Es posible que en algún momento de tu vida te hayas preguntando si estás soñando o no. En ciertas situaciones la realidad se puede volver difícil de distinguir de la imaginación, especialmente durante los sueños muy vívidos o en estados mentales alterados.
Los consejos que describiremos en este artículo pueden serte muy útiles si alguna vez te encuentras en este tipo de circunstancias. Estos métodos para detectar si estamos despiertos o dormidos se conocen como “pruebas de realidad”.
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¿Cuándo son útiles las pruebas de realidad?
De modo general la dificultad para distinguir entre sueños y realidad no es muy habitual. No obstante, cualquier persona puede plantearse esta duda si se encuentra en una situación altamente estresante, como cuando suceden eventos traumáticos o muy extraños, o bien bajo los efectos del consumo de drogas y otras sustancias psicoactivas.
Las lesiones y las contusiones también facilitan que aparezcan sensaciones de irrealidad. Por ejemplo, la pérdida de contacto con la realidad puede darse después de un accidente de tráfico que provoque un traumatismo craneoencefálico.
En la infancia es más probable que aparezca confusión en torno a esta cuestión, puesto que la familiaridad con la percepción de realidad es inferior. Algo similar sucede en casos de trastornos psicóticos, que pueden provocar alucinaciones vívidas difícilmente distinguibles de experiencias oníricas.
Por otro lado, las personas que intentan tener sueños lúcidos y controlarlos pueden verse inmersas en sueños realistas, particularmente en bucles de falsos despertares que pueden resultar muy ansiógenos. Los onironautas pueden beneficiarse especialmente de las pruebas de realidad que describiremos a continuación.
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¿Cómo saber si sueño?
Cuando se utilizan como herramienta para controlar los sueños lúcidos, las pruebas de realidad se practican en la vida real hasta que se convierten en un hábito, de modo que aparezcan de forma natural durante el sueño; esto hace que la persona se dé cuenta de que está soñando, el primer paso para manejar la vida onírica.
Estrategias similares pueden ser útiles en caso de confundir la realidad y el sueño por cualquier motivo de los que hemos visto en el apartado anterior. También te interesarán estas pruebas de realidad si simplemente quieres saber más sobre las “reglas” del mundo onírico. La eficacia de cada prueba puede variar en función de la persona.
1. Pregúntate si estás soñando
Aunque parece una obviedad, dentro de los sueños preguntarse si uno está soñando es un paso clave para detectarlo. La eficacia del resto de pruebas de realidad aumenta si nos hacemos esta pregunta mientras las realizamos. Este consejo es menos aplicable en caso de que la confusión no se deba a la práctica de los sueños lúcidos, a pesadillas realistas, etc.
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2. Observa tu entorno
Cuando no tengas claro si estás despierta o soñando, mira a tu alrededor y busca signos típicos de los sueños, especialmente incongruencias en el entorno. Por ejemplo, puede que te des cuenta de que te encuentras en un lugar en el que nunca has estado o de que las personas que te acompañan ya fallecieron o son personajes de ficción.
Un signo útil para las personas con problemas de visión es comprobar si puedes ver perfectamente aun sin necesidad de gafas. En ocasiones este efecto puede ser confuso a causa de la sensación de borrosidad propia del mundo onírico de muchas personas.
3. Mírate las manos y la cara
En los sueños la imagen que vemos de nosotros mismos tiende a estar deformada. Mirarse y tocarse las manos es un método especialmente útil para comprobarlo: si tienes más de cinco dedos o puedes atravesar la palma de la mano con un dedo, con toda probabilidad estarás soñando.
Mirarse en un espejo es otra prueba de realidad eficaz; puede que notes que llevas un corte de pelo irreconocible, que tu reflejo no se corresponde con la imagen que tienes de ti mismo o no se mantiene estable, o bien que tienes una edad distinta a la real.
4. Respira con la nariz tapada
Esta prueba de realidad es menos conocida que otras de las que hemos incluido en la lista pero es una de las más eficaces. En los sueños prácticamente siempre podemos respirar aunque tengamos la nariz tapada, estemos en el agua o se dé cualquier otra circunstancia que debería impedirnos inspirar adecuadamente.
5. Compara con la cotidianidad
Comprueba si tus acciones son congruentes con las que sueles hacer de forma cotidiana y si el entorno responde como esperarías a tu interacción con él. ¿Llevas ropa adecuada al contexto en el que te encuentras? ¿Recuerdas cómo has llegado aquí? ¿Esta situación suele darse en tu vida cotidiana? ¿Los interruptores funcionan correctamente?
6. Intenta leer o mirar un reloj
En los sueños, cuando leemos un texto, apartamos la vista y lo volvemos a mirar lo más habitual es que haya cambiado, que las letras floten o que estén distorsionadas. Lo mismo sucede con los relojes, que además pueden ayudarnos si evaluamos la posibilidad de que la hora que señalan sea correcta.
7. Comprueba si tienes “poderes”
El mundo de los sueños se puede modificar a voluntad; obviamente la vida real no funciona del mismo mundo. Intenta levitar, mover objetos con la mente, teletransportarte a otro lugar, hacer que aparezca una llama en la palma de tu mano o invocar a una persona o criatura imaginaria. Si lo consigues, disfruta de tus poderes, aunque sólo sea hasta que despiertes.
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