tiempo nos invoca a reforzar la idea de obtener un plus de atención por parte de los demás. Por supuesto que esta no es toda la razón, pero sin darnos cuenta fomentamos un refuerzo que los niños interpretan como captación de mayor atención por parte de sus padres o cuidadores.
la persona que pone en práctica el sadfishing se muestra completamente vulnerable pero además su contenido queda registrado dejando una huella virtual, de esta manera queda expuesto al impacto que tiene en sus seguidores y también al uso que estos hagan de su contenido emocional.
Algún consejo para evitar encontrarse en estas situaciones es, reducir el tiempo en redes sociales y ser consciente del uso que se hace de las mismas, en los adultos. Cuidar el contenido que se publica en redes sociales. Favorecer espacios para el autocuidado personal y pulir el tiempo de calidad propio y con los demás, cultivar la red de apoyo social, los amigos pueden ayudar si ellos no están en la misma situación de exposición.
Conclusiones
Mientras exploramos los vastos mares de las redes sociales, es esencial recordar que detrás de cada perfil hay una persona, con sus propias luchas y vulnerabilidades. El sadfishing y el catfishing son solo algunas de las criaturas que acechan en estas aguas digitales, mostrando la complejidad de la intersección entre la tecnología y la psicología.
Al reconocer el impacto que estas prácticas pueden tener en nuestra salud mental, podemos tomar medidas para protegernos a nosotros mismos y a los demás. Al construir conexiones genuinas y cultivar una relación saludable con la tecnología y al no dejar de lado el precio que nuestra salud mental debe pagar por reconocer que necesitamos ayuda para valorar el verdadero sentido y cuidado que merece nuestra psique.