Vivimos en una sociedad en la que podemos afirmar que somos gobernados por la tiranía del reloj. Desde que nos despertamos hasta que nos vamos a dormir pensamos en cómo aprovechar el tiempo, ocupando todos los huecos posibles para sentir esa tan ansiada sensación subjetiva de que somos productivos, que no perdemos el tiempo.
El problema es que, si bien lo ideal es sacarle el máximo provecho al tiempo, de obsesionarnos no solo sentiremos que lo perdemos, sino que al final los minutos se acabarán escurriendo entre nuestros dedos como lo hacen los granos por las paredes de un reloj de arena.
La obsesión por el tiempo y sacarle el máximo provecho tiene nombre: cronopatía. No es un trastorno mental, pero es un problema de viva actualidad que trae consigo varios problemas de salud mental. Descubramos a continuación de qué se trata.
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Cronopatía: la obsesión por el tiempo
La cronopatía (Cronos, “dios del tiempo; tiempo” y pathos “sufrimiento”) es el nombre que se le da a la obsesión de ciertas personas por aprovechar el tiempo al máximo.
Decimos “ciertas”, aunque dependiendo de cómo se mire lo cierto es que todo el mundo tiene este problema en mayor medida pues en nuestra sociedad occidental está muy asentada la máxima, casi tiránica, de que se debe rendir al máximo. Se nos inculca ya desde bien pequeñitos que debemos hacer todo lo posible para que las 24 horas que conforman nuestro día sean aprovechadas lo mejor que podamos.
Si bien hay personas que aprovechan mejor el tiempo que otras, no son pocas las que acaban desarrollando una preocupación malsana pensando en que el tiempo se escurre entre sus dedos. Esta preocupación les provoca estrés, ansiedad y tensión emocional, además de sentimientos de inutilidad y de percibirse como menos responsables que los demás.
Pese a que la cronopatía es origen de malestar, no es considerada un trastorno mental. Si la buscamos en un manual diagnóstico de trastornos mentales, como por ejemplo el DSM o la CIE, no la vamos a encontrar.
No obstante, que sea algo que no aparece en estos manuales no significa que no nos deba preocupar ni merezca recibir tratamiento. La cronopatía de algunas personas puede traer consigo la irónica consecuencia de que realmente pierda el tiempo obsesionándose con aprovecharlo.
Dentro de esta problemática no solo se encuentra la necesidad de satisfacer la exigencia social de ser productivo constantemente, sino que también incluye el problema, la enorme dificultad para detenerse y descansar. Las personas que padecen cronopatía no son capaces de detenerse a pesar de su agotamiento y, además, les cuesta disfrutar del instante, de la familia y de los pequeños placeres de la vida.
El concepto de cronopatía ha sido popularizado en los últimos años gracias al libro de la psiquiatra Marian Rojas Estapé, “Cómo hacer que te pasen cosas buenas” (2018). La tendencia de intentar aprovechar al máximo el día a día puede acabar siendo perjudicial, haciendo que el individuo sacrifique su salud mental en su búsqueda de tratar sacarle más horas al día de las que tiene. Rojas Estapé habla de la falsa idea, muy extendida en nuestra sociedad occidental, de que “la prisa y la aceleración producen mayores y mejores resultados”.
En nuestra sociedad consideramos que lo correcto, lo que está bien, es estar ocupado. Si por un casual reconocemos que nuestra agenda está un poco libre, tiene algo de hueco, nos da la sensación de que nos van a juzgar, de que nos van a considerar una persona que no aprovecha el tiempo o que es un poco hedonista y desorganizada. Incluso puede que uno se sorprenda y juzgue negativamente a la persona que le diga que tiene tiempo libre y no sabe qué hacer con ello.
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Consecuencias de la obsesión por el tiempo
Si bien es normal querer aprovechar un poco más el tiempo, de convertirse en una obsesión por rendir al máximo puede tener graves consecuencias para nuestro bienestar y salud mental. Esto se puede evidenciar de múltiples maneras en nuestro día a día, que irónicamente pueden hacer que desaprovechemos el tiempo, nos sintamos agobiados por no conseguir rendir al máximo y perdamos la oportunidad de pasar tiempo significativo y agradable con esferas importantes de la vida, como la familia y los amigos.
Al estar pensando constantemente en cómo aprovechar el tiempo y creer que si nos detenemos perdemos mucho tiempo, el estado de constante aceleración e hiperactividad nos impide pensar con claridad. Como no nos detenemos ni pensamos con calma no podemos pensar con frialdad y, por lo tanto, no podemos reflexionar concienzudamente aquello que hacemos ni prestamos atención a cómo lo hacemos. Para pensar con claridad necesitamos tomar nuestro tiempo, y las prisas son todo lo contrario.
Irónicamente, la obsesión por aprovechar el tiempo hace que la percepción del tiempo esté acelerada. Como tenemos la sensación de que el tiempo se nos escurre entre los dedos, al final acaba sucediendo. En otras palabras, cuanto más nos obsesionamos por aprovechar el tiempo, mayor es la sensación de que lo desaprovechamos, de que pasa más rápido de lo que debería y de que los días son más cortos. Nos da la sensación de que no nos cunde.
La preocupación por ser productivos puede llegar a tal nivel que nos desconectamos de nuestras propias emociones, algo que se puede considerar como uno de los principales aspectos patológicos de la cronopatía, a pesar de que, como hemos comentado antes, no se trata de un trastorno mental. La cronopatía nos aleja de nuestras propias emociones, y nos hace prestar más atención a cómo aprovechar el tiempo en vez de prestar atención a lo que le sucede a nuestra psique y nuestro cuerpo.
No disponemos del tiempo ni de la pausa necesaria para escuchar qué es lo que nos dice nuestro cuerpo, nuestras propias emociones e identificar sucesos emocionales relevantes. Sin embargo, tarde o temprano los notaremos, no porque nos hayamos detenido sino porque estos estados emocionales se habrán vuelto tan intensos que difícilmente podremos seguir ignorándolos. El exceso de tensión, la ansiedad y el estrés son emociones comunes en las personas atrapadas en la cronopatía y, aunque pasen desapercibidas en lo consciente, nuestro cuerpo y salud mental acabarán sufriendo por ellas.
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¿Cómo liberarse de la cronopatía?
Si bien volvemos a insistir en que la cronopatía no es un trastorno mental, desde luego su afectación es psicológica y debe ser superada para disfrutar de una vida plena y bienestar emocional. En caso de sufrir una gran obsesión por aprovechar el tiempo y sufrir por ello, es necesario acudir a un psicólogo para ver qué se puede hacer al respecto. La psicoterapia puede ayudar a las personas con cronopatía a detenerse y disfrutar del momento, salirse de la agenda programada y comprender que no aprovechar al máximo el día no es sinónimo de incompetencia.
Para combatir la obsesión por la productividad y el provecho del tiempo a continuación dejamos unos cuantos consejos.
1. No saturar la agenda
Es fundamental que, para no caer en la obsesión por aprovechar el tiempo, no se sature la agenda. En la medida de lo posible se debe quitar tareas al horario para que las que queden se puedan completar con calma. De esta manera, uno se volverá más consciente de lo que hace y no se sentirá tan saturado por la sensación de falta de tiempo.
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2. Buscar obligaciones disfrutables
Es fundamental buscar alguna obligación que nos guste, una tarea de la que no nos podemos liberar pero que tiene algo que puede ser disfrutado, como si fuera una afición.
Esto puede ser complicado en ocasiones, pero de conseguirlo, el nivel de disfrute de la vida y la sensación de aprovechamiento del tiempo crecerá notoriamente.
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3. Dejar espacios sin planificar
Puede parecer contraintuitivo, pero lo cierto es que dejar huecos sin planificar ayudará a combatir esa sensación de estar perdiendo el tiempo.
Es muy recomendable dejar un espacio en blanco en nuestro horario o agenda, una porción de tiempo sin planificar dedicada en exclusiva a nuestro descanso, un descanso anárquico, casual y en el que lo mejor que podemos hacer es absolutamente nada. Deteniéndonos una hora encontraremos la forma de aprovechar de forma sana y productiva el resto de horas del día.
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4. Disfrutar del proceso
Intentar disfrutar del proceso más que del resultado es una buena medida para convertir ese ansia por aprovechar el tiempo en la sensación subjetiva de que ya se ha alcanzado ese deseo. Si pensamos en lo mucho que queremos acabar lo que estamos haciendo para empezar de inmediato con la siguiente tarea, al terminar nos dará la sensación de que lo hemos hecho con prisas y a malas y, por lo tanto, no hemos sabido aprovechar adecuadamente el tiempo.
Es mejor hacer una sola cosa bien que dos mal y que esa sea la sensación que nos dé. Disfruta del proceso, sé consciente de él y aprende de cualquier error que se pudiera dar durante el transcurso del mismo. Es mediante ese aprendizaje que nos dará la sensación de que estamos aprovechando el tiempo, y encima lo disfrutaremos.
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